Margarita López Aguilar / Gestora cultural 

En este año pandémico, octubre fue fuego. 

Fuego para hacer memoria en torno suyo. 

Fuego para movernos. 

Fuego para sanar.  

Fuego para gritar. 

Fuego para atizar. 

Fuego para incendiar. 

Tal vez eso es todo lo que queremos hacer con el arte: fuego. 

Producimos fuego que da señales, que calienta, que invita a compartir, que ilumina, que enardece, que incendia…

Desde la dirección curatorial de la Bienal en Resistencia, Maya Juracán, dice que para hacer una actividad de este tipo se necesita la intención, el dinero… pero, además, es necesario creer que hay algo más allá de lo que el mundo del arte da para crear posibilidades. 

Y bueno, sí hay algo más allá. 

Artistas de toda Latinoamérica enviaron sus propuestas para ser parte de la segunda edición de La Bienal en Resistencia La BeR2021. En un ejercicio colectivo, revisamos más de 90 aplicaciones. No es común que el ejercicio curatorial sea comunitario, tampoco lo es ser mujer curadora en una bienal de arte.  Es algo extraño, dice Maya, “… se acostumbra a tener a los hombres curadores dirigiendo, mandando, dando órdenes; cuando viene una mujer que presenta la posibilidad de ser cuestionada, lo toman como un ejercicio débil o señalan que no cumple su trabajo porque no da una orden estricta”. 

Es una ironía nombrarla “bienal”, más allá de la obviedad de realizarse cada dos años. Nos han preguntado si somos una anti-bienal y creo que sí, La BeR2021 es la concreción de una idea que muchas personas artistas hemos tenido tras experimentar manifestaciones artísticas como asistentes a otras bienales y, sobre todo, es una respuesta a la necesidad del arte en la vida de la ciudadanía en general.

La mayor parte de la producción de La BeR 2021 fue virtual en sesiones de trabajo con un equipo mixto e interdisciplinario de la Central de Artivismo e Innovación (CARTI) y Proyecto 44; fue virtual también el proceso de curaduría comunitaria en el que artistas, comunicadoras/es, diseñadoras y activistas conseguimos ponernos de acuerdo respecto a las piezas que se realizarían como parte de esta segunda edición. 

Si bien el trabajo remoto nos ha dejado posibilidades increíbles y el espacio digital era uno de los ejes para esta bienal, Sandie López, la artista gráfica de la edición 2021, decidió que “la experimentación partiera de elementos callejeros, de pensar y hacer de forma manual: empapelar, unir materiales, quemar, romper, incorporar texturas, la pared… todo elemento que realmente fuera de la calle y que se pudiera intervenir”, agrega Sandie. 

Durante La BeR 2021, se realizaron 22 acciones o piezas de arte en el espacio público: casas, plazas, calles, fachadas, puentes, pasos cebra, cementerios… pero también en pantallas a través de plataformas como Zoom, Tik Tok, YouTube, Instagram y Facebook, reivindicándolas como espacios públicos, colectivos y de resistencia.  Fueron precisamente estos espacios, los canales para “comunicar muchas problemáticas que a todas nos mueven, nos hacen sentir, querer quemar y expresar”, como señala Sandie. 

Aunque es común hacer un apartado sobre “el arte de mujeres”, es un hecho que las piezas nos hablaban como ciudadanía y, por lo tanto, también como mujeres. Y es que, como dice Sofía Cabrera, artista del equipo de CARTI, “todas las piezas toman otra dimensión si se piensa en género”. 

Junto a la memoria y la identidad, la brecha en el acceso a derechos y la colonialidad, los agresores fueron puestos en discusión en La BeR 2021. Con Las Insolentes, la Colectiva ¡Qué Genia! (México, Nicaragua, Guatemala), cuestionó directamente el poder. Para Sofía, sus “integrantes interpelaron a quienes conforman las instituciones que validan el arte y a quienes lo hacen a través de la historia” pues es sabido que en instituciones de promoción y formación artística existen agresores que continúan en puestos de poder o ejerciendo docencia mientras se ocultan en la figura de genios. 

Como el mundo del arte, también los espacios académicos y universitarios fueron interpelados con la propuesta articulada entre Campaña Negra (México) y la Red Interuniversitaria Seguras y Educadas, quienes cuestionaron la violencia estudiantil en la educación superior al grito de ¡A su neutralidad, le prendemos fuego!

Camila Juárez, de Guatemala, se expresó en torno a la migración indígena, mientras desde Berlín, Aleka Medina (Guatemala) propuso la obra Pesa Moverse, con la que apuntó a las cargas generacionales, individuales y colectivas que llevamos con nosotras. A partir de Monumento Vivo, de Marilyn Boror (Guatemala), Sofía sugiere preguntarse ¿cuántos de los monumentos en Guatemala son de mujeres y qué representan?… ¿Una madre? ¿Una virgen?

Esta panorámica de lo que fue #LaBeR2021 invita a leer las piezas en clave feminista. Para hacer este ejercicio hay todo un trabajo de documentación en las redes sociales de La BeR2021. Las piezas presentadas nos invitan a preguntarnos, entre otras cosas, ¿cuántas mujeres tienen acceso a casa propia? ¿Cómo vivimos la migración? ¿Cómo vamos a recordar a Giammattei? ¿Cuántas más van a faltar para que las políticas públicas garanticen nuestros derechos? 

Y es que La BeR 2021 es también un espacio para nosotras: las que se expresan, las que asisten, las que acompañan, las que organizan, las que van pasando y comparten su mirada, su preocupación, su palabra, sus preguntas, sus lágrimas, su fuego.