Melissa Cardoza / Poeta, feminista, hondureña
Breny Mendoza es una pensadora hondureña que desarrolla teoría crítica desde su perspectiva de politóloga feminista y de mujer situada en un mundo que le gusta y seguro le asusta mucho. Es profesora de Estudios de Género de la universidad estatal de California. Sus intervenciones públicas y ensayos son indispensables para pensar la democracia, el género, la academia y el activismo feminista desde otro lugar. Recientemente ha publicado el libro Colonialidad, Género y Democracia, en el que se puede leer este Manifiesto Decolonial al que me refiero brevemente en este artículo, con enorme satisfacción porque la admiro, reconozco y quiero.
El Manifiesto es un documento profundo, me limitaré a comentar sus propuestas principales. Breny señala el desafortunado hallazgo territorial de Abya Yala e Isla Tortuga como el inicio de la instauración del sistema cristiano/ moderno/colonial/capitalista y heteropatriarcal, el más destructivo sistema económico y cultural, caracterizado por la exclusión de casi toda la humanidad, que fue impuesto al mundo entero. Ahonda en un elemento central para explicar, no sólo lo que pasó con la empresa colonial, sino dónde encontrar pistas para intentar sobrevivir como civilización: los vínculos con la naturaleza, las mujeres, la comunidad.
La desvinculación violenta de la empresa europea generó una riqueza incalculable para pocos seres que habitan un rincón del globo terráqueo. El trabajo forzado, la esclavitud, la violación sexual, la explotación de la naturaleza al servicio de la ganancia serán elementos característicos del sistema que inició entonces, y que se reedita en el tiempo que vivimos.
La autora considera la crisis provocada por el como una posibilidad para reflexionar proponer otro modo de ser y andar colectivo que de la espalda a la normalidad occidental y sus engendros destructores que ella llama los cuatro jinetes del apocalipsis: colonialismo, capitalismo, racismo y patriarcalismo. Y de ahí en un hermoso acto de esperanza, angustia y urgencia, reconociendo que hay colectividades que han encarnado otras posibilidades las defienden, erige unas propuestas invaluables para el debate:
Recuperar los vínculos perdidos por la arrogancia occidental que ha negado el valor de la vida en sí misma y no como elemento de ganancia y beneficio. Vincularse desde lo afectivo, la reciprocidad y la colectivización de los medios para cuidar la vida procurando la armonía entre personas, especies y naturaleza.
La despatriarcalización: llama con urgencia a detener el aniquilamiento de las mujeres en tanto sus vidas, trabajo, pensamiento y obras. Explica que la política colonial de la violación sexual generó un mestizaje desorientado y agresivo, que la violencia hacia las mujeres ya alcanza a las comunidades indígenas y negras, y cruza las clases sociales. Propone “la pacificación de los hombres” como un hecho que urge no sólo para salvaguardar la vida y la integridad de las mujeres sino la de la comunidad. Romper el vínculo entre mujeres y hombres apunta a la disolución de lo comunitario. Manifiesta la necesidad de que las personas mestizas no sólo rehagan su propio “argumento ontológico” sino que colaboren a restituir la violencia ejercida contra las comunidades indígenas, por responsabilidad ética e histórica.
La desracialización: afirma que la invención del racismo ha implicado la deshumanización de millones de personas y sigue siendo una idea vigente en Occidente. “La deshumanización del mundo de la colonia no significó necesariamente la adjudicación del género a aquellos que habían sido reducidos a bestias de carga.” Citando a María Lugones explica cómo el género sirvió para explotar sin reparo a las mujeres y hombres que compartían este estatus de no-humanos, pues separa “al mundo de las bestias de los civilizados”, y sobre esa idea, Breny establece que no se puede enfrentar el patriarcado sin desmantelar el racismo. Desracializar y despatriarcalizar son procesos que van de la mano.
La re-sacralización del trabajo: El colonialismo, el capitalismo y el neoliberalismo reducen el trabajo a la generación de plusvalía y en ese sentido mujeres y hombres son elementos que hacen parte de la maquinaria productiva para este propósito distanciándose de la comunidad para poner en primer lugar el anhelo de riqueza y consumo. Breny plantea la importancia de mirar a quienes consideran el trabajo un medio para la vida común y la satisfacción creadora y creativa; llamando a que todas las personas asuman la importancia del trabajo idado para que la economía sostenga la vida y no contrario.
Finalmente, plantea que estos principios para la convivencia son posibles si se decoloniza la política y se devuelve el poder a las comunidades, se comparte entre mujeres y hombres, y se resguarda la paz, la convivialidad con la naturaleza y el amor entre los seres.
Agradezco la poética del Manifiesto Feminista Decolonial que germina de la tierra en la que Breny Mendoza cosecha sus pensamientos, este y azul que nos sostiene. Con ella, nos sumamos a pensar, imaginar, luchar todos los días para hacer posible que no se extinga la vida para siempre.