Mélina Nantel / laCuerda
En el vasto horizonte del feminismo emerge un movimiento plural. En las tierras de Mesoamérica nuestros países comparten historias, luchas comunes y resistencias entrelazadas. Nuestras vivencias están impregnadas de los aspectos machistas heredados de la invasión española, siglos de represión y épocas dictatoriales. A pesar de las contradicciones propias de un movimiento tan amplio y diverso, como feministas nos encontramos y nos unimos.
laCuerda se reunió con cuatro destacadas feministas de países mesoamericanos, quienes han compartido sus experiencias al enfrentar adversidades en contextos políticos patriarcales, dictatoriales, represivos e injustos. Estas mujeres, artistas, periodistas y activistas, destacan por su incansable defensa del feminismo. Desde Honduras y El Salvador, hasta Nicaragua y Costa Rica, su dedicación y pasión son fuente de inspiración para todas nosotras.
El papel del feminismo
Karla Lara es una intérprete, cantante, periodista y activista de Honduras. Clanci Rosa es periodista y reseñadora del periódico feminista La Brújula en El Salvador. Irené Barrantes, nacida en México y actualmente radicada en Costa Rica, ancla sus actividades en el arte, la educación y el género. Argentina Olivas es periodista de Radio Vos, exiliada en Estados Unidos por la represión en Nicaragua. Una palabra las une: feminismo. Pero, ¿cuál es su papel de un país a otro? Para Olivas el feminismo representa una postura personal, social y política. “Los derechos de las mujeres están más amenazados que nunca. Estamos resistiendo hasta donde sea posible. No es una tarea fácil. Necesitamos alzar nuestras voces para seguir defendiéndonos”, reflexiona.
En el caso de Nicaragua, la resistencia feminista debe trascender más allá de las fronteras. Desde el cierre de las organizaciones defensoras de derechos humanos hasta la violencia constante que sufre la ciudadanía, la falta de libertad de expresión, los asesinatos y las amenazas de encarcelamiento a quienes defienden sus derechos. Argentina destaca el papel esencial de los medios de comunicación para denunciar estas violaciones de derechos. A pesar del exilio, Radio Vos continúa sus operaciones. “Hemos tenido que buscar alternativas para seguir produciendo programas de radio, llevar a cabo campañas y mantener un equipo reducido de periodistas, tomando precauciones para evitar su encarcelamiento”, explica la periodista.
Para Clanci Rosa de El Salvador, aunque la revista La Brújula puede llevar a cabo sus actividades sin tener que exiliarse, sigue siendo fundamental adoptar una postura feminista para visibilizar realidades que con frecuencia son analizadas desde perspectivas masculinas, religiosas y conservadoras. Ella menciona el ejemplo de la pandemia, cuando la mayoría de los medios de comunicación abordaron los impactos económicos sin analizar la experiencia vivida por las mujeres. “Esos puntos de vista excluyen la experiencia de las mujeres, quienes cuidan de este país, las que están a cargo de la mayoría de los hogares. Necesitamos esta otra mirada. Necesitamos visibilizarnos, vernos”.
Llevar una propuesta feminista en contextos machistas y misóginos no es tarea fácil. En El Salvador, la entrevistada destaca cómo el gobierno busca deslegitimar los movimientos feministas y fomentar el odio hacia la sociedad civil organizada. “Los gobiernos no sólo se resisten a brindar servicios sociales, sino que también obstaculizan que estos servicios sean ofrecidos”, explica.
El arte, forma de protesta
Para Irené Barrantes, quien canaliza su resistencia feminista a través del arte en Costa Rica, más allá de la represión, uno de los desafíos que limitan su expresión de resistencia es el tiempo. “Las mujeres tenemos jornadas triples de trabajo”, explica. Ella es una artista independiente, madre soltera y feminista comprometida con el mundo académico, además de tener su propia marca de diseño. En su reflexión, cita a Virginia Woolf y su concepto de “habitación propia”: las mujeres históricamente han tenido menos tiempo y menos espacio para crear, para ser lo que desean, sin mencionar las barreras económicas y sociales que se suman a esta realidad.
El feminismo y el arte, para Irené, son complementarios. Las mujeres atravesamos diversas formas de violencia, donde los mandatos patriarcales impactan en nuestros cuerpos de muchas maneras. “Creo que una de las formas más completas para que las mujeres tomen conciencia de su subordinación y busquen emanciparse es a través del arte, ya sea la escritura, la pintura, la danza o el canto” agrega. Al activarse a través de estas expresiones artísticas, las mujeres reconocen en sí mismas posibilidades de existir en el mundo y se apropian de su poder. “Creo que las artistas tenemos un recurso invaluable al convertirnos en sujetos, en lugar de ser objetos como históricamente se nos ha reducido”, afirma. “Tenemos el poder en nuestras manos, en nuestras voces y en nuestros cuerpos, para generar presencia y memoria.”
También es el papel que se asigna Karla Lara en Honduras. A través de su música, busca contribuir a la memoria, la identidad y la conciencia. “La música es el vehículo a través del cual me muevo, lo que escribo, lo que comunico. La música me llevó al frente de guerra. Tiene el papel de relatar nuestros momentos históricos, nuestras miradas políticas”.
Para ella reivindicar es una apuesta política. Enfatiza que las feministas participan en un proceso revolucionario. “Desde la perspectiva de los pueblos indígenas y afrodescendientes, hemos comprendido que las luchas no se limitan a alcanzar el poder formal a través de la democracia participativa, sino que también se trata de implementar o resistir la imposición del modelo extractivista. Esta lucha va más allá del poder formal y se relaciona con la transformación interna. En este aspecto, las feministas hemos recorrido un largo camino. Nos cuestionamos las opresiones que llevamos dentro, cómo reproducimos el poder dentro de las organizaciones. Cuestionamos la jerarquía, el clasismo, el racismo y nuestras conductas patriarcales”, comenta.
Perspectivas de futuro: caminar juntas
A pesar de las diferencias, los movimientos feministas pueden encontrar puntos de unión en estas luchas. Clanci Rosa aboga por la necesidad de que los movimientos feministas en Mesoamérica generen constantemente espacios de encuentro, donde estemos dispuestas a aceptar críticas y autocríticas, y sigamos avanzando en la diversidad de perspectivas feministas.
El deseo de fortalecer la solidaridad es compartido por la nicaragüense Olivas. “Sinceramente, me gustaría ver más unidad. Quela distancia no nos separe, que podamos seguir tejiendo juntas para cosechar nuevos frutos y, sobre todo, mantener la esperanza de que algún día las cosas van a cambiar para mejor”, expresa. “Estamos enfrentando una ola de retroceso en los derechos de las mujeres, no sólo en Nicaragua, también a nivel mundial. Debemos fortalecernos entre nosotras y buscar la unidad a pesar de nuestras diferencias.”