Luisa González-Reiche / Académica, artista y ensayista
El libro Incertidumbres y horizontes: ensayos sobre COVID-19 en Guatemala (Ediciones del Pensativo, 2023), recoge 21 textos que se insertan en un intercambio ya en proceso entre humanos y más que humanos desde el inicio de la pandemia. Quienes fuimos convocades a escribir para este libro nos adentramos de diferentes maneras en un proceso de documentación que requería de la apertura a afectarse con lo que estaba ocurriendo procurando atender una buena parte de lo que participaba de aquel acontecimiento fuera de tiempo. En medio de los discursos pesimistas del antropoceno y su respectivo sentimiento de incertidumbre, muches nos sabíamos ya implicades en múltiples procesos de fines de mundos, algunos de los cuales llevan siglos ocurriendo, así como en sus diversas resistencias. No se trata, así, de un intento de “ofrecer senderos teóricos y orientaciones ético-políticas… como herramientas para la configuración de la “nueva normalidad” y “post-pandémica”, como dice Juan Blanco, ni de textos elaborados desde el “confinamiento en los monasterios académicos de la especulación”, sino del ejercicio de prestar atención desde la cotidianidad a las múltiples maneras como aquellas circunstancias nos iban atravesando y no.
Guiadas por una serie de preguntas, presentadas en la forma de enigmas por Ana María Cofiño y Alejandro Flores, editores del libro, las exploraciones que fueron surgiendo generan, en su encuentro, resonancias que ahora invitan también a quienes nos lean a hacerse parte del intercambio, para que sigan regenerándose formas alternativas de devenir en este mundo (post)pandémico desde una localización tan compleja como Guatemala. Muchas de las preguntas que se plantearon y que los textos amplían no pueden responderse teóricamente pues lo que suceda depende de nuestra propia existencia: de las maneras en que nos relacionamos entre humanos y más que humanos (diversas materias que incluyen a la tecnología) y de lo que de ello se manifiesta como expresión material en el universo, esto es: responsabilizándonos.
Desde un encierro caracterizado por la re/producción de sistemas de control y disciplinamiento, fue posible notar y cultivar renovadas activaciones de la sensibilidad, intensidades afectivas, necesidades y disposiciones sensoriales, como el atento proceso de elaboración de pan de masa madre de Mariel Aguilar-Stoen; el cuidado del jardín y el cultivo de un huerto urbano por las manos de Rosina Cazali; la resignificación del silencio desde el balcón de Anabella Acevedo; y la exploración de los sueños de Jeraldine del Cid. Pero también en el acompañamiento de Wilfredo Orellana a “las poéticas de hospitalidad dinámicas, efímeras, mutantes… que [re/generan]… formas diversas de habitar y morir en estos mundos” de les migrantes y la exploración de otras formas del duelo, como amorosidad en el caso de Yolanda Aguilar, o como la práctica encarnada de transformar el dolor en potencia afirmativa como lo ha hecho Alba Cecilia Mérida tras la pérdida de su compañero de vida mientras escribía el texto.
El libro también nos recuerda que las condiciones para que un virus como el SARS-CoV-2 sea letal dependen de un ordenamiento particular, así como también las alternativas disponibles para responder. Karen Ponciano se refiere a una geografía colonial del cuidado ligada a cuerpos feminizados. Ensamblajes de violencias colonialistas, racistas y nacionalistas dispersas en el tiempo. Este plano, no obstante, no es fijo, ni está dado. Y es desde allí que se han propiciado interrupciones a ese orden. Los gestos de mecenazgo existencial como los de la olla comunitaria, que recoge Blanco, son un ejemplo de ello, así como la reconfiguración de los refugios en los que diversas especies pueden reconstituirse y acerca de que es posible aprender de las comunidades indígenas y campesinas, como lo subraya Marco Chivalán-Carrillo.
No se trata ya de pensar desde una incertidumbre tierna, como la llama Foucault, citado por Amílcar Dávila, que gira en el mismo campo de la esperanza, la espera muchas veces pasiva, sino de seguir experimentando, como escribe Chivalán Carrillo, maneras de “vivir juntas, humanas y no humanas en este cronotopo (post) pandémico”. Como evento, encuentros y múltiples afecciones, este libro amplía ya nuestras capacidades de participar en diferentes procesos de regeneración. Las mutaciones son múltiples, así como los procesos de desterritorialización ya en marcha, aun cuando nos parece que todo ha vuelto a la normalidad.