Ana Cofiño y Rosario Orellana / laCuerda
En todos los puntos donde la gente se reunió para manifestar su rechazo a la corrupción había mujeres, muchas, de distintas edades y procedencias. Su presencia fue notoria en los medios alternativos, no así en los corporativos. Verlas, escucharlas, conversar con ellas nos ha estimulado para recoger de una manera breve y en sus propias palabras, las lecciones aprendidas en estas recientes jornadas de lucha. Les pedimos que nos hablaran de ellas, de las experiencias en estos meses y sus perspectivas de futuro.
¿Quién es Luz Emilia Ulario?
Con determinación y soltura responde: “Es una persona muy alegre, muy exigente, muy responsable. Soy maestra Jubilada con 28 años de servicio en el magisterio nacional, 12 años con organizaciones del desarrollo y educación popular y dos años de servicio comunitario como alcaldesa indígena. Cuando era estudiante también fui bastante activa en la década de los ochenta”.
Luz Emilia estudió magisterio en el Instituto Normal para señoritas Centro América, INCA, y su ilusión era trabajar en Petén, Ixcán, Santa Cruz Barillas. Como no quería acomodarse en su casa, consiguió trabajo en la comunidad Pujijil 1 de Sololá a donde caminaba kilómetros diarios. Al percatarse del pésimo trabajo que se realizaba, decidió marcar la diferencia y trabajó a conciencia contra los prejuicios para convencer a las familias de la importancia de la educación. “Mi sueño era ver esa comunidad despierta, desarrollada”.
Logró que algunas familias dejaran a sus hijos e hijos para que estudiaran cuando bajaban a las fincas de la costa, de donde regresaban sin dinero, con enfermedades y desnutridos. “Muchos de mis alumnos eran huérfanos de mamá o papá, era una comunidad muy afectada por la violencia. Sí logré transformar. Gran número de mis alumnos se superaron, con salarios de 25 mil, 30 mil quetzales. De esa promoción salieron dos líderes. En esa comunidad tardé 14 años.”
Su experiencia como maestra se fue acumulando en diversos espacios hasta que le proponen ser alcaldesa de su cantón, en el municipio de Santa Lucía Utatlán, puesto que ocupó por dos años, hasta diciembre de 2023. “Y acepté porque no he servido en mi pueblo. Y me quedé en la alcaldía.”
Lecciones aprendidas
Sin preámbulos y con la misma certeza afirma: “La lucha no es de ahora, la venimos haciendo desde hace tiempo, los pueblos saben de la pobreza, de la injusticia, de la exclusión, de todo saben… El año pasado la violación de los votos de los ciudadanos fue el detonante. Lo que aprendimos allí es la articulación de los pueblos, de las autoridades ancestrales, de los líderes y lideresas los nuevos liderazgos.
Esta vez yo fui la autora de decirle a los compañeros que hagamos un paro por tiempo indefinido pero pacífico, promovamos la no violencia. Si nos insultan o nos apedrean, hagamos como Mahatma Gandhi o como Luther King, y cabal funcionó porque no hubo violencia. Es impresionante que levantamos la vara y la vara tenía un poder. Pudimos dialogar.
Mi mayor satisfacción es que pude expresar a todo el país lo que mucha gente piensa, lo que mucha gente ha dicho, lo que yo pienso, mi opinión no quedó conmigo misma. Hay que decirle a la gente que se le quite el miedo. Tuve oportunidad de hablar con los cuatro pueblos, del racismo, de la discriminación que existen. Tuve la oportunidad de decir lo mucho o lo poquito que he aprendido. La gente sí se identificó con lo que he dicho, hay agradecimiento. En conclusión, me sentí bastante satisfecha de poder aportar en la lucha de que se mantuviera la democracia”.
Perspectivas de futuro
“Con el gobierno tengo la esperanza de que si el pueblo sigue denunciando, sí podemos avanzar. Pero si nos quedamos callados, será como una llamarada de tusa y allí se apaga.
En las comunidades indígenas, también se ve la corrupción, ofrecen cosas, pero uno dice a mí me puso la gente, cómo me voy a presentar, cómo me van a señalar, uno dice no recibo. Eso ayuda a tomar las decisiones correctas”.
Explica que esta es “una revolución con varas, no con balas”, frase suya que ha quedado en la memoria como una sentencia de autoridad y sabiduría que ha guiado los pasos de la resistencia contra la corrupción en defensa de la democracia.
¿Quién es Feliciana Herrera?
“Coordino la alcaldía indígena del pueblo ixil de Nebaj. Estudiante de la carrera de Derecho quinto año. 33 años de edad. Técnico Universitario en Turismo en la UVG del altiplano. Tuve la oportunidad de tomar un curso de formación en la Universidad de Deusto en Bilbao en Derechos Humanos y de los pueblos indígenas. Coordinadora de extensión de la Universidad Ixil.
Soy de la comunidad Tzalbal, nosotros buscábamos la relación de personas mayores, de autoridades, con jóvenes. Siempre había la creencia que los jóvenes no tienen experiencia, pero hay cosas que sí podemos hacer y aprender también. Allí empieza una relación con campesinos, guías espirituales, comadronas, como parte del proceso de la Universidad Ixil.
La Alcaldía Indígena municipal pide la representación a los principales de la comunidad y es donde me nombran como parte de la representación municipal. Nos nombran a dos mujeres y dos hombres. Son cuatro años, los de los cargadores del calendario maya Ixil. En 2021, uno de los principales me nombra como una de las primeras alcaldesas. La que encabeza la coordinación soy yo a partir de 2022. Las alcaldías siempre tienen una cabeza, la tarea es representar a la alcaldía, coordinar acciones.”
Ante la pregunta de si los hombres han cambiado, explica que al principio les costaba, porque no les gustaba que una mujer mandara, pero concluye diciendo: “Ha sido un reto, aparte de mi experiencia, esa participación inspira a otras mujeres para que se vaya tomando esos espacios.”
¿Qué lecciones se aprendieron en las jornadas?
“En lo personal fue bastante aprendizaje, momentos tensos donde uno a veces se queda en blanco sobre qué hay que hacer, pero contamos con el apoyo de las personas que representamos. Eso fue una de las lecciones: que uno va a representar a una comunidad. La cuestión de mantener información con la comunidad. Uno representa el sentir de la comunidad.
También aprender a convivir, escuchar opiniones diferentes o posturas de las demás autoridades. Pensar que todos somos diferentes: la estructura el idioma, pero el objetivo era el mismo.
Lo otro, haber coordinado con las demás autoridades tomar decisiones en su momento. Es parte de las lecciones. Esto no es cualquier cosa, antes de fijar postura, tengo que escuchar qué dicen las demás autoridades de mi pueblo. Saber llevar la voz de las comunidades en un grupo tan diverso. Al final hay errores, enojos, risas y todo, pero se logró mantener esa postura y esa decisión de no quedarnos estancados y seguir apoyando las decisiones que hubo en el camino.
Uno puede ver todo lo que se ha caminado, los que a no están, los que se fueron porque les llegó su tiempo. Si a uno le tocó estar en este proceso, en adelante seguir apoyando, aunque no se está en la organización. Lo importante es el concepto de pueblo, buscar el bien común, donde uno tiene que darle importancia a una vida digna de la población en general. Ese es uno de los anhelos, de tener las condiciones de vida como se debe, no sólo a los humanos.
El Tichajil, no tiene traducción literal, es como la vida. La vida para nosotros es sagrada, todo lo que tiene vida, por eso es importante para nosotros que uno no pierda la noción de qué es la vida en sí. Cómo tener esa vida sin dañar a los elementos que nos dan vida, en este caso el agua, el aire, las plantas que también tienen una vida, todo lo que tiene vida es de cuidarlo.
Es importante que la democracia vaya hacia el bien común, el desarrollo digno. De ahora en adelante, Más que estar en contra de la corrupción, planteamos la exigencia de atendernos a los pueblos como humanos”.
Otras maneras de luchar
El Paro Nacional Indefinido constituye un precedente histórico en Guatemala del que, según Sandra Morán, diputada del periodo 2016-2020, activista y feminista, quedaron registrados hechos y nuevos elementos que podrán servir como base para un futuro digno.
Señala que una de las principales lecciones de las movilizaciones es la postura y manera de luchar que los pueblos indígenas sostuvieron durante los 106 días de resistencia. “Trajeron otras formas de hacer las cosas. Las organizaciones nos movemos de manera más confrontativa mientras que ellas y ellos lo hicieron a través del diálogo, con mucha tranquilidad. Por ejemplo, cuando la Corte de Constitucionalidad mandató el desalojo del Ministerio Público, la actitud de quienes llegamos era ver cómo nos preparábamos para la guerra, pero los pueblos indígenas lo que hicieron fue dialogar y lograron neutralizar la acción”.
Morán destaca también el rol y la masiva participación de las mujeres, describiéndola como diversa y de alto impacto social. “Desde venir como autoridad hasta atender y cuidar la vida de quienes participábamos en la toma de decisiones, en la tribuna tomando la palabra…ese es un avance importante y otro rompimiento a las problemáticas que enfrentamos”, dice.
Todo esto, razona Sandra, es debido al evidente liderazgo que tomaron los pueblos desde el 2 de octubre. “Las reglas las pusieron los pueblos y se creó un espacio distinto”, agrega.
La activista valoró el paro como una bisagra que nos permite retomar el camino “que el (año) 44 abrió y el 54 rompió…lo llamo la revolución silenciosa de la juventud, quienes votaron en junio y agosto pasado, abriendo la posibilidad de un escenario distinto para el país y que, aunque este no es un gobierno que va hacer grandes cambios, ni cambios de estructuras, si es uno que puede comenzar a sentar las bases para ello”, asevera.
Por otro lado, Sandra apunta que este proceso electoral y sus resultados rompieron creencias dentro de la política, como que quienes no tienen dinero, no pueden ganar, que las juventudes no están activas ni presentes o incluso que se gana a cambio de regalos. “Semilla hizo un proceso sin dinero; la juventud es la fuerza de ahí, la que ganó; Semilla tampoco regaló nada, hubo gente que hizo las semillitas y otras cosas, pero fue expresión ciudadana, no del partido”, explica. Eso también generó reflexiones, particularmente en poblaciones de áreas rurales que no están dispuestas a permitir más compra de voluntades.
“Las elecciones del 2027 van a tener otros elementos aprendidos en estos días porque fue un tiempo de mucha concientización, de formación política y de muchos descubrimientos; otra cosa es que los pueblos indígenas hoy tienen un rol político que no habían tenido”, añade. ara ella es pertinente iniciar los preparativos de cara a las próximas elecciones: primero, conociendo los instrumentos políticos con los que se cuenta e iniciar discusiones sobre las decisiones que se tomarán; segundo, potenciar procesos formativos que refuercen los aprendizajes de este Paro Nacional Indefinido, convirtiéndolas en “narrativas permanentes” con el fin de lograr una ciudadanía consciente votando y tercero, en este sistema, lograr la correlación de fuerzas en el Congreso.
Según la entrevistada, el Paro permitió dar un nuevo sentido y valor a la ciudadanía, aunque aún existen enormes retos para sostener las ideas sobre la organización social y defensa de la democracia, por lo que ahora corresponde mantenernos en alerta para enfrentar y denunciar, “porque los golpistas siguen y seguirán actuando”.
Morán manifiesta que es necesario acompañar al gobierno y participar en espacios que van a plantear. “Esto no quiere decir que no vamos a cuestionar, pero están proponiendo un gobierno con una democracia participativa a la que nosotras no estamos acostumbradas. Hoy tenemos la silla y debemos sentarnos con una propuesta y construir juntas…ese es el ámbito que nos reta gigantescamente”, detalla. También dice que en el caso del movimiento de mujeres y feministas es indispensable continuar con el impulso de la propuesta estratégica para la construcción del Buen Vivir a través del proceso constituyente. “Es paradójico que la ciudadanía marginada como la juventud, las mujeres los pueblos indígenas rompieran el control en un acto de rebelión. Entraron a la arena de disputa y ganaron”, reflexiona.
Así mismo, la entrevistada invita a escribir la historia, reivindicando y celebrando “el 25 de junio y 20 de agosto de 2023 como el momento de una revolución silenciosa liderada por las juventudes y el 2 de octubre como el levantamiento”, que ilusiona con una Iximulew más justa y digna.
Ni un paso atrás
Una cátedra de derecho, de formación política, organización, lecciones de lucha y resistencia pacífica invaluables. Así es como Brenda Hernández, activista social y defensora de derechos, describe el Paro Nacional Indefinido; una acción que sembró la semilla para comenzar a arar un nuevo camino en la historia del país.
Hernández recuerda que fue desde Julio del 2023 cuando iniciaron las movilizaciones en defensa de la democracia, específicamente a través de protestas frente al Tribunal Supremo Electoral (TSE) y el edificio del Ministerio Público (MP). “Ahí llegaron las tejedoras junto a las compañeras de la Alcaldía Indígena de Palín, Escuintla…fue muy simbólico”, relata. Durante los primeros días de acciones, las tejedoras realizaron un performance/instalación con sus telares para “tejer dignidad” frente al MP mientras comenzaban a gestarse las articulaciones dirigidas por 48 Cantones para convocar a todos los pueblos de los distintos territorios a participar en un plantón y exigir la renuncia de la Fiscal General, Consuelo Porras. “En la capital no hay una organización comparable, hay que construirla. Nos vemos muy limitadas y limitados ante esta avalancha de capacidad organizativa que tuvieron los 48 Cantones las y las Autoridades Ancestrales el 2 de octubre”. Reflexiona también que la decisión de llamar a un Paro Nacional se da luego de que en la capital “no hubo una reacción inmediata ante las acciones violatorias de todos los preceptos democráticos y constitucionales que llevó a cabo el MP, como extraer las cajas con los votos del TSE”.
Hernández comparte que, como respuesta a la convocatoria de las Autoridades Indígenas, un pequeño grupo de organizaciones y colectivos expresó públicamente su respaldo “porque ya se veían reacciones racistas, clasistas y adversas”; junto a otros integrantes de la Batucada del Pueblo acompañaron a las primera delegaciones y poco a poco vieron la capacidad que hubo de la ciudadanía para sostener la resistencia pacífica. “Veníamos de un debilitamiento de la organización, pero vimos la capacidad de coordinar esfuerzos. Hubo mucho apoyo de la comunidad migrante, gente en las redes sociales y tiktokeros”, asevera.
A veces junto a una parte de la Batucada y en otras ocasiones sola, Brenda estuvo activa en varios puntos: Ministerio Público, Corte de Constitucionalidad y el 6 de octubre acompañó a las niñas de Asociación Coincidir para realizar una instalación frente al Congreso de la República con la que denunciaron una serie de violaciones a sus derechos y exigieron respuestas.
Así mismo, participó en la tomas de la Calle Martí, Bulevar Vista Hermosa y frente a la Embajada de Estados Unidos cerca de Cayalá, el mismo día en que un sacerdote atropelló a un joven manifestante. “Ese sacerdote se tiene que ir al bote, es la consigna que correspondía”, dice.
La alarma ya sonó
Cuando las niñas de Asociación Coincidir retornaban a Chimaltenango tras la acción realizada frente al edificio parlamentario, gritaron con fuerza una consigna que para Brenda fue particularmente simbólica e inspiradora: “La alarma ya sonó, el pueblo despertó”, tanto que la misma frase fue plasmada en mantas colocadas en el punto de Panajachel y posteriormente frente al MP.
“El pueblo despertó y ahora nos queda reconstruir el tejido social para recuperar el espacio público. Las únicas organizaciones que salieron como bloque fueron los mercados cantonales…en otros tiempos hubiéramos visto a organizaciones estudiantiles de educación media, universitarios, sindicatos, normales…hay un vacío muy sentido para reaccionar en casos de vulneración de los derechos”, explica.
A su vez, subraya la masiva participación de mujeres en cada acción y cada punto del Paro, así como la activa participación de las juventudes con quienes asegura que es pertinente desarrollar proyectos de formación e información ciudadana, junto a un acompañamiento más estructurado. “Cada líder que tomaba el micrófono tenía una inmensa capacidad para transmitir la realidad que enfrentan desde hace más de 500 años de opresión represión, fue una cátedra permanente de historia de arte, incluso…en medio de todo, siempre había alegría”, detalla.
Hernández interpreta que, a diferencia de las movilizaciones de 2015, de las que resultó una feroz estigmatización a la defensa de derechos, en 2023 e inicios de 2024 lo que se dio fue un ejemplo de escucha a las propuestas de los pueblos indígenas. “Los pueblos nos han venido proponiendo, pero al no ser escuchados, hay protesta. La movilización es clave. Fueron los pueblos quienes se organizaron, hicieron el paro y resistieron.”, concluye.
Según la entrevistada, la defensa de los derechos hoy en Guatemala requiere, de manera urgente, organización y propuestas del movimiento social para garantizar que tras el Paro Nacional Indefinido no demos ni un paso atrás.