Por: Olga Villalta

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, comenzó a ser celebrado desde 1910 en honor a 129 heroicas mujeres que murieron en una fábrica de Nueva York en 1857. Fue Clara Zetkin, dirigente sindical alemana, quien propuso esa fecha en la Segunda Conferencia de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague, Dinamarca. Posteriormente, en 1975 fue ratificada por Naciones Unidas, como una celebración a nivel mundial.

En Guatemala, antes de los 90, esta fecha era celebrada por grupos de mujeres al interior de sus sedes. Algunas periodistas que contaban con espacios de opinión en los medios de comunicación escribían sobre el tema.

En 1994, cerca de 20 grupos organizaron una caravana multicolor que recorrió la Sexta Avenida de la Zona Uno en la ciudad capital, entonando canciones y bailando al compás de la música. Las acompañaba un camión adornado con flores y globos. Si bien había un número reducido de asistentes, la novedad consistía en ser una caravana alegre y no otra marcha de protesta. Esta tradición se ha mantenido y paralelamente se realizan desfiles y concentraciones en otras cabeceras departamentales.

Por su parte, los medios de comunicación locales, que anteriormente publicaban tímidas notas internacionales sobre la celebración de esta fecha en otros países, poco a poco han ido incluyendo reportajes sobre la condición de las mujeres guatemaltecas y entrevistas a mujeres destacadas. Las/os columnistas también se han ocupado de comentar los avances en materia de igualdad de género o denunciar la situación, condición y posición de discriminación y subordinación que vivimos las mujeres en Guatemala.

Celebrar el DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER puede servirnos tanto a hombres como a mujeres para reflexionar sobre cuánto hemos avanzado en la construcción de la equidad.

¿Cuál es el balance, a nivel personal y de grupo, en este sentido? No se trata de que los hombres manifiesten un gesto de paternalismo al decir: «bueno, hay que darles oportunidad a las mujeres». Más bien, proponemos abrir la discusión, tomar parte en el debate y analizar si estamos promoviendo la igualdad tanto en lo público como en lo privado.