Adriana Hernández Alarcón*

Cuando Claudia Sheinbaum estuvo al tanto que era ganadora de la contienda presidencial, declaró que era un hecho histórico -a 200 años de la República Mexicana- que una mujer fuera electa presidenta. Para que sea cierto, su gestión tendrá que demostrar si efectivamente mejorará las condiciones de vida y de trabajo de las mujeres.

Hasta ahora no hay ninguna evidencia de ello, sólo hay registro de promesas electorales, como aumentar las ayudas a mujeres de 60 años. Algo que está presente en el movimiento de mujeres es que cuando ella fue jefa de gobierno en la Ciudad de México, fueron reprimidas tres marchas del día internacional de la mujer trabajadora.

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Sin duda, será histórico si se atiende la brecha salarial de género del 21% (reportado en el primer trimestre del 2024); si se garantiza el derecho al trabajo digno y bien remunerado, ya que el 33% de los hogares mexicanos depende del salario de las mujeres por ser monoparentales; si se cumple el Convenio 189 de la OIT para las personas trabajadoras del hogar, que establece la jubilación, seguridad social y otros derechos labores. 

Entre las demandas más sentidas resaltan que la nueva mandataria promueva la tipificación del feminicidio como un delito grave a nivel federal, ya que actualmente en muchos estados no está reconocido como tal, lo que repercute en reconocer sólo el 24% de los asesinatos dolorosos en mujeres como feminicidios; que promueva el cese a la impunidad en todos los casos de violencia y acoso laboral y doméstico de género. Hace 16 años se decretó en México la ley por una vida libre de violencia para las mujeres, pero actualmente siete de cada 10 (mayores de 15 años de edad) han sido víctimas de algún tipo de violencia; de las 113 mil personas desaparecidas, el 25% son mujeres; y las madres buscadoras y sus organizaciones son víctimas de violencia vicaria y represión, además, carecen de apoyo estatal.  

Entre las exigencias de las trabajadoras destacan: aumentar los días de licencia por maternidad, actualmente les reconocen 45 días posterior al parto, aunque para asegurar la lactancia exitosa debe ser de 4 meses; mejorar la atención prenatal, ahora sólo el 71% de las mujeres embarazadas la recibe; reducir el número de nacimientos en madres menos de 18 años (uno de cada cinco ocurre hoy); garantizar el acceso al aborto seguro y gratuito a nivel nacional; reducir la mortalidad materna en mujeres indígenas. 

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Las mujeres mexicanas seguirán siendo explotadas y oprimidas, si los gobiernos no promueven que el trabajo doméstico y de cuidado de infancias, enfermos crónicos y adultos mayores sea responsabilidad social, en lugar de obligación casi exclusiva de mujeres. La atención a sus demandas requiere importantes montos presupuestales, eso significa que la nueva presidenta tendrá que reducir los recursos millonarios destinados a tareas de seguridad nacional (hoy en manos de militares) y reconocer que la política de los “programas de ayuda” es insuficiente para resolver las grandes carencias sociales. 

Que gane una mujer la presidencia no será un hecho histórico ni de impacto para las mujeres, si su gestión prioriza la continuidad a las políticas de la cuarta transformación, establecidas por su antecesor, Andrés Manuel López Obrador. 

 

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* Formó parte del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), creado en 1986 por estudiantes en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Claudia Sheinbaum y Adriana Hernández Alarcón fueron delegadas en el CEU, por parte de las facultades de Medicina y Ciencias en 1988. 

 

Fotografía de portada tomada de la cuenta en X: @Vando_rues