Por: Carlos Askunze Elizaga / Participa en Fiare Banca Ética y en REAS-Red de Economía Alternativa y Solidaria de Euskadi 

Desde que estallase la última y más devastadora crisis financiera, representada simbólicamente por la quiebra de Lehman Brothers, el 15 de septiembre de 2008, quedó al descubierto el verdadero funcionamiento del sistema capitalista, basado en la maximización de beneficios en el menor tiempo posible y por encima de sus efectos para las personas, el planeta y la sostenibilidad de la vida. Un sistema hiperfinanziarizado y especulativo que ha aumentado el empobrecimiento y la desigualdad en todo el mundo, así como la concentración del poder económico y político en menos manos. 

Es obvio que la solución a la magnitud de los problemas que genera el capitalismo requiere de profundas transformaciones estructurales (económicas, políticas, sociales y culturales) que modifiquen su funcionamiento. 

Nos enfrentamos al reto de movilizar una respuesta social y política global y contundente que democratice la economía, la política y la propia vida, secuestradas hoy por el capital. 

En ese camino, debemos conjugar la estrategia de denuncia y movilización, con el desarrollo de iniciativas que quiebren la lógica capitalista y ofrezcan espacios económicos alternativos basados en principios como la cooperación, la no lucratividad, la reciprocidad, el feminismo, la sostenibilidad ambiental, la equidad o el compromiso con la comunidad. Con ello, además de demostrar que son posibles propuestas alternativas, la propia ciudadanía y los movimientos sociales vamos reapropiándonos de espacios arrebatados por el sistema. 

Desde esta perspectiva, son muchos los aportes y prácticas que están desarrollando actualmente las llamadas “economías transformadoras”, como la economía social y solidaria, la feminista, la ecológica o la de los comunes. Entre ellas están las diversas iniciativas de financiación alternativa: fondos populares, comunidades de autofinanciación, cooperativas parabancarias, crowdfunding• y financiación colectiva, monedas sociales y otras formas no monetizadas de intercambios… En este ámbito se sitúan las experiencias de banca ética. 

La banca ética persigue recuperar el valor social del dinero, colocarlo al servicio de la economía real a través de la financiación de iniciativas de impacto social positivo y posibilitar que la ciudadanía tenga en sus manos el control de su dinero. Las diferentes variantes de esta propuesta tienen en común el objeto de desarrollar herramientas de intermediación financiera que ofrezcan todos los servicios que presta la banca tradicional desde criterios alternativos. 

Un proyecto colectivo que fomenta la participación 

Banca Popolare Etica, nacida en Italia en 1999 y con presencia en el Estado español a través de Fiare Banca Etica, es un banco de carácter no lucrativo que, a través de la evaluación ética, social y medioambiental, financia proyectos de alto valor transformador. Así, los depósitos de ahorro de las personas y organizaciones que compartimos estos principios sirven para financiar el desarrollo de la economía cooperativa, social y solidaria, los valores transformadores, la agroecología, la cooperación para el desarrollo y el comercio justo o la lucha contra la exclusión social. Obviamente se excluye la inversión y financiación de proyectos y empresas que resulten nocivas para la humanidad y el planeta. Todo ello bajo el principio de transparencia, por lo que son públicos todos los datos de la entidad a través de la publicación anual de su balance social (https://balancesocial.fiarebancaetica.coop), así como los de los proyectos financiados, cuya información se actualiza en las propias páginas web del banco. 

La otra característica clave de esta iniciativa es que se trata de un proyecto colectivo que fomenta la participación. Su fórmula jurídica y su estructura organizativa es la de una cooperativa y, además, cuenta con un desarrollo asociativo basado en los llamados “Grupos de Implantación Territorial” (alrededor de ochenta que, formados por personas socias voluntarias, desarrollan en su territorio acciones de sensibilización e implantación del banco). 

En la actualidad, el conjunto de la institución reúne a más de 40 mil personas y organizaciones socias que aportan 67 millones y medio de euros de capital social, y tiene activos 1.505.942.000 euros en ahorro y 916.546.000 euros en préstamos. Esta iniciativa está asociada a diversas redes de banca ética, finanzas alternativas y economía social y solidaria, tanto en Europa como internacionalmente. Una pequeña muestra de que la ciudadanía y los movimientos sociales son capaces de desarrollar proyectos autogestionarios en el ámbito económico y contribuir con sus prácticas y valores a la lucha por la transformación del actual sistema capitalista.

 

 

*Microfinanciación popular