Pilar Mármol/Observatorio contra el Acoso Callejero Guatemala

Cada camino recorrido y cada logro alcanzado por las mujeres en las luchas diversas por una vida digna y libre de violencia, mantienen la esperanza por la transformación de las condiciones de desigualdad y de opresión que aún son vigentes en un sistema que se entrelaza entre patriarcado-capitalismo-colonialidad.

A inicios del mes de abril de 2019, y después de un proceso de casi cuatro años, fue aprobada por unanimidad en la Cámara de Diputados de Chile, la ley conocida como Ley de Respeto Callejero, la cual tipifica conductas de acoso sexual en espacios públicos, tales como: persecuciones, exhibicionismo y acoso verbal. Desde el Observatorio contra el Acoso Callejero en Guatemala reconocemos este enorme esfuerzo que fue impulsado por las compañeras del Observatorio contra el Acoso Callejero de Chile, para hacer visible una realidad de violencia que sigue siendo naturalizada y que en la mayoría de los casos afecta a las mujeres.

En Guatemala, han habido varias propuestas de ley para tipificar el acoso sexual como un delito. La última de éstas se presentó en el año 2017 con la intención de modificar la Ley contra la violencia sexual, explotación y trata de personas. Sin embargo, como suele suceder con este tipo de iniciativas que interpelan la normalidad machista y patriarcal, las posibilidades de avance de éstas dependen mucho de las coyunturas y la correlación de fuerzas.

Sabemos que los avances legislativos para el reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres y la protección contra las formas diversas de violencia, son barreras importantes para contrarrestar la violencia patriarcal, pero estamos cada vez más convencidas que no son la única vía para la trasformación; sobre todo en contextos como el de Guatemala, donde la experiencia de las mujeres en el acceso a la justicia se entrecruza con el de la re victimización y la impunidad; de allí nuestra insistencia como Observatorio de propiciar espacios de diálogo y reflexión sobre estas formas de violencia, para construir colectivamente nuevas maneras de relacionarnos y de disfrutar de los espacios.

Nos encontramos en un momento en el que la fuerza de las luchas feministas en el mundo es incuestionable, en donde seguimos aprendiendo a tejer redes entre nosotras para no sólo denunciar las múltiples expresiones de violencia que nos pasan por el cuerpo y trastocan la vida, sino pensar y poner en práctica ese mundo más justo y digno en donde queremos ser y vivir. Estamos conscientes que a medida que más tejemos estas luchas, la embestida violenta del sistema dominante busca imponerse para frenarnos, por lo que el reto seguirá siendo la articulación entre nosotras, reconociendo nuestras diferencias pero habilitando puentes para que nuestras luchas por la transformación sigan resonando.

Título: Consigna feminista utilizada en diversos países.