Por: GT Menstruante 

 

Hablar de menstruación implica reconocernos desde la ciclicidad y el movimiento. Altos, bajos, líneas rectas, espirales, silencios y ecos. Sí, menstruamos algunos días, pero es solamente una fase, un momento de algo más grande; nuestro cuerpo se mantiene en constante movimiento, somos personas dinámicas, hormonal y energéticamente.

 La fuidez y las diferencias entre los cuerpos y personas nos permiten saber que no existe un ciclo menstrual “correcto” o “único”, sino que cada cuerpo y cada ciclo es diferente, y el camino se recorre mientras aprendemos a escucharnos y a reconocer nuestras pulsiones. El sistema capitalista noreconocelasespirales,lasciclicidadescontenidas en nuestros cuerpos, eso requeriría darle espacio y validez al descenso de energías, a la muerte y a la oscuridad que, dentro de un tiempo lineal, no son percibidas como “productivas”. Sin embargo, nuestra menstruación nos recuerda que nuestra naturaleza es cíclica y abrazarla hoy, es una revolución. 

Nosotres también somos naturaleza 

Prestar atención a los cuidados que le damos a una planta, por ejemplo, puede servirnos para observar en sus mutaciones nuestra propia ciclicidad. Podemos también observar la luna y sus fases como referencia. La luna nueva se vincula con la menstruación, es la fase de introspección y caricias personales. Luego está la luna creciente o la fase pre-ovulatoria, un período de volver a nacer y transicionar, de nuevos aprendizajes y dejar uir. En estos momentos podemos potenciar la concentración, la claridad que desembocará en creación en la siguiente fase. Ovulamos de la mano de la luna llena, un momento cargado de energía vital vinculada a la creación. En luna menguante, fase pre-menstrual, las energías comienzan a serenarse y una vez más tenemos la oportunidad de caminar hacia adentro. Son días que nos permiten limpiarnos y soltar cargas innecesarias para volver a iniciar. 

Es importante reconocer que cada persona experimenta las fases de una manera diferente, por lo que la escucha y la contemplación son fundamentales para encontrar hábitos y actividades con las que nos sintamos cómodes, más allá de los esquemas y referencias universales. 

Para llegar a ese estado de armonía entre las pulsiones cíclicas y los quehaceres diarios, recomendamos llevar un registro, una agenda lunar, un diagrama o inclusive aplicaciones para celulares, donde vayamos haciendo anotaciones de qué sentimos física y energéticamente. Conocer nuestros propios patrones y tendencias será la puerta que nos permitirá desmontar la narrativa de la productividad lineal y constante, y reconocer que -por momentos- deseamos crear, en otras ocasiones destruir cargas no deseadas e inclusive honrar la validez de existir en contemplación por ratos, estar. 

Otro elemento que resulta clave para la vivencia plena de nuestra ciclicidad menstrual, es la posibilidad de manejar nuestro ujo con la alternativa que más se adecúe a nuestras circunstancias y preferencias. Lo más popular en las últimas décadas ha sido la utilización de productos desechables como toallas sanitarias o tampones. Si bien estos productos se encuentran fácilmente en las despensas y farmacias, sus costos económicos no son accesibles para todes. El decantarnosporunaopciónalternativatambiénnos encamina a dejar de consumir productos fabricados por empresas farmacéuticas transnacionales. Éstas, lucran con nuestra salud al utilizar materiales tóxicos para la elaboración de toallas y tampones, sin informarnos apropiadamente, contaminando la tierra, nuestros cuerpos y estigmatizando nuestros ciclos con campañas de desinformación orientadas únicamente a las ventas. 

Encontrar opciones no convencionales para el manejo de nuestra menstruación nos permite recorrer un camino en el que nos reconozcamos como parte de las redes entrelazadas del ecosistema de la vida, velando por nuestra salud y la del planeta, haciéndonos conscientes de la estrecha relación entre ambas. Las alternativas al uso de desechables son accesibles generalmente en espacios de economías auto gestionadas, y por lo tanto su alcance es de menor escala que aquellas ofrecidas por la industria farmacéutica. 

Tener otras posibilidades no industriales a las cuales recurrir será un primer paso para reconectarnos con nuestro ujo menstrual desde la opción y no la imposición cargada de estigmas. Escuchemos a nuestro cuerpo y elijamos lo que nos haga sentir mejor. Una de las alternativas más populares es la copa menstrual. Ésta es un dispositivo que recolecta la sangre menstrual y nos facilita observar la composición del ujo, estar atentes de los cambios en colores, texturas y olores a lo largo de nuestros días menstruantes; también nos permite trasladar nuestra sangre a otro recipiente para ser utilizada en tinturas medicinales, para regar nuestras plantas o para la elaboración de arte menstrual. Utilizar toallas de tela nos acerca a las vivencias y saberes de nuestras abuelas, permitiéndonos la expulsión saludable y el uir libre de nuestra sangre y sin necesidad de tener nada dentro de nuestro canal vaginal. La utilización del sangrado libre como estrategia menstrual nos permite sentir la fuerza de nuestro vientre para contener y dejar correr nuestra sangre, sin temor a manchar o a incomodar a otres. 

Todas estas opciones (y otras, como la esponja marina y otros tampones naturales) pueden utilizarse alternadamente, tomando en cuenta niveles de in amación, cólicos y accesibilidad. En un mismo ciclo podemos llegar a utilizar la copa, si tenemos mucho movimiento en el día; las toallas, si vamos a estar fuera de casa, pero sin tener que realizar mucha actividad física y el sangrado libre si tenemos la opción, y por qué no decirlo, el privilegio de quedarnos en nuestro espacio, en la medida en que aprendemos a controlar nuestros músculos y el sangrado. 

Estas son únicamente sugerencias. Como en las estaciones del año, cada una de las fases de nuestros ciclos tiene sus luces y sombras. Conocerles es conocernos y darnos la oportunidad de acercarnos a una cotidianidad más cercana al bienestar, la comodidad y la armonía. Cada ciclo puede ser diferente, por lo que las prácticas de autocuidado pueden no ser las mismas todos los meses, ni ser compartidas con otras personas. Sin embargo, algunas pueden ser comunes y sanadoras. Compartimos éstas que, en nuestro proceso de autodescubrimiento y caminar, nos han hecho sentir bien, felices, hermoses, cómodes y plenes en nuestras diversas dimensiones. 

Conocer nuestro cuerpo tiene un potencial revolucionario, porque implica recuperar nuestro territorio bajo nuestros propios términos. Acercarnos a nuestra dimensión física desde el amor y el autocuidado puede contribuir a que interactuemos cotidianamente, mucho más segures de lo que deseamos recuperando la fuerza para rechazar lo impuesto que no encuentra cabida en la fluidez de nuestra ciclicidad.