Yadira Monterroso / Psicóloga humanista existencial 

Describiré brevemente una experiencia de acoso laboral que me ha supuesto experimentar mucho sufrimiento y, a la vez, adquirir una gran dosis de conocimiento y sentir mayor empatía hacia la víctimas de abuso, especialmente psicológico. Guardaré nombres de personas e instituciones para resguardar a inocentes que también han sido perjudicadas. 

El acoso laboral como todo fenómeno de violencia sistemática, tiene un patrón reconocible cuando recientemente has estado sometida a este tipo de agresión. 

¿Qué es el acoso laboral o Mobbing?

Es un hostigamiento constante, generalmente a nivel psicológico y sexual, se da principalmente de jefe a subalternos (en mayor ocurrencia) y entre compañeros de trabajo. 

Iñaki Piñuel, experto en temas sobre acoso laboral, escolar y relaciones afectivas con psicópatas, explica 42 claves del acoso laboral en el libro Mobbing: cómo sobrevivir al acoso psicológico en el trabajo. Según él, los abusadores son perversos narcisistas, psicópatas y sociópatas; son abusadores en todos los ámbitos de su vida: familia, pareja, centro educativo, laboral… 

Para hablar del abusador prinicipal, me referiré a él como el psicópata; considero que si no se nombran estos trastornos, se tiende a trivializar el abuso. Llamarle psicópata da conciencia del abuso planificado e intencionado, no son dificultades laborales o institucionales, es total y brutal violencia psicológica. 

Conocí al psicópata en trabajos anteriores, pero en ese momento no tenía un cargo de jefe. Desde el inicio hubo varias alertas que no supe identificar. 

Quién sospecharía que tu compañero de trabajo (psicólogo, con maestría en psicología social) es un psicópata. Desde el inicio intentó seducirme, violando mi espacio personal, tocando partes de mi cuerpo por accidente, interrogándome constantemente sobre mi vida sexual. Hacía un listado de supuestas deficiencias y defectos de todas las compañeras del equipo, de lo único que hablaba era de eso o de temas que a mí me interesaban con la intención de encantarme “con su sabiduría”. Durante tres meses resistí con mucha firmeza. Tenía la intuición, sensación, de que el psicópata era una mala persona, manipuladora al extremo. 

¿Cómo olvidé todas las señales de alerta y confié en él? 

El trabajo era muy difícil, bajo estrés muy fuerte, lo que me causó un desgaste por empatía (síndrome del quemado). Estaba aislada del equipo, desinformada, manipulada, engañada y confiada sólo en él. Se había encargado de ponernos a las compañeras una contra otras y, debido a nuestra socialización, todas caímos en la trampa. 

Según Piñuel se cae en la trampa cuando “mordés la manzana envenenada”, cuando se asume una culpa impuesta por el agresor. Yo empecé a confiar ciegamente en él y eso me llevó a caer en una telaraña: todo lo que él decía era correcto, tenía superioridad moral, no mataba una mosca, los demás sí eran incompetentes e inmorales; todo producto de técnicas de manipulación y tortura psicológica. 

Las víctimas de psicópatas integrados, así como expertos en el tema, han identificado más de 35 formas de abuso psicológico que los victimarios usan para depredar. Aquí algunas de éstas: 

Círculo de abuso narcisista 

1. Idealización, bombardeo amoroso o seducción.

2. Manipulación e intimidación.

3. Malos tratos: amenazas continuas e intermitentes, primero encubiertas y después descaradas y en público.

4. Cuando la víctima logra escapar o cortar la relación de abuso, se da una campaña de desprestigio de la víctima, manipulando la percepción de las otras personas.

 5. Asesinato psicológico, social, laboral, económico y o físico de la víctima. 

El psicópata utilizaba contra mí, amenazas encubiertas, todos los días, técnicas de manipulación constantes; usaba procedimientos institucionales para hacerme saber que debería acceder a todas sus demandas irracionales, como la tortura sexual, para no terminar desprestigiada a nivel laboral. Utilizaba la manipulación psicológica también con compañeras de trabajo para que fueran cómplices del plan deliberado de acoso. 

Cuando viajábamos en el mismo carro, manejaba de forma negligente, haciendo comentarios como ‘si yo quiero, hoy moriremos’, para hacerme saber que podía acabar con mi vida cuando le diera la gana. Muchas personas fueron observadoras y partícipes del abuso, unas activamente y otras haciendo silencio, naturalizándolo y nombrándolo como problemas de equipo. 

Durante meses, mi salud se deterioró de manera muy notable. A nivel físico, aparecieron problemas gastrointestinales, pulmonares, dolor crónico, caída del cabello, taquicardias, inflamaciones generalizadas, daño renal. A nivel psicológico, cuadros depresivos, ataques de ansiedad, de pánico, deseos incontrolables de morir, desvinculación de la realidad, incapacidad para procesar a nivel emocional, y para nombrar lo que sucedía, ideas repetitivas e invasivas sobre imágenes, ideas, sonidos, sucesos inexplicables, pérdida de memoria. A nivel social, silencio y aislamiento. Todo eso tenía un nombre :“sindrome de estrés post traumático”. Según Piñuel, de manera inconsciente, la víctima de acoso por psicópatas puede convertir en somatización el acoso. 

¿Cuál fue el camino de la recuperación? 

Escuchar conferencias y testimonios de sobrevivientes de abuso narcisista y psicopático; el conocimiento es poder y te da una sensación de control sobre el abuso. 

Unirme a grupos, leer mucho sobre el trastorno de la tríada perversa: narcisismo, psicopatía y sociopatía. Intentar describir lo que me pasó, dándole los nombres que describen el fenómeno, llevar procesos intensivos de psicoterapia con un psiquiatra y una terapéuta feminista, usar plantas medicinales para estabilizar el sistema nervioso. Informar a mis amigas, familiares, pareja y otras personas cercanas, que había pasado por una situación de acoso laboral, que estaba en recuperación y que por favor estuvieran pendientes de mí, porque me costaba cuidarme a mí misma. 

Llamar al abusador psicópata me da noción de que es un problema de él, y me ayuda a desprenderme de la falsa culpa, que me ponía en un rol de víctima que me costaba dejar. 

Los abusadores se esconden tras una institución, una familia o una pareja, dan imagen de personas normales y de confianza para poder depredar más y mejor. 

Hay que informarse y estar muy atenta a tu entorno. Nunca dudar de una misma, ser fiel a tus instintos y no dejarse engañar por apariencias ni por manipulaciones verbales y culpabilización impuesta. Jamás dejar de lado el autocuidado, y cultivar la auto percepción, nunca negociar los valores éticos y morales por temor a perder un trabajo o una relación. 

Jamás hay que dudar de una mujer, una niña o niño que denuncia violencia. 

En Japón, cuando una vasija se quiebra en pedazos la pegan con oro, esto para mostrar que de las experiencias más difíciles de la vida, se puede salir fortalecida.