Texto y fotos: Lucía Escobar / Periodista guatemalteca

 

Casi noventa estudiantes mujeres del campus central de la Universidad de San Carlos y de los centros regionales de Izabal, Quetzaltenango, Totonicapán, Chiquimula, Sololá, Huehuetenango y San Marcos, realizaron un encuentro donde compartieron talleres artísticos, terapias, exposiciones sensoriales eróticas, cursos de Tai chi chuan y Contact, así como música y reflexiones sobre el papel de las mujeres en la dirigencia estudiantil.

Julia Silvestre, organizadora de este evento, recuerda que todo nació cuando, a finales de 2018, se realizó el encuentro estudiantil mixto “Haz que se parezca a ti la tempestad”. Las mujeres participantes de ese evento expresaron la necesidad de generar espacios seguros  para ellas, de diálogo,  intercambio y articulación entre estudiantes, para reflexionar alrededor de la violencia instalada en la cultura organizativa del  movimiento  estudiantil,  a  causa de la contrainsurgencia como trauma colectivo. “A  partir  de  ahí  surgió  la  necesidad  de  crear  una propuesta que metodológicamente pudiera generar diálogos mucho más profundos alrededor de la violencia como generadora de espacios hostiles que alejan a las mujeres, comunidades diversas, mayas, personas con discapacidad, etcétera, de participar más, porque implica asimilar como algo propio la violencia, para poder ser reconocida, y esa es una cuestión que desgasta y limita la articulación y facilita enquistamiento de caudillismo y de liderazgos tóxicos para el movimiento estudiantil, así como la cooptación de espacios”. De ahí surge la idea de hacer este encuentro. “Le decimos Movimienta porque reconocemos que el idioma español está basado en privilegiar la mirada masculina sobre las cosas, el idioma se construyó sobre esa idea y queremos ser irreverentes al mejor estilo sancarlista”

Marleny Luna es estudiante de la Escuela  de Psicología, coordinadora de la comisión de memoria histórica e integrante de El Colectivo. Ella considera que las asistentes coinciden  en  querer  luchar contra el acoso y la violencia de género dentro de  la universidad, en erradicar  un poco  el machismo  y en fomentar que las mujeres sientan la necesidad de ir desplazando a los hombres de los espacios de poder. “Este encuentro surge desde otra mirada,  no es un encuentro donde hay ponentes y hay público, ni donde se recalca lo académico desde lo occidental, sino que va desde el sentir de nuestros cuerpos, la percepción de nosotras mismas desde el espacio de la universidad y cómo el autocuidado se ha recalcado mucho en este proceso. No es una situación de desgastar a las asistentes con conocimientos, es un autoconocimiento desde el entendimiento corporal y desde lo que son los sentires que las estudiantes universitarias comparten”.

Para lograr esto, se invitó a mujeres como Alejandra Garavito Aguilar, bailarina, gestora cultural y psicóloga, quien realizó por las mañanas talleres de movimiento, además mostró una pieza de danza contemporánea con base en la improvisación, hablando de la memoria histórica de las mujeres y de su historia familiar. “He visto las distintas formas en las que las mujeres se construyen como feministas; las partes de su mente que han construido e instruido con teorías y procesos de diálogo, aquí están viendo cómo las traducen a vivirlas en su cuerpo todos los días. Me ha gustado conocer los otros espacios desde donde luchan las mujeres, yo lo hago desde mis movimientos culturales artísticos, y ahora he conocido mujeres que lo hacen desde la universidad, desde los espacios políticos y otras, desde aldeas fuera de la ciudad.”

Aquí eligieron otra forma de tratar los problemas de la violencia, de contarse los enojos y lamerse las heridas, por medio de la sanación, el arte y    el diálogo. También utilizando todos los sentidos para adquirir conocimiento. Como en el caso de la instalación Memorias vivas que interactuó con las estudiantes desde los sentidos para rescatar el pensamiento, la palabra y la humanidad de las mujeres que han abierto brecha en la universidad como Rogelia Cruz, Yolanda Colom, Walda Barrios, Patricia Samayoa, Mayra Gutierrez, Silvia Azurdía, Ana Silvia Monzón, Sandra Morán, Emma Chirix, Yolanda Aguilar, Sonia Escobedo, Aura Cumes, Verónica Sajbín, Rebeca Vargas, Sandra Xinico y Lenina García, entre otras.

Lía Rabanales, estudiante de antropología y coorganizadora del evento, opina que: “como no todas somos iguales, hay distintos tipos de feminismo que se viven de distintas maneras, pero todas confluyen en la necesidad de defender la Universidad para nosotras. Me ha impactado esta capacidad que tenemos entre mujeres para reconocernos aunque seamos extrañas, de sentirnos seguras en un espacio solo de mujeres. Y cómo, también en estos espacios, hemos logrado empezar a romper patrones de rivalidades históricas dentro del movimiento estudiantil y estoy segura de que gracias a nosotras se logrará unidad”.

Una de las invitadas más jóvenes fue Mactzil Camey Rodríguez de 19 años oriunda de Chimaltenango,  quien  se  sintió  libre  “como  un colibrí que puede volar, salgo de este encuentro con impulso para poder hacer grandes cosas y tener nuevas metas. Me ha impactado ver cómo tantas mujeres estamos unidas, cada una tiene un arte, una forma de pensar y somos tan diversas que en conjunto nos hacemos solo una y eso es muy importante”. Ella insta a las mujeres a seguir tejiendo esta hermandad, a seguir construyendo ternura y amor entre todas.

La activista de derechos humanos de la comunidad indígena de Alta Verapaz, Mónica Estefanía Chub Caal de 28 años, agradece la invitación al evento donde pudo compartir sus propias experiencias de trabajo, luchando y resistiendo en una comunidad indígena y en su condición de mujer trans. “Vivimos en un mundo discriminador y sufrimos los mismos acosos y violencias.”

Julia Silvestre, reconoce la necesidad profunda que hay en las estudiantes de seguir indagando en Lo personal es político. “Lo personal atravesado en la corporalidad, en las historias de vida, en reconocer la importancia de nombrar las disputas que se aterrizan en nuestros cuerpos y de trabajarlas no solo en la cuestión teórica e intelectual, sino también en lo emocional. Hay una necesidad bastante urgente de nombrar su autonomía como sujetas políticas y crear formas de activismo que trascienden las que tenemos ahora”.

Lograr un poco más y más

Algunos acuerdos a los que llegaron fueron: llevar la Movimienta a centros regionales y barrios, para fomentar el arte y cuidado colectivo, así como las memorias vivas de las mujeres; gestionar espacios de autocuidado en la USAC, como talleres de arte, tertulias feministas, de sanación; lograr que estas experiencias lleguen a más mujeres; lograr que haya más voces feministas. Además, desean constituir la asamblea feminista universitaria, una propuesta que surgió en el encuentro de mujeres universitarias, en mayo de 2019 organizado por las hermanas de la Enredadera de Mujeres. También buscan gestionar una mejor comunicación, visibilizar a las mujeres y lograr un espacio o una columna de opinión en algún medio.