Silvia Trujillo/ laCuerda

 

Representantes de los pueblos indígenas del continente se reunieron en Guatemala, por invitación de la Coordinación y Convergencia Nacional Maya Wakib´ Kej, en una reunión preparatoria de la VI Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala, así como la III Cumbre Continental de Mujeres y la IV Cumbre de Comunicación Indígena. Llegaron de Honduras, Bolivia, México, Ecuador y Argentina para dialogar sobre problemas y desafíos comunes que enfrentan. Las mujeres indígenas, defensoras del territorio y la vida, saben que sus propuestas chocan de frente con los intereses del capital, pero también saben que su enfrentamiento férreo al despojo que propician los estados constituye una alternativa concreta frente al sistema de muerte. Por eso las criminalizan y pretenden silenciarlas, pero ellas no están dispuestas ni a callar ni a retroceder.

“Mis abuelas se han callado, pero yo no, yo no me callo, ya no”

Luisa Lozano Quizhpe es kichwa saraguro, originaria de la comunidad de Lagunas de la provincia de Loja en el sur de Ecuador. Tiene 43 años y es dirigente de las mujeres de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), territorio donde viven 18 pueblos y 14 nacionalidades. La participación de las mujeres en la CONAIE es del 30 por ciento, y si bien es cierto que habrá que seguir trabajando para conseguir la paridad, Luisa reconoce que ha habido cambios significativos para las mujeres indígenas. “Hemos roto el miedo, ya no nos callamos como antes y eso es un avance importante, yo puedo caminar libremente con mi traje, yo tengo voz y valentía para hablarle a los políticos, no me someto y no me callo”.

Ella ha sido parte del movimiento indígena desde hace muchos años, y por su resistencia ha estado criminalizada desde 2015. “En agosto salimos a las calles hartos de la violencia y la vulneración de derechos, el 17 de ese mes hubo una gran represión al pueblo Saraguro. Yo vi como arrastraban como a un animal muerto a una vecina mía que estaba embarazada, entonces me puse de frente a pelear con la policía y por esa afrenta me metieron en la cárcel por 16 días. Salimos con medidas sustitutivas y desde ahí he recibido amenazas y chantajes. Me sentenciaron a cuatro años de prisión, pero yo no los acepté, les dije son ellos los que deberían estar en la cárcel no nosotros, nuestro único pecado fue hacer uso de un derecho que está en la Constitución, el derecho a la resistencia. Desde ahí digo que Luisa jamás se doblega ante la injusticia”.

Señala enfáticamente que “todo lo que los pueblos hemos logrado ha sido fruto de la resistencia y de la lucha colectiva, los estados en Latinoamérica no nos han dado nada gratis”. En su país, en 2008, se promulgó una constitución donde se reconoció el carácter plurinacional del Estado, pero hasta la actualidad no se ha logrado que se garantice plenamente sus derechos colectivos, al contrario, “lo que avanza es el extractivismo, la criminalización, la pérdida de la educación bilingüe intercultural y de la salud intercultural”. Afirma que los pueblos del continente se enfrentan a desafíos similares, debido a que los presidentes de los países han hecho copy paste1 de medidas que buscan el beneficio para las empresas y para unos pocos. “Con ese mal llamado crecimiento económico, de extracción de todo, ellos dicen que van a mejorar las condiciones de los países, pero es no es verdad ¿Cuántos años más tendremos que seguir esperando? Hemos pasado más de cuarenta años reclamando, y todo lo que ellos ofrecen apunta a la destrucción”.

En ese escenario hostil, las mujeres tienen desafíos específicos y la violencia en su contra sigue siendo un problema grave que no todo el mundo acepta interpretar como tal. “Las mujeres necesitamos sanación espiritual, tenemos que romper la maleza de nuestro cuerpo para acabar con el miedo y la violencia, ese autocuidado es vital para romper con la sumisión y poder salir a participar políticamente. También nos formamos fuera de los espacios colonialistas y capitalistas, estamos creando nuestros propios espacios de formación”. El cargo de representación de Luisa culmina en septiembre, a partir de esa fecha ella volverá al trabajo comunitario porque ahí está su compromiso, su pensar y su sentir.

Mujeres mapuches impulsando la descolonización ideológica

Carolina Quintupuray, se define como werken (mensajera) del lof (clan familiar) Quintupuray. Tiene 36 años y reconoce en otra werken, Verónica Hulipan, a su mentora, ella fue quien la animó a participar políticamente. Se ha formado al calor de los procesos de lucha colectivos con su pueblo, con su comunidad y con la Confederación Mapuche de Neuquén, al sur de Argentina, que tiene más de cincuenta años de lucha por la recuperación de sus territorios. Carolina le apuesta a la formación como una de las herramientas principales para enfrentarse al sistema, sabe que esos espacios deben ser creados por la propia comunidad y en el entorno regional, porque los procesos formativos deben ser pensados fuera de lógicas colonialistas. “Tenemos que fortalecer los conceptos, por ejemplo, el propio concepto de Estado plurinacional, hay que hacer una revisión y autocritica porque sabemos que hubo equivocaciones en algunos casos y tenemos que recrear la idea, enfocarnos en un final conjunto de lo que estamos buscando”.

El pueblo mapuche ha enfrentado años y años de persecución y represión debido a su lucha por el resguardo del territorio. Uno de los conflictos más fuertes fue el de Vaca Muerta, donde se llevó a juicio a seis personas por el delito de “usurpación” aunque ellos nacieron allí y su familia ha vivido en dicho lugar desde 1920. En ese territorio se sigue buscando el reconocimiento de la jurisdicción mapuche y “en los últimos días se habló de conformar una mesa de diálogo, y así tendrá que ser porque los gobiernos tienen que entender que se tiene que sentar a hablar con los que resguardan el territorio”. Hay otros conflictos de esta misma naturaleza que llevan años dirimiéndose en el sistema de justicia, pero como señala Carolina “la justicia sigue siendo colonial, el Estado no tiene claro qué es el derecho indígena, no sabe afrontarlo y, si lo hace, lo hace mal, su desconocimiento no nos favorece”.

Sobre las luchas particulares de las mujeres indígenas, explicó que la base del pueblo mapuche es la complementariedad, sin embargo, aclara que el colonialismo le hizo olvidar a los hombres dicho principio y les invadió de machismo. Por eso, “somos nosotras las encargadas de hacerles recordar, tenemos que trabajar en conjunto para fortalecer la idea de que no debe ser así, que debemos ser duales, complementarios y relacionales”. Son ellas las que se ocupan de los diálogos con ellos, para que asuman el compromiso cultural de la descolonización ideológica, y junto con ese proceso, que se entienda cómo se complementan el derecho individual de las mujeres mapuches con los derechos colectivos, “para nosotras es fundamental que ellos entiendan que tenemos que volver a recordar prácticas de complementariedad y dualidad”.

“En Bolivia seguiremos resistiendo”

Segundina Flores es secretaria ejecutiva de la Confederación Nacional    de Mujeres Campesinas Originarias de Bolivia, Bartolina Sisa, la primera organización de mujeres campesinas del continente, cuya creación data de 1980. Han mantenido sus demandas en torno a sus derechos específicos y la recuperación de su dignidad, así como la equidad en la participación política, social y económica.

Desde que Evo Morales asumió el poder lo han apoyado, de hecho, Segundina se refiere a él como el “hermano Evo”, aunque acepta que se cometieron errores que deben ser evaluados “debemos escuchar las críticas, hay que asumir lo malo y lo bueno, creo que nos faltó escuchar a las bases, pero esto que nos pasó en Bolivia nos debe servir de aprendizaje, nos servirá en todo el continente”. Asume que la construcción del Estado Plurinacional implicó avances sustantivos para las mujeres y los pueblos. “Lo habíamos logrado, obtuvimos una Constitución, la paridad y eso fue el resultado de una inmensa construcción colectiva, de debate y consenso de los pueblos indígenas de Bolivia. Específicamente, nosotras como mujeres nos involucramos mucho en la construcción de esa propuesta y en la nueva Constitución política del Estado Plurinacional, hoy nos dieron un golpe cívico-policial-militar y ya en este escaso tiempo se comienzan a sentir los retrocesos”. Los avances del país en términos sociales y económicos “todo lo que recuperamos está volviendo a cero, es preocupante, sé que tenemos propuesta y la fuerza social, pero nos están acallando con persecución política, criminalización y terror de Estado.” A pesar de la militarización y las técnicas represivas desplegadas en contra del pueblo aymara, Segundina no pierde la esperanza “Nuestras bases están firmen, vamos a luchar siempre con paz y desde nuestro concepto de democracia desde los pueblos”. 

Sobre las mujeres y sus luchas en Bolivia, reconoce que aún hace falta seguir profundizando el significado de esa forma de participación política, ya sea dentro del gobierno o de los movimientos sociales. “las mujeres nos tenemos que seguir preparando, forjar pensamiento propio en todos los espacios, no queremos que nos usen, queremos proponer nuestra visión e incidir en los distintos espacios”. Le pregunto sobre las críticas que han recibido por su apoyo a Evo Morales y me responde que “en Bolivia nos han dicho que Las Bartolinas somos machistas y no es cierto, nosotras creemos en la complementariedad, creemos que la pareja debe complementarse y luchar juntos, tanto en lo público y en lo privado”. Utilizan el concepto de warmi/chacha (complementariedad) donde tanto hombre como mujer tienen las mismas obligaciones y derechos, postulan las horizontales y no de sumisión. Aunque así se retoma, Segundina sabe que en la sociedad actual las cosas no se asumen de esa forma. Por eso, cuando le pregunto cómo han asumido los hombres la participación política de las mujeres en puestos de toma de decisión, me responde que “a los maridos aún les cuesta creer que sus esposas son autoridades municipales, nacionales, regionales, y eso es aún una barrera, pero tenemos que seguir explicando y haciendo actividades conjuntas. La educación es nuestra herramienta, debemos seguir formando para la igualdad, seguir defendiendo lo que tenemos, avanzando y seguir cambiando las ideas. Hemos avanzado mucho, pero nos falta todavía”.

El futuro es nuestro

Aurelia Arzú es indígena garífuna de la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH), vino al Encuentro muy triste porque “nos enfrentamos a proyectos de muerte que llegan a nuestras comunidades, pero me voy con esperanza, fortalecida, porque solo unidas como organizaciones lograremos ponerles freno”. Como mujer garífuna, lo peor a enfrentar es el racismo, pero también la criminalización de quienes defienden el territorio. Desde septiembre hasta la actualidad, más de 20 personas defensoras garífunas han sido asesinadas, la mayoría mujeres. “Desde el asesinato de la compañera Berta nos dimos cuenta del odio que nos tienen a las mujeres, nos han militarizado, nos están robando la tranquilidad y la paz en nuestras comunidades, pero nos estamos preparando. Las mujeres damos y sostenemos la vida, somos las que enseñamos el buen vivir y nos están matando. Si nos unimos, el futuro del mundo está en manos de las mujeres, el futuro está en nuestras manos”.

 

 

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1. N. de la E.: copiar/pegar