Cecilia González Urzúa / Socióloga y consultora independiente

En Guatemala, según el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, hay registradas al menos unas 23 mil comadronas1. ¿Cuándo comenzaron a ser reguladas por el Estado las actividades de las comadronas? Se tiene datos que para 19352, autoridades gubernamentales eran las encargadas de aprobar el trabajo de las comadronas, siendo la Dirección de Servicios para la Salud la que les concedía los permisos, únicamente para la atención al parto, por medio de un examen. Así también, las comadronas debían de ir a capacitaciones constantemente. Luego, en 1969, se dio un apoyo más fuerte al programa de capacitación de comadronas y posterior a eso, en 2010 se concretó la Ley para la Maternidad Saludable, que es un antecedente de la Política Nacional de Comadronas 2015-20253.

¿Por qué impulsar una política nacional?

Ellas están presentes dentro del sistema de salud guatemalteco. En los datos más recientes del INE4, para el 2018 hubo 383 mil 263 partos, de los cuales 102 mil 119 fueron atendidos por comadronas. Se puede afirmar que al atender los partos, están de alguna forma dando un subsidio al Estado, ya que le están ahorrando la atención hospitalaria del 27 por ciento del total de partos a nivel nacional. En muchas comunidades rurales con dificultad de acceso, ellas son la única opción de atención en salud que tienen las mujeres.

A pesar de lo imprescindible que resulta la presencia y el trabajo de las comadronas en el área rural, por el acompañamiento durante el proceso de gestación, la responsabilidad de atender a mujeres y niños a nivel comunitario; aparte de esto, son portadoras de conocimiento y sabiduría ancestral comunitaria y constantemente están en proceso de transmisión de ese conocimiento oral a las nuevas generaciones de comadronas que están surgiendo, son constantes las denuncias de ellas en relación con actos de discriminación y racismo que viven dentro del sistema de salud, así también la precariedad económica y de insumos con los cuales realizan su trabajo. Y lo más preocupante, muchas de ellas no cuentan con los medios de vida suficientes para mantenerse de forma autónoma y vivir dignamente.

Una de las demandas más urgentes de las comadronas es la dignificación de su trabajo. ¿Qué implica esta dignificación? Para ellas implica que el Estado las reconozca y les valore por el don que traen al nacer. Esto implica el respeto a su trabajo dentro de los centros de salud, y que no prevalezca el prejuicio de sus prácticas; así también, que no se les criminalice por el trabajo que realizan. Finalmente, pero de igual importancia, es recibir un incentivo económico anual, que les ayude al menos con la movilización y compra de equipo médico.

Para lograr esta dignificación, las comadronas organizadas han impulsado la Política Nacional de Comadronas (PNC) 2015-2025, aprobada por medio  del acuerdo gubernativo número 102-2015; la Ley de Dignificación de las Comadronas se encuentra estancada en tercera lectura en el Congreso de la República, hasta la fecha.

La PNC tiene como objetivo fortalecer su labor, y para eso se plantearon cuatro ejes: a) investigación de saberes y prácticas, b) mejorar relacionamiento del sistema de salud con las comadronas, c) fortalecimiento institucional para la atención de salud materna con pertinencia cultural y d) visualización de las comadronas como agentes de cambio. Sin embargo, esta política a cinco años de ser aprobada sigue engavetada en el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), junto con su plan de acción y proyección presupuestaria.

Por parte del MSPAS no ha habido voluntad política por implementar la PNC, a pesar de que existe un plan de acción elaborado por la Unidad de Atención de la Salud de los Pueblos Indígenas e Interculturalidad (UASPIIG). Sumado a esto, el constante cambio de autoridades, falta de seguimiento a los planes de acción estratégicos, y un débil mecanismo de administración, hacen que sea una institución con debilidades para la gestión de la salud en Guatemala.

Si bien es cierto que las comadronas han impulsado estos procesos institucionales por el reconocimiento de su trabajo, continúan siendo “sujetas incomodas” frente a un Estado que constantemente las ha invisibilizado.

En Santa Rosa una comadrona de ochenta y seis años afirma: “A mí me han quitado mi carnet, pero el que no me quitan es mis conocimientos, no me han podido quitar mis conocimientos, mi trabajo, llega la gente conmigo, aunque ya no puedo caminar pero todavía puedo ver a las personas, llegan a mi casa, los atiendo, con carnet o sin carnet yo voy a seguir trabajando hasta que Dios dice”.5

En este testimonio se visualiza que la rebeldía sigue estando presente frente al sistema que intenta ejercer control social hacia su trabajo, ellas continuan desarrollando prácticas comunitarias a pesar de las prohibiciones y regulaciones. Hay un discurso irreverente con relación a la normativa del Estado que es preciso resaltar en esta coyuntura de agitación feminista en América Latina, en la cual miles de mujeres están en las calles denunciando la constante violencia en la que se vive y exigiendo la legalización del aborto como un derecho a la salud pública.

 

 

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  1. PNC 2015-2025
  2. PNC 2015-2025
  3. PNC 2015-2025
  4. Estadísticas Vitales del INE 2018. Consultado el día 25 de feb. de 2020.
  5. Entrevista a comadrona Rosa Chex, 25 de mayo 2019.