El 13 de marzo se registró en el país el primer caso de Coronavirus y dos días después, todo cambió. Sin preverlo, la gente tuvo que quedarse en su casa, quizá pensando que serían unos días nada más.

Al cierre de esta edición, pasaron ya los primeros 100 días y se contabilizan más de 13 mil personas confirmadas y 547 fallecidas por la COVID-19. La vida de unas y de otros se transformó, la pobreza se ha agudizado y en las calles cada vez se ve a más gente aferrándose a la solidaridad.

El gobierno ha prometido ayudas, pero en infinidad de hogares éstas no han llegado. Muchas personas han modificado su forma de trabajo, pero miles han sido despedidas. En las casas falta comida, hay más tareas que hacer y la convivencia no siempre es fácil. El miedo está instalado, porque el virus anda suelto, pero también porque el dinero se acaba y cada día alcanza menos para la comida, la salud y la educación.

Mujeres en cuarentena

En este Meollo, quisimos dar espacio a mujeres de los distintos territorios que, frente a la COVID-19, continúan la resistencia, están decididas a proteger la tierra y los bienes naturales, a hacerle frente al virus, la violencia, al racismo, al despojo y explotación.

Andrea Carrillo Samayoa /laCuerda

 

Gladis Mucú

Red de Mujeres Indígenas por la Soberanía Alimentaria (Chisec, Alta Verapaz)

“Cuando se dio la noticia, no sabíamos qué hacer, pensamos que sólo iba a ser un mes pero no ha sido así y conforme pasa el tiempo, estamos enfrentando muchas cosas. El bono familiar sólo como unas diez mujeres lo han recibido. Se necesita trabajar y esto no va a terminar mañana. Ahorita es la época de piña y no hay posibilidades de que lleguen los compradores, también se produce cardamomo, pero la gente no se lo va a comer si no lo vende. Hay pocas tierras y menos producción, es verano y cuando falta el agua hay que estar regando. La gente sale, a veces viene con carga de leña, piña o mazorca, y la policía, por el toque de queda, anda detrás, hay personas que han sido detenidas por trabajar; mientras, las empresas de la palma [aceitera], aunque no se pueda circular, siguen trabajando.

Para las mujeres hay sobrecarga porque tienen a los hijos y al marido en casa; no hay agua, y tenemos que ver qué hacer para lavarnos las manos. Muchas tejen güipiles y no hay condiciones para salir a vender; y por el encierro, se limita poner denuncias por la violencia que hay”.

 

Lesbia Villagrán

Resistencia pacífica de San Rafael Las Flores (Santa Rosa)

“Es lamentable, aquí las personas más vulnerables son las más pobres que cada día se empobrecen más; no hay tierras para sembrar frijol ni maíz. Con el toque de queda los ricos se siguen haciendo más ricos. Nosotros como resistencia teníamos un plantón en Casillas y así paramos la mina, con el toque se nos vino a la deriva y nos tocó levantarlo; mientras tanto, los camiones de combustible y cemento han ingresado a la mina San Rafael y la empresa sigue contratando personal. Da coraje esto”.

Rosa Gómez

(Chuarrancho, Guatemala)

“Mucha gente está preocupada por lo que puede pasar más adelante, las tejedoras dependen de vender, y los hombres ya no están yendo a trabajar como antes; hay crisis porque no se puede salir a buscar trabajo.

Cuando esto empezó, subió el maíz, y cuando sólo se podía salir tres horas, se tuvo que tirar la flor de izote porque no hubo camión para transportarla, pero los camiones de la cervecería y la coca cola no descansan.

Con las lluvias las personas han salido a sembrar con miedo, hay quienes vienen con su leña y los han agarrado. Aquí hay poca agua, partes llega, partes no, dicen que no hay que salir por el toque de queda pero hay que ir a los pozos a asearnos.

Nos dicen de todo, pero no nos dan herramientas, no nos dan desinfectante, gel ni nada de eso. En época de campaña [electoral] ahí pasan de casa en casa dejando una palangana, pero ahorita que más lo necesitamos, nadie viene. Dijeron en la tele que iban a dar mascarillas pero ¿dónde están? Si nos ponemos a comprar mascarillas, dejamos de comprar tortillas, eso es lo que aquí pasa, es muy difícil, no tenemos nada”.

 

Gilberta Jiménez

Asociación de Mujeres Indígenas de Santa María Xalapán, Jalapa

“A las mujeres se nos ha acumulado el trabajo de la casa y el que hacemos fuera. Vivimos inseguridad, estamos corriendo riesgos al viajar para hacer algún trámite o mandado, ya que debemos utilizar el transporte de personas particulares que no sabemos quiénes son, pero como tenemos necesidad de movilizarnos, nos arriesgamos. Además, hay que darles lo que cobran y ya no nos está alcanzando.

Como alternativa, hemos estado realizando huertos familiares y comunitarios para tener nuestros alimentos porque la canasta básica subió y la ayuda a Xalapán no ha llegado. Es una lucha de todas y todos porque queremos sobrevivir”.

 

Sofía Tot

Maya Poqomchi (Baja Verapaz)

“Estamos encarceladas, presas en nuestras propias casas, aparte de que nos hace falta la comida y el dinero, nos están matando en las comunidades. Encerradas ¿a dónde denunciamos? Como mujer y lideresa, siento que no me puedo mover ni hablar. En Dos Puentes y Washington (comunidades de Purulhá) que están en resistencia frente a un proyecto hidroeléctrico y una exploración minera, metieron un amparo para no ser desalojados y ahora como no hay policías, porque dicen que están en cuarentena, los finqueros han estado haciendo desalojos extrajudiciales, han atacado a mujeres y hombres sabiendo que no hay modo de salir a pedir ayuda. Es bien difícil vivir así…”.

 

Esperanza Tubac

Asociación Grupo Integral de Mujeres Sanjuaneras (territorio kaqchiquel, San Juan Sacatepéquez).

“Como mujeres mayas ha sido muy difícil, hay un montón de casos y se ha desatado mucho temor hacia la población. Como asociación local, trabajamos en 30 comunidades, nos hemos comunicado con las mujeres para dar información y nos expresaron el temor.

Las comunidades han tomado sus propias medidas porque ni las autoridades locales ni del gobierno han dado mecanismos de cómo enfrentar, entonces llevan control de qué vehículos entran y salen, dan alcohol, gel…

En el centro y en los mercados hay mucha aglomeración, la gente no hace caso de estar en casa, pero las necesidades son grandes. Nosotras hemos estado haciendo acciones porque las mujeres han dicho que lo más urgente es la alimentación, hay embarazadas en estado de desnutrición, abuelos enfermos.

Hay mucha incertidumbre de cómo acceder a las ayudas si no tenemos teléfono y no se puede mandar mensaje cuando llega el recibo. En San Juan no hay mecanismos para que la ayuda llegue; es urgente monitorear desde los territorios esto, así como el cumplimiento del decreto 15-20.”

 

Violeta Quinteros

Asociación de Mujeres Xincas de Chiquimulilla (Santa Rosa)

“Se ha disparado la violencia contra nosotras, hoy en mi comunidad tuvimos la pérdida de una joven de 22 años, de una forma violenta le quitaron la vida, la calcinaron.

Por los toques de queda, los productores no pueden movilizarse ni se puede hacer un jornal con total libertad; quienes nos dedicamos a la siembra, hemos sido afectados por las disposiciones del gobierno, por los horarios no fijos y el cierre de mercados.

Los programas de gobierno son nulos, no hay presencia de las autoridades locales. Hay muchos casos de extrema pobreza, familias donde la alimentación es casi nula, las personas de la tercera edad están en situación de hambruna.

Esta pandemia nos ha afectado demasiado, son un sinfín de cosas de esta emergencia y no estábamos preparados”.

 

María Eugenia Cool

(Cobán)

“La COVID nos vino a afectar a todos en todos los niveles, hay mucha gente que no tiene, y otra tiene para el día. Se elevó el precio de las verduras, la papa, por ejemplo, ha estado a 5 la libra. Aquí se trabaja medio día y luego a encerrarse, a algunos niños de las escuelas les dan su vivieres y algo se ayudan las mamás, hay quienes queremos apoyar a los más necesitados pero los recursos no nos alcanzan.

Ojalá que esto pase pronto, pero el miedo se acerca más cada día cuando aparecen los casos, se espera la respuesta del gobierno pero sus fines van para la gente que tiene y quiere más. Esperamos que con todo esto cambiemos la forma de ver la vida y a las personas, porque a veces nos enfocamos más en discusiones y pleitos y no estamos para eso, hoy hay que ayudarnos mutuamente”.

 

Francela Samol

Comunidad Tz’ununya’ (San Pedro La Laguna, Sololá)

“Aquí se han perdido bastante empleos porque es área turística; personas que trabajaban en hoteles o restaurantes, ya están en el monte vendiendo leña o viendo qué hacen, las mujeres están vendiendo comida rápida.

Han dado bolsas escolares pero sólo a los niños que van a institutos públicos, somos 17 mil habitantes y se han entregado únicamente 120 cajas del gobierno, la muni ha dado su aporte a 1050 familias. Estamos saliendo adelante, hacemos caso a las recomendaciones, la gente sí respeta. Estamos viendo cómo se reactiva la economía, ha habido ayuda comunitaria, se han recaudado víveres. Nuestra resistencia continúa, como mujeres organizadas buscamos los espacios, a través de la tecnología, para seguir nuestra lucha”.

 

Zoila Choc, Isabel Fernández y María Caal

Resistencia pacífica de Santa María Cahabón (Alta Verapaz)

“Aquí los empresarios no acatan las órdenes, los préstamos a saber con quién se quedarán porque el municipio recibe ayudas de gentes de aquí, de comerciantes que se han juntado para ayudar, no del gobierno.” “Y lo que me enoja a mí”, -comenta Zoila– “es que hay algunos de la municipalidad que sólo son pantallas, dan algo para tomarse la foto. Para ayudar no hay que apantallar.”

“Ya no podemos ir a trabajar”, -cuenta Zoila– “yo tengo un poco de negocio pero casi no salgo or el miedo de esa enfermedad, estoy apenada porque los que tenemos venta en los mercados estamos perdiendo.”

María agrega: “Nos sentimos encarceladas, pero como resistencia no bajamos la guardia, seguimos la lucha; esta es la región de las hidroeléctricas y la mayoría en las áreas rurales no cuenta con luz, no tiene posibilidad de recibir el apoyo que promete el gobierno. En la resistencia estamos alertas porque cuando esto termine, seguro van a promover que las empresas sigan funcionando, para después decir que así las personas podrán ser beneficiadas. A mi familia y a mí nos duele esta pandemia también porque en el caso de mi hermano [Bernardo Caal], por el confinamiento y las medidas, tenemos más de tres meses de no tener comunicación con él y eso nos ha afectado y nos duele el corazón”.

 

María Bautista

Resistencia pacífica de Ixquisis (Huehuetenango)

“A 18 horas de la ciudad y con difícil acceso a la comunidad, la pandemia nos ha afectado bastante. Están el ejército y la policía presentes, eso nos crea desconfianza porque sabemos que están cuidando a la empresa; nos hacen creer que nos cuidan a nosotros y, por ejemplo, han dado la orden de parar a los vehículos que vienen a vender las verduras y eso ha elevado los productos.

De las propuestas de apoyo no se ha visto nada, el ejército llegó al municipio diciendo que iba a repartir víveres, pero en el área urbana dejaron 50 bolsas y lo demás lo llevaron a la aldea donde está el alcalde. Piden recibo de luz, pero en nuestra comunidad no hay energía; los niños se han atrasado bastante, les dejan tarea en línea, y el Internet se acaba muy rápido y esto crea gastos a los padres de familia”.

Todas ellas están, como muchas otras personas, temerosas de lo que todavía nos queda enfrentar, pero también están decididas a continuar de pie y hacerle frente a un virus que no nada más lleva por nombre COVID.