Francelia Solano / laCuerda

Foto: Bárbara Sacché

Bárbara Sacché tiene 22 años y 57 mil seguidores en Tik Tok. Con sus videos muestra cómo el racismo marca la vida de una niña indígena, pero también señala alguno de los prejuicios que tienen que afrontar como mujer indigena. Bárbara nació en San Andrés Xecul, pero luego su familia se mudó a Huehuetenango y ahí ha vivido la mayor parte de su vida. Cuenta que ese cambio fue un choque cultural muy grande que tardó mucho tiempo en asimilar. Sacché dice con voz bajita y serena que a temprana edad, cuando fue al colegio y convivió con más niños, fue descubriendo “que era diferente a los demás (…) con una cultura diferente, que no me vestía como ellos y no hablaba como ellos” y así continuó hasta graduarse de diversificado.

“Ya en la universidad las cosas cambian” afirma, piensa que puede ser el hecho de convivir con personas adultas o porque “esas diferencias dejan de importar un poco o uno ya no los ve de esa manera. Quizás uno ya no percibe las actitudes raras de las personas porque ya se acostumbró”.

Su llegada a Tik Tok

“Mis primeros videos fueron con pantalón porque eran las tendencias que estaban ahí. Después comencé con un video utilizando mi indumentaria y de ahí salieron los videos de ‘Diario de una indígena’ por los comentarios de ciertas personas que eran muy despectivos”, cuenta Bárbara.

Tik Tok es una plataforma con 500 millones de usuarios a nivel mundial, tiene un algoritmo que permite la viralización de contenido. Es por ello que los videos cortos de Sacché llegaron fuera de Guatemala. “En algunos videos personas de otros países preguntaban qué tenía puesto y de dónde era esa ropa” pero después de eso, las cosas comenzaron a ser un poco hostiles. Sacché asegura que “después se fueron dando los comentarios de racismo y fue donde salieron los videos de Diario de una indigena”. Los primeros, admite, fueron para defenderse, pero luego “me di cuenta de que estaba hablando por una comunidad que ha sufrido este racismo por mucho tiempo” admite.

Actualmente Sacché estudia administración de empresas y, en sus ratos libres, promueve el empoderamiento de mujeres y niñas indígenas que han sufrido racismo. A la vez, sana las heridas del pasado, comparte sus experiencias y de paso educa a las personas que tienen comportamientos racistas y prejuicios sobre su cultura.

Las cargas racistas y sus consecuencias

En un video Bárbara Sacché habla sobre las secuelas que le dejó el racismo que sufrió cuando era pequeña. Entre ellas el ser un poco tímida y el miedo a socializar por temor a ser discriminada. Sus pasos hacia la superación han sido importantes, tanto que hoy graba videos que son vistos por más de 57 mil personas que le siguen.

Ella se ha encargado de derribar algunos prejuicios, entre ellos, el más frecuente es que le llamen “María” en vez de Bárbara, “a pesar de que ahí dice mi nombre”, añade. Pero no solo le encasillan en nombre, sino también en una ocupación.

Desde los prejuicios, la gente asegura que ella trabaja “como tortillera o como empleada doméstica”. Sus condiciones de vida también han sido motivo de comentarios racistas, entre los más frecuentes apuntan que ella graba sus videos en la “casa del patrón” pero ella responde con palabras que llaman a la reflexión: “Esta persona pensaría que todo está bien si yo grabara en una casa de adobe. De esa forma sentiría que las cosas están como deben de ser” dice en una respuesta de video.

Aceptarse no ha sido fácil, pasó mucho tiempo negándose a sí misma como indígena fuera de las puertas de su casa. Pero las cosas han cambiado, quiere aprender más sobre su cultura y ahora se cuestiona sobre el racismo y la discriminación. También analiza las situaciones que la llevaron a eso.

El racismo se aprende

Sacché dice que el colegio fue una de las etapas más difíciles. En su centro de estudios no había muchas niñas que usaran indumentaria maya o tuvieran la misma lengua materna. Los niños hacían comentarios despectivos, pero ella lo entiende, pues son conductas adquiridas de los padres y que se reproducen en el colegio.

Muchas veces se pregunta si sus ex compañeros de clases, que viven cerca, se han cuestionado sobre si la han discriminado. Pero asegura que los casos más hirientes no vienen de los niños, sino de los adultos. Quizás el que más dolió fue el de una maestra. “Ella me dio clases en básicos y no sé si lo dijo de mala manera, pero me describió ante toda la clase, en el último día y dijo cómo me recordaba en mi primer día: ‘traías tu trajecito amarillo y yo no creí que fueras capaz de sobresalir y estar acá’, por haber sido la alumna destacada de ese año. Eso me pegó bastante porque me hizo pensar ¿por qué ella cree que no tengo la capacidad de estar acá? ¿Eso percibe la gente cuando me ve entonces?

Pero pensé: “Ok, voy a demostrar que soy capaz y merezco estar acá. Porque también esa es una de las cosas que muchas veces piensan, que, por ser indígena, no somos capaces y se nos cierran muchas oportunidades por esos prejuicios.”