Francelia Solano /laCuerda

En una sociedad conservadora como la guatemalteca, sexo parece una palabra prohibida para una considerable cantidad de adolescentes e incluso para algunas personas adultas. Es tanto así que un grupo de jóvenes organizados, menores de 18 años, se ha dispuesto que hablar sobre sexualidad ya no sea un tema tabú para la niñez y adolescencia de sus comunidades. Consideran que dialogando sobre esto, se podrán reducir los embarazos en adolescentes y contribuir para que las niñas y los niños identifiquen el abuso sexual.

Marjorie Gómez y Dayrin Hernández, de 15 y 18 años respectivamente, forman parte de la Asociación de Estudios y Proyectos de Esfuerzo Popular (EPRODEP) y han recibido capacitaciones en APROFAM y con organizaciones como Tierra Viva, sobre temas relacionados con la anticoncepción, embarazos en adolescentes y prevención e identificación de la violencia sexual, entre otros. Tras aprender, Marjorie y Dayrin replican esta información en las escuelas de su colonia en Ciudad Quetzal, San Juan Sacatepéquez.

Yustyn Morales, técnico y facilitador del proyecto “Vidas libres” de EPRODEP, cuenta que actualmente las y los jóvenes dan estas charlas en cinco centros educativos del lugar. “En una escuela un director nos pidió que llegáramos a dar las charlas porque cada año de tres a cinco jóvenes terminan embarazadas”. El embarazo en niñas y adolescentes, además de constituir delito y poner en riesgo su salud, es una de las principales causas de deserción escolar.

Marjorie lo tiene claro: “No hay mucha información sobre métodos anticonceptivos. Cuando los jóvenes estén en edad de decidir sobre sus cuerpos y quieran tener relaciones sexo genitales, las van a tener. Es mejor que lo hagan con información al respecto”.

En estas charlas Dayrin encontró muchas visiones que derribar. Por ejemplo, dice que “tenemos mitos como que los métodos anticonceptivos provocan aborto. Esto es por no tener información y por la poca educación que da el Estado al respecto”.

Propuestas para un municipio

El Centro Ecuménico de Integración Pastoral (CEIPA) es una organización que promueve y reivindica los derechos económicos, sociales, políticos y culturales de la juventud en la comunidad. Esta organización funciona en Retalhuleu, Totonicapán y Quetzaltenango y busca dar participación política a las y los adolescentes en temas que inciden en su vida. Comienzan con un consejo municipal de niñas y niños (10 a 15 años) y luego forman parte de la Red de Jóvenes donde formulan proyectos para sus comunidades, cuenta

Ana Luisa Vásquez, coordinadora del programa. Andrea Kastillo y Henry Gramajo, ambos de 17 años, forman parte del proyecto. Comparten que el tema de educación sexual integral es vital para su seguridad y su futuro. Andrea detecta una problemática a la que se debe voltear a ver: Las denuncias sobre agresión sexual. Añade que “debería haber un espacio en las oficinas municipales que sea seguro para denunciar y donde puedan recibir apoyo psicológico, médico y legal, porque muchas tienen miedo a hablar de cómo quedaron embarazadas”. Explica que no hay una cultura de denuncia en el país, por lo que las “niñas muchas veces tienen miedo de denunciar a sus familiares”.

El tema tabú

Hablar de educación sexual integral es un camino contracorriente. Marjorie expone, por ejemplo, que su mamá le explica temas relacionados con su sexualidad y desarrollo y han sido criticadas por ello. “Solemos encontrar dos grupos de jóvenes: unos donde hablar de sexualidad es tabú y otros que lo aceptan”, cuenta Dayrin.

 

“Muchas veces decimos que nuestros padres tienen la culpa, pero no siempre es verdad; lo que sucede es que tienen poca formación en educación sexual integral y nos mal aconsejan y por eso recurrimos a las redes sociales donde no hay información laica y científica”, agrega Dayrin. Ella cree necesario que los centros de salud sean lugares abiertos donde la juventud pueda llegar a informarse sin miedo a ser juzgada.

Estas adolescentes consideran que hablando de sexualidad pueden lograr que cada vez haya menos embarazos tempranos en sus comunidades. Creen en el poder de la información y por eso seguirán hablando sobre el tema, para que más niñas puedan detectar el abuso y más adolescentes no queden embarazadas ni limiten su acceso a un mejor futuro.