Ana Cofiño / laCuerda

Inessa Stephan-Wild d’Herbenville (1874-1920)

Nació en París y muy pronto migró a Rusia, donde creció en el seno de una familia de industriales adinerados, aunque sensible e ilustrada -los Armand– que la adoptó como hija suya y le dio las mismas posibilidades que a sus vástagos.

Contrajo matrimonio con el mayor de los descendientes y tuvo cuatro hijos con este hombre generoso que sería su apoyo incondicional, aún después que ella se uniera con su hermano menor, con quien tuvo otro hijo y compartió militancia, persecuciones y exilio. Esta familia de ideas progresistas, que apoyó las luchas por el socialismo, fue el espacio inicial donde Inessa adquirió conciencia y conocimientos sobre las relaciones sociales que la rodeaban.

La situación de las mujeres del pueblo, con altas tasas de analfabetismo, el florecimiento de la prostitución y condiciones de miseria, la llevaron a fundar la Sociedad para el mejoramiento de las mujeres en Moscú, de la cual fue electa presidenta en 1900.

La Rusia zarista, con sus injusticias y desigualdades, la llevó a apoyar las luchas políticas contra ese régimen. Así, participó activamente desde las filas de la socialdemocracia obrera rusa, en acciones de propaganda y organización. Su militancia le valió sucesivos encarcelamientos, un destierro cruel en Mezen, al norte de Rusia, (a 37 grados bajo cero), donde padeció confinamiento, enfermedades y finalmente escapó en 1908; y varios exilios en Europa, en los que no dejó de trabajar por la causa. Inessa formó parte de la generación de mujeres que lucharon por el socialismo, como Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Alejandra Kollontai, y muchas más. Con el apoyo de varias revolucionarias dentro y fuera de Rusia, de Elizarova y, Nadeznha Krupskaya, hermana y esposa de Lenin, respectivamente, y de Alejandra Kollontai, lograron -tras arduas batallas con sus colegas hombres socialdemócratas, y libradas a sus propias contradicciones- publicar el primer periódico bolchevique dedicado a las mujeres trabajadoras, Rabotnitsa (Mujer obrera) el Día Internacional de las Mujeres, en 1914, que entonces sacaría siete números.

Inessa no solo consiguió fondos para la publicación, sino que propuso contenidos y temas, fue promotora y editora. Doce mil ejemplares salieron a las calles, pese a la persecución de la Okhrana (policía zarista); los siguientes números, de 16 páginas impresas enfrentaron dificultades, pero se repartieron en fábricas o se vendían por unos pocos kopeks. Esta experiencia sería retomada en 1917 con el triunfo de la Revolución.

Bolchevique y comunista

Consciente de que los camaradas de partido menospreciaban a las mujeres por su falta de formación académica, Inessa hizo uso de su exilio en Bruselas para estudiar economía política, lo que unido a sus dotes como organizadora y su manejo de varios idiomas, le valió para desarrollar un trabajo fundamental de enlace, de formación y de relaciones políticas que desempeñó en Europa.

En París, en 1909, conoció a V. I. Lenin y a su esposa, con quienes entabló relaciones entrañables. Eso quizá fue lo que llevó a algunos autores a afirmar que tuvo una relación amorosa con el líder de la Revolución Bolchevique. Se ha especulado mucho al respecto, pero me apego aquí a la copiosa información que nos da R.C. Elwood, misma que descarta esa relación y nos presenta la imagen de una mujer activa, respetada y responsable de realizar tareas que muchas veces le fueron prácticamente impuestas por Lenin, razón por la cual el autor piensa que ella quería huir de la influencia de este hombre que podía ser atrabiliario, puritano, fastidioso. Así como lo hace Hélène Carrère, en su biografía Lenin, donde afirma que el “grupo daba muestras de una dignidad notable y un profundo respeto mutuo.”1

En las discusiones en torno a las propuestas sobre la familia, que Inessa escribió y le presentó, se evidenció este carácter intransigente. Para ella, la libertad en el amor y en las relaciones sexuales eran una demanda de las mujeres que trascendía la clase social. Lenin, como muchos marxistas de su tiempo, rechazaba lo que oliera a feminismo por considerarlo burgués.

Con el objeto de escribir y estar consigo misma, Inessa, se retiró a los alpes suizos en 1915, donde recibió mensajes de Lenin insistiéndole en acompañarlo -junto con otros exiliados- en su regreso a Rusia. Con reticencias y dudas, Armand volvió a Rusia con las 32 personas, entre revolucionarios y sus familias, en el tren blindado que atravesó Alemania hasta llegar a la estación Finlandia en Petrogrado, en 1917, donde fueron recibidos con ovaciones de la multitud.

Zhenotdel (Sección de Mujeres del Comité Central del Partido Comunista)

Fue una instancia impulsada, entre otras, por Armand y Alejandra Kollontai, dedicada a las mujeres trabajadoras, cuyo objetivo fue resolver problemáticas como salud, educación, crianza, prostitución. Inessa fue su primera directora y desde allí impulsó proyectos que generalmente chocaron contra la burocracia misógina del partido. Entre sus propósitos iniciales, estaba incorporar a las mujeres a la guerra civil, que para 1918 ya se había desatado. En 1920, cuando ésta terminó, la organización de mujeres se enfocó en la formación, y los nuevos objetivos planteados para ese periodo fueron respondidos con un aumento cuantioso de mujeres interesadas en incorporarse. La creación de servicios comunitarios de lavanderías, guarderías y comedores, así como centros de atención para la niñez fueron producto de estas iniciativas que, desgraciadamente, se suspendieron posteriormente, ya con Stalin en el poder.

Agotada por el trabajo que implicó la creación de otro periódico, Kommunistka, publicado y dirigido a las mujeres, bajo el paraguas de la Zhenotdel, donde publicó numerosos artículos, y a la vez afectada por un régimen de trabajo inacabable, con alimentación escasa e inapropiada, Inessa se debilitó al extremo que Lenin la aconsejó que fuese a descansar al Cáucaso. Allí contrajo el cólera y murió el 24 de septiembre de 1920, a la edad de 46 años. Sus restos descansan en la Plaza Roja de Moscú, junto a la llama por la paz.

 

 

1. R. Carter Elwood, Inessa Armand, revolucionaria y feminista, Editorial Viejo topo, España, 2018. Hélène Carrère d’Encausse, Lenin, F.C.E., Argentina, 1999