Mientras el Consejo Superior Universitario se tardó más de año y medio en aprobar un reglamento contra el acoso sexual, las denuncias por parte de estudiantes han continuado. Entre ellas varias contra un docente de la Escuela de Biología, pero aún con denuncias formales los casos no avanzan en la USAC. Organizaciones estudiantiles alertan que el nuevo reglamento no cambiará la situación y exigen que no entre en vigencia.

Pia Flores / laCuerda

Acoso sexual en el Herbario

Iris tenía 23 años cuando conoció a Mario Veliz por primera vez. Era 2014. Después de una operación que le hizo perder la gira de un curso, la estudiante tuvo que hacer horas de reposición en el Herbario de la Escuela de Biología (EB) de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC).

El Herbario funciona como un centro de investigación y documentación de la flora guatemalteca y resguarda una gran colección de plantas secas. Intercalar plantas o dar mantenimiento era algo que estudiantes con interés particular en la botánica hacían con gusto y, algunas, de manera voluntaria. Al principio, para Iris —cuyo nombre real ha sido alterado en este reportaje— el Herbario era como un santuario. Un lugar para tomar un respiro en medio de la carrera demandante, mientras aprendía sobre las plantas.

El curador del Herbario, Mario Veliz, le inspiraba confianza. Su trato era menos formal que el de otros catedráticos y parecía amable. Le ofrecía café cuando le tocaba trabajar en el Herbario, conversaba, aparentaba ser genuino y considerado. “Era casi paternal”, recuerda Iris. Con el tiempo cambió la conducta de Veliz, quien era 26 años mayor que ella.

“Es como que se toma su tiempo para medirte y generar confianza, luego comienza a aprovecharse. Insistía en saludar de beso y me abrazaba, o venía desde atrás y me abrazaba”, narra Iris.

El toqueteo se hizo más frecuente igual que los comentarios. Se acercaba para tocarle el pelo, el cuello o la espalda. O le decía que lo mirara para tirarle besos en el aire. Le comentaba cómo le quedaba su ropa, cómo tenía su pelo, que le gustaban sus ojos, su cuerpo y el hecho de que ella “ya no era una niña, sino una mujer bien madurita”, relata Iris. Los comentarios eran cada vez más humillantes, intimidantes y sexuales.

“Una vez se acercó, me olió el pelo intensamente y me dijo ‘es que usted está como para comérmela a besos’. Yo trataba de evitarlo porque era demasiado incómodo. Una vez yo estaba en la compu y él salía de su oficina y me decía, ‘como quisiera que usted fuera mi esposa, con todos los beneficios’. No lo pude creer”, recuerda la bióloga.

Dejó de ir al Herbario por afición y solo cumplía las horas obligatorias. Se esforzó para evitar a Veliz lo más que pudo y, en un intento desesperado de protegerse, dejó de usar maquillaje y cambió su forma de vestir para no llamar la atención.

En los años posteriores le tocaron cursos donde otra vez era obligatorio trabajar en el Herbario. Con él. Todo empeoró cuando Iris aplicó para ser auxiliar y le asignaron Botánica, el curso que Veliz impartía. Se convirtió en su jefe y el acoso se volvió diario. Cuando estaban a solas o enfrente de las y los estudiantes.

El peor recuerdo que tiene Iris ocurrió durante un exámen en el que estuvo como auxiliar. Desde que Iris entró, Veliz hizo comentarios sobre su aspecto físico con los estudiantes. Ellos comenzaron a responder el examen mientras Iris jaló una silla, se subió y se puso a intercalar unas muestras de plantas que estaban hasta arriba en un armario.

“Con usted arriba se pueden hacer muchas cosas. Su novio debe ser un estúpido por haberla dejado, si con un mujerón como usted se debe de gozar mucho en cualquier posición”, escuchó Iris de repente. Recuerda que los estudiantes también parecían estar incómodos. Se sintió humillada y trató de ignorar el comentario que le había hecho Veliz. Tenía ganas de salir corriendo pero se quedó hasta que el examen finalizó.

“Se me acercó desde atrás, se me pegó, y me dijo, ‘tengo ganas de morderla y poseerla’. Creo que fue uno de los momentos cumbre, donde me di cuenta que él estaba completamente fuera de control. Me dio miedo. Y todavía me dijo algo así como, ‘no me lo tome a mal, usted sabe que es con cariño y que la respeto´”, dice Iris.

El estudio sobre el acoso sexual en el Campus

Entre finales de 2018 y principios de 2019 la Asociación de Estudiantes Universitarios, Oliverio Castañeda de León (AEU) realizó el primer Estudio Exploratorio de Acoso Sexual con apoyo técnico de ONU Mujeres. Los datos recabados en menos de cuatro meses fueron alarmantes. Se reportaron 787 casos de acoso sexual en la USAC de los cuales 477 ocurrieron en la unidad académica de la víctima. En 93.6% de los casos el acosador o agresor fue un hombre y 30% de ellos eran docentes. En cuanto a las víctimas, el 96.6% eran mujeres. De los casos de acoso reportados, 4.7% ocurrieron en la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia (FCQF), a la que pertenece la Escuela de Biología en la que estudiaba Iris.

El estudio evidenció en cifras lo que muchas estudiantes ya sabían y vivían a diario en el campus universitario. También reveló que las personas que se animan a denunciar a través de las distintas instancias universitarias como Rectoría, el Consejo Superior Universitario (CSU) o las juntas directivas de las facultades, rara vez son escuchadas o reciben respuesta. Un ejemplo claro de la falta de implementación de la política de género con la que la USAC cuenta desde 2008.

Partiendo de los datos, el estudio recomendó aprobar un Reglamento para la Prevención, Sanción y Erradicación del Acoso Sexual. Este no solo debía normar la atención ante las denuncias sino la toma de medidas contra los implicados, fueran estudiantes o docentes.

Los resultados del estudio y la propuesta para Reglamento fueron presentados en septiembre de 2019, en un acto público organizado por la AEU y ONU Mujeres. Los recibió el Secretario General de la universidad, Carlos Valladares, quien se comprometió a llevar el reglamento ante el CSU.

El reglamento

Pese a la insistencia de la AEU, fue hasta mediados de 2020, que el CSU decidió establecer una Comisión de Reglamentos para abordar el tema, después de la exposición pública de dos casos graves de violencia sexual contra estudiantes en la universidad.

En enero de 2020 dos estudiantes fueron violentadas en un edificio de la Facultad de Arquitectura, en medio de una actividad del Comité de la Huelga Dolores.

En mayo de ese mismo año Hugo Cabrera, entonces viceministro de Sanidad Agropecuaria y docente de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, fue denunciado por compartir con estudiantes un video de contenido sexual.

En julio la cuenta @CalladasNoMas comenzó a publicar en Twitter testimonios sobre casos de acoso sexual de docentes y estudiantes de las universidades del país. Entre las denuncias aparecieron varias contra Mario Veliz.

Dada la falta de representación en el CSU (solo 9 de 41 integrantes son mujeres) y la falta de participación de personas con conocimiento en la materia, la AEU exigió tener presencia en los debates sobre el reglamento. Desde julio, la secretaria de género de la AEU, Molly Acevedo alertó que el reglamento que estaba en discusión para ser aprobado no era la propuesta de la AEU, sino otra, reducida y con carencias significativas.

El CSU no aceptó la sugerencia de Acevedo de invitar a organizaciones expertas en el abordaje del acoso sexual, como el Observatorio Contra el Acoso Callejero, ONU Mujeres y Somos53.

Hasta el 27 de enero de 2021 la AEU ya no supo más sobre el proceso del reglamento. Ese día Acevedo recibió un correo del CSU en el cual se le informaba que en una sesión extraordinaria, a la que no fue convocada, el 30 de noviembre de 2020, había sido aprobado el reglamento elaborado por la Comisión de Reglamentos y que este entraría en vigencia después de 90 días hábiles. El pasado 11 de marzo el medio oficial de la Universidad, Soy USAC, anunció el nuevo reglamento.

Cambios de forma, no de fondo

Alejandra Mayen es estudiante de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales y una de las autoras del reglamento propuesto por la AEU. Dicho reglamento contiene, en sus 21 páginas, una definición del acoso sexual, una serie de medidas preventivas, una categorización de faltas según su gravedad y las sanciones correspondientes.

Mayen señala varias falencias graves en el reglamento aprobado por el CSU:

  1. La Comisión Universitaria sobre Acoso Sexual de la Universidad será el nuevo órgano encargado de conocer las denuncias. Será compuesto por cuatro personas delegadas por el CSU, y una persona delegada por el sindicato. Pese a que son las mujeres estudiantes las más afectadas, solo uno de los representantes será estudiante y no hay garantías de que sea mujer.
  1. El reglamento no establece ningún criterio para asegurar la representación de mujeres ni de personas con conocimiento sobre el tema en la comisión.“Incluso podría llegar a estar integrada por los mismos agresores o personas que defienden los intereses de ellos, exactamente igual que como ocurría en las juntas directivas”, afirma Mayen con referencia a la ruta anterior de denuncia.
  2. El reglamento aprobado no establece sanciones y las deja a discreción de la comisión. No contempla agravantes ni medidas para garantizar la no repetición o la prevención, y tampoco la traducción del reglamento a idiomas mayas y la adaptación a personas con discapacidad.

“Dicen que después van a establecer un protocolo pero la idea era que un solo instrumento establecía todas las medidas para que fuera más accesible. El protocolo ni siquiera lo han realizado y desconocemos en qué se basará”, explica Mayen.

A más de 10 días de solicitar información sobre el proceso de aprobación del reglamento, las autoridades de la USAC no dieron respuestas para este reportaje.

Iris no está sola

“Todos sabían pero nadie hizo nada. Y de nosotras, nadie se quejaba porque Veliz era amigo de la directora anterior. Daba miedo porque en la Escuela de Biología somos pocos y hablar es cerrarte las puertas si en algún momento quieres un trabajo o si te toca que él sea tu supervisor de tesis”, explica Rosalía.

Rosalía, Melisa y Sofía también fueron alumnas de Mario Veliz en la Escuela de Biología. Entre las denuncias públicas en @CalladasNoMas están las de ellas. Aceptaron elaborarlas con más detalle en entrevista con La Cuerda. Según sus testimonios fueron acosadas sexualmente por parte de Veliz en diferentes momentos entre 2011 y 2019. Aún tienen miedo de represalias en sus carreras por lo que resguardamos sus nombres reales.

Todas narran cómo Veliz solía reírse cuando les decía algún comentario sexista y se escudaba diciendo que eran bromas. Coinciden en que el acoso no sólo ocurría cuando estaban a solas con él, sino también enfrente de otras personas, en la mayoría de las veces otros hombres. Ambas conductas no sólo las aislaban e intimidaban, sino que las humillaban.

“Siempre dice que son bromas. Pero son comentarios que van en contra de la dignidad de una. Como él ve a las mujeres, es como un objeto sexual y así se expresa”, dice Sofía.

No solo Véliz se reía del acoso disfrazado de broma. Rosalía narra que en una ocasión lo encontró en el pasillo de la facultad con otros dos docentes. Ese día ella llevaba un vestido que es mitad rojo, mitad verde:

“Cuando me vio, me miró al pecho y me dijo, ‘ve pues, una madura y una inmadura, aunque yo veo a las dos muy maduritas’. Empezó a reírse. Sus amigos [docentes] también. Solo recordarlo todavía me enoja”, dice Rosalía. Advierte que Véliz no es el único acosador en la Facultad de Ciencias Químicas.

Las cuatro describen a Mario Véliz como alguien que creía que les hacía un favor al acosarlas, que se sentía “el papi de la facultad” y como un hombre sumamente machista. Tres de ellas narran que Veliz también solía hostigar a ciertos estudiantes hombres con comentarios homofóbicos y muy denigrantes.

Todas recuerdan los abrazos largos e incómodos de Véliz y cómo se aprovechaba para acariciarles la espalda. Rosalía y Melisa dicen que el curador insistía en saludarlas de beso y, a veces, se volteaba la cabeza intentando besarlas. El Herbario es un espacio angosto y según los testimonios de las mujeres entrevistadas, Véliz también usaba esto como excusa para tocarlas sin su consentimiento. “A una siempre le pasaba rozando la espalda, no sé con qué, pero era cada vez”, dice Melisa.

“Al final las personas que más vivimos el acoso, somos las que amamos las plantas porque convivimos más tiempo con él y se aprovecha de eso. Una vez yo estaba trabajando unas plantas y él pasó muy cerca de mí, con sus manos tocándome las nalgas. Fue horrible, porque no fue solo un rozón. Él pasó lentamente y se acercó más de lo que necesitaba a mi. No dijo ‘permiso’, ni pasó por otro lado”, dice Sofía.

Véliz también se aprovechaba del silencio de las que no se atrevían a confrontarlo con el acoso, recuerda Melisa quien vivió el acoso callada durante mucho tiempo. Así, poco a poco movía los límites. Narra sobre un día en el Herbario que Véliz se paró detrás de ella y comenzó a darle masaje. “Toca aguantarlo”, pensó asqueada, pero él se puso más insistente de lo normal y cada vez lo hacía más duro.

“Me sentía tan incómoda y logré decirle ‘déjeme trabajar, me está incomodando’. Por fin lo pude decir, pero él se enojó conmigo”, explica. Este fue su último día en el Herbario. Después de ese día decidió sacrificar su amor por las plantas para ya no regresar.

Otra estudiante fue más directa cuando lo confrontó y dijo que lo que hacía era acoso. Melisa recuerda que Véliz respondió que ella era una exagerada y prácticamente la vetó de trabajar en el Herbario. Luego hablaba muy mal de ella cada vez que podía. “Hasta ahora me doy cuenta que lo que ella hizo fue un primer acto de valentía y todas las demás la dejamos sola”, dice.

La estudiante que confrontó a Veliz finalmente abandonó la botánica para no tener que aguantar su acoso. Iris también. “A ese nivel llegó. No me arrepiento, pues amo lo que hago, pero no soy la única que cambió de alguna manera el enfoque de su carrera para no tener que ver con él”, concluye Iris.

Las denuncias contra Mario Véliz fueron publicadas mientras la Comisión del CSU estaba discutiendo el reglamento contra el acoso. Pese a los señalamientos no hubo una investigación interna. En un comunicado la junta directiva de la FCQF indicó que le daría “seguimiento a los casos” y pidió que las mujeres presentaran denuncias formales.

«Hablo desde la rabia. Es obvio que no van a hacer nada, como siempre”, dijo Melisa pocos días después de publicarse el comunicado.

En reacción a las denuncias públicas, nueve docentes de la Escuela de Biología enviaron una carta abierta a la facultad el 7 de agosto de 2020, exigiendo que tomen medidas contra el acoso y otras prácticas que atenten contra la dignidad del estudiantado o el personal.

Iris, por su parte, buscó asesoría legal y el 14 de septiembre presentó una denuncia con una declaración jurídica ante la junta directiva de la facultad. Exigió medidas de protección para asegurarse de que Véliz, ni nadie más de la escuela, tomara represalias en lo que le hacía falta de su carrera.

En los más de seis meses que han transcurrido ya no hubo avances en su caso. Lo último que supo Iris, fue el 8 de enero a través de un correo con el acta de la sesión más reciente en la que la junta directiva trató su caso.

En dicha sesión acordaron no actuar hasta tener la resolución de la denuncia presentada al Ministerio Público (MP) por el Departamento Jurídico de la universidad. Iris nunca recibió copia de esa denuncia. Tampoco recibió copia de la respuesta que la directiva le pidió a Véliz ante los señalamientos.

Mientras tanto la facultad decidió “darle —a Mario Véliz— continuidad a su nombramiento como docente de la universidad del 01 de enero al 31 de diciembre del año 2021”.

El MP no pudo confirmar que existe una denuncia en contra de Mario Véliz. Sin embargo, sí existe una denuncia de 2021 presentada por Véliz por calumnia y difamación, la cual fue desestimada.

“No sé como sentirme. Quizás con miedo pero ya me encaminé, aunque el MP no me ha notificado nada. Solo quiero graduarme para que eso no me perjudique”, dice Iris.

Mario Véliz no respondió a la solicitud de entrevista para este reportaje.

No hay voluntad para erradicar el acoso sexual en la USAC

Según Myrna Galindo, integrante del movimiento universitario, Somos53, y secretaria de género de la Organización de Estudiantes de Biología, el caso de Iris es un ejemplo claro de que las autoridades universitarias no tienen voluntad para atender a los casos de acoso sexual.

“Sí hay mujeres que siguen el ‘debido proceso´ que ellos requieren, pero luego las autoridades no hacen nada. Las chavas realmente no tienen otras opciones más que las denuncias públicas, que ni siquiera hacen justicia, pero por lo menos, advierten a otras”.

Resalta que por eso se consideraba urgente la implementación del reglamento que estableciera rutas y mecanismos diferentes a las existentes para denunciar. Sin embargo, dice Galindo, lo que hizo el CSU fue poner en papel lo que ya se estaba haciendo.

“No les convenía la aprobación del reglamento hecho por AEU porque quieren seguir siendo juez y parte para encubrir a los agresores y a ellos mismos. Ahora dejan la decisión a una comisión que no es idónea”, dice.

Concluye que lo que incomoda a las autoridades no es el acoso sexual, sino que los casos salgan a la luz pública.

A la AEU, a Mayen y a Galindo les causó bastante descontento ver que Soy USAC, en su publicación, utilizó la foto de una acción realizada en la universidad en enero de 2020 en contra de la violencia sexual en la universidad y en apoyo a las estudiantes agraviadas durante una actividad del Comité de la Huelga de Dolores.

“Es una forma de decir, ‘las estudiantes manifestaron y nosotros como universidad les respondemos cuando no fue así. Es para legitimar su reglamento cuando nosotras no estamos de acuerdo con él, ni con que usan nuestra imágen para eso”, afirma Mayen.

“No atendieron nuestras demandas. No es justo, ni ético, que lleven la bandera de ya tenemos reglamento, cuando el que aprobaron no va a resolver la problemática. Lo que exigimos es que el mismo no entre en vigencia hasta que se incorporen los elementos necesarios”, agrega Galindo.

El reglamento, igual que el proceso alrededor de su aprobación, replican el mismo patrón que se supone que se pretende erradicar en la USAC: Ignoró las voces de las mujeres, que son las más afectadas por el acoso sexual en la USAC, y excluyó la representación estudiantil. Tampoco se basa en estándares internacionales, ni en la política de género que fue aprobada en la universidad desde 2008 y sigue sin implementarse.

La Universidad de San Carlos no confirmó para este reportaje si el reglamento aprobado ya entró en vigencia.

AQUÍ se puede leer la propuesta original de la AEUy AQUÍ el reglamento aprobado por el CSU.