Paula Irene del Cid Vargas / laCuerda

Comunidades de Alta Verapaz, Izabal, Huehuetenango, Quiché, Petén, Izabal, Zacapa y Chiquimula aún no se recuperan de los impactos del paso de los huracanes Eta e Iota. La Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED)informó que se vieron afectadas 2 millones 438 mil 933 personas; un millón 797 mil 230 resultaron damnificadas y 311 mil 317 tuvieron que ser evacuadas; 414 mil 100 viviendas y un millón 383 mil 130 cultivos se dañaron.

Para enfrentar apropiadamente este tipo de eventos es necesario conocer sus causas, los culpables y desarrollar capacidades y formas organizativas que contribuyan a mitigar los daños posibles.

Cambio climático

La vida en la Tierra, como la conocemos, es posible porque parte de la radiación solar pasa a través de la atmósfera, la superficie terrestre la absorbe, luego es reemitida hacia todas direcciones y regresa al espacio; con ello se calienta la superficie del planeta. La atmosfera terrestre es una capa gaseosa de aproximadamente 10 mil 000 kilómetros de espesor que rodea la litósfera y la hidrósfera, se compone de nitrógeno, oxígeno, argón, dióxido de carbono, vapor de agua y ozono, entre otros. Gracias a esta capa, la temperatura promedio de la superficie terrestre es de 15 grados centígrados, si ésta no existiera, la temperatura promedio sería de alrededor de 18 grados bajo cero.

Los gases han aumentado, particularmente el dióxido de carbono -Co2– la energía no logra disiparse al espacio y con la deforestación se ha perdido la capacidad de disminuir el Co2, éste permanece más tiempo en la atmósfera, creando el efecto invernadero y el calentamiento global. Durante 800 mil 000 años el Co2 había fluctuado entre 172 y 299 partes por millón -ppm-, desde 1950 inicia un ascenso acelerado, y llegó a 408 ppm en 2018, la Covid-19 no detuvo el ascenso y en 2020 se alcanzó el récord de 410 ppm.

Algunos de sus efectos son: deshielo de los polos, aumento del nivel del mar, disminución de reservas de agua potable y de la biodiversidad, y fenómenos atmosféricos inesperados como las 30 tormentas que se formaron en el Océano Atlántico durante 2020, de las cuales 15 llegaron a convertirse en huracán, dos de ellos fueron Eta e Iota; históricamente, el promedio había sido de 12 anuales. Algunos le denominan crisis climática, no es para menos.

Culpables

Los países que emiten más Co2 actualmente son potencias económicas: China, Estados Unidos, India, Rusia, Alemania y Japón. Culturas basadas en la idea de que lo que está en la Tierra está al servicio del hombre, naturalizando formas organizativas desiguales que justifican la acumulación de riquezas, como el modelo capitalista establecido en el siglo

XIX, fundamentado en la propiedad privada de los medios de producción, el libre mercado, el aumento de capital y su crecimiento económico; se sustenta en una industria que explota carbón, petróleo, gas natural y con la crisis del petróleo, en vez de cambiar el modelo de crecimiento, desarrollaron tecnologías para obtener energía de biomasa. En su modalidad neoliberal, el capitalismo se opone a la intervención estatal, a menos que sea para favorecer el crecimiento empresarial privado.

Desde el siglo XIX las elites guatemaltecas se benefician de este modelo, facilitando la extracción y exportación de materias primas, principalmente a EUA y Europa, a costa del empobrecimiento del 80 por ciento de la población, y del desequilibrio de los ecosistemas del territorio. Instaurando una modalidad finquera, con la apropiación de grandes extensiones de tierra, los latifundios se ubicaron en el siglo XIX en la costa y boca costa; a partir de 2002 iniciaron otro período de despojo en las tierras bajas del norte, implantando cultivos como palma aceitera, piñón, azúcar para la producción de agro-combustibles, la explotación y extracción de elementos naturales como agua, petróleo y minerales estratégicos (metales y tierras raras).

Al romper violentamente los equilibrios eco sistémicos y sociales, estas actividades económicas construyen vulnerabilidades, amenazas y riesgos: deforestación, extinción de fauna, desvíos y contaminación de ríos, deslizamiento de tierras, contaminación del aire, inundaciones, desalojos y sequías alternas, desplazamientos de poblaciones y empobrecimiento de comunidades enteras, generan incremento del hambre, falta de tierras, reubicándose en zonas inseguras y empobrecimiento.

Acción y organización social

Los fenómenos naturales causan catástrofes cuando exceden la capacidad de las sociedades para enfrentarlos y como hemos visto en la estructura económico social del país, la población no es una prioridad.

Por ello es necesario que a nivel comunitario se desarrollen capacidades de análisis del contexto, conocer las leyes e instituciones que tienen la obligación de prevenir y atender en caso de emergencia. Definir acciones que contribuyan a adquirir un conocimiento sistemático de la comunidad para organizar acciones de prevención, de preparación de la emergencia y definir aquellas que se realizarán cuando ésta acontece.

Conocimiento profundo de los diferentes grupos poblacionales: mujeres, niñas, niños, personas ancianas y con discapacidad. Un plan de emergencia comunitario debería prevenir y/o considerar que las crisis climáticas tienen efectos particulares sobre las mujeres.

Naciones Unidas documenta que mujeres, niñas y niños son 14 veces más propensas a morir en caso de desastre, porque hay más tolerancia hacia las desigualdades genéricas, por la dificultad de las mujeres para nadar o trepar árboles; y porque en al huir hacia los centros de evacuación se detienen a recoger a niños, niñas y a personas mayores dependientes; cuando el agua escasea, son ellas quienes la ahorran, a costa de sus necesidades personales de higiene, suelen dejar de beber agua ocasionando infecciones urinarias y del sistema reproductivo; cuando hay aumento de temperatura, sequía y escasez de alimentos, suelen postergar su consumo, aumentando posibilidades de desnutrición y si están embarazadas, pueden tener complicaciones durante éste y el parto, tener hijos prematuros o de bajo peso al nacer, anemia de mayor gravedad, amenorrea, retraso del crecimiento intrauterino e infertilidad, y las niñas, retraso de la menarquia.  Las mujeres que han tenido que trasladarse a albergues temporales a causa de huracanes o inundaciones, por ejemplo, frecuentemente sufren acoso sexual, violaciones u otras formas de violencia que aumentan exponencialmente durante y después de los desastres.

Es fundamental entonces que distintos sectores de la comunidad, particularmente mujeres, personas mayores, niñez y juventud participen en la elaboración de un plan en el que se definan formas y modelos de organización, coordinación, alerta, notificación, definición de personas que actúan. Que se identifique colectivamente los escenarios de riesgo tomando en cuenta amenazas y vulnerabilidades de la zona y anotando capacidades y recursos con los que se cuenta para enfrentar situaciones adversas; realizar simulacros para ensayar y corregir el plan.

A la especie humana le urge detener la depredación capitalista, descarbonizar la economía, reducir los presupuestos militares y expandir bosques exponencialmente.

Con todos los fenómenos climáticos, la Tierra hace lo propio para mantener su equilibrio, como dice la bióloga Lyn Margulis, quien sustenta la teoría de que la Tierra es un organismo vivo: “de ninguna manera se extinguirá la vida, muchos organismos se acomodarán, pero lo que sí, que será más fácil que se extinga la especie humana, si no se pone remedio”.

 

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Fuentes consultadas:

J.A. Aunión y Manuel Plaelles, “CO2 Así se acumula en la atmósfera el principal gas de efecto invernadero que está causando la crisis climática”, diario El País,2019.

Laura Hurado. “Los programas de colonización y el Estado contrainsurgente en Guatemala”. Liminar. Estudios sociales y humanísticos. (Vol. 17 Num.2: julio-diciembre, 2019).

Mesa de Gestión Comunitaria del Riesgo, Manual de Gestión Comunitaria del Riesgo. Madre Selva, 2020.

Noticias ONU “Las emisiones de CO2 rompen otro récord: un calentamiento global catastrófico amenaza el planeta”. Mirada global. Historias humanas, 2020.

Unión of Concerned Scientistis. “Las emisiones de dióxido de carbono por país ¿Cuáles son los países más contaminantes de CO2?”, 29 de enero del 2020.

¿Y los animales?

Ana Cofiño / laCuerda

Concebirnos como seres en convivencia constante con otros seres, implica tomar conciencia de nuestra mínima presencia frente a la compleja inmensidad del cosmos, y asumir las incontables dependencias que nos vinculan. Estamos totalmente inmersas en una estructura de múltiples relaciones, muchas veces, inconscientemente.

La cultura patriarcal ha hecho del hombre el centro del universo, y con ello, impuesto la idea de su superioridad sobre todo lo que existe, para empezar, la naturaleza. Es a partir de allí, que se maltrata y menosprecia todo aquello que provenga de la naturaleza, considerándolo como algo inferior, de lo que se puede disponer a su antojo.

Desde esa perspectiva, muy convenientemente, se caracterizó a las mujeres como hembras para la reproducción. Por ello, cuando se afirma que somos, “por naturaleza” las encargadas del cuidado o que estamos más cercanas a la naturaleza, es preciso activar la duda. Esta advertencia la han hecho varias ecofeministas, señalando que de esa manera se afirman roles que al patriarcado le sirven para continuar ejerciendo opresiones.

La domesticación de animales para servicio de los hombres tiene otra larga historia de abusos y consecuencias nefastas. El desarrollo capitalista ha provocado la extinción de animales a niveles desastrosos y por ello, es necesario que pensemos en los que tenemos alrededor. ¿Cómo concebimos, usamos y tratamos a los animales? Creo que es una pregunta válida para mujeres y hombres de todos los espacios sociales, que nos obliga a revisar nuestras formas de conducta.

De bichos y comestibles

La cultura dominante nos insta a eliminar o cuando menos controlar todo tipo de bichos como si fueran malignos, plagas asesinas. Las arañas provocan gritos y zapatazos, cuando en realidad, son parte del ecosistema. Los zancudos son molestos, pero rociarlos con químicos puede ser peor para la salud a largo plazo. La aplicación masiva de insecticidas que la agricultura intensiva continúa utilizando, es responsable de enfermedades en comunidades cercanas, hecho que se ha denunciado desde el siglo pasado, particularmente por Rachel Carson, con su libro Primavera silenciosa, publicado en los años sesenta, en el que informaba sobre las consecuencias del uso de pesticidas.

La escritora francesa Fred Vargas, en su manifiesto ecologista La humanidad en peligro, publicado recientemente, nos habla con información minuciosa sobre el inmenso daño que la ganadería intensiva provoca a la vida en la tierra, considerada la segunda causa de la generación de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático, esa serie de fenómenos que tienen que ver con el calentamiento global, el derretimiento de los polos, la desertificación y los efectos en las corrientes marinas, entre muchos más, que son resultado de ese modo de producción destructor.

Sabiendo el daño que la crianza de ganado provoca en la atmósfera, en los suelos, las aguas, las personas, otros seres, es necesario que nos preguntemos y que tomemos medidas radicales en torno al consumo de carne, leche, embutidos, cuero, y otros productos de origen animal. Pero no como individuos vegetarianos o veganos, sino como integrantes de sociedades afectadas por el ganado, la deforestación y el uso de productos químicos. Por difícil que parezca, si no reducimos a nivel global las proporciones de consumo de carnes, muy probablemente paguemos las consecuencias pronto: la ganadería no sólo afecta por los gases que genera (como el metano), sino porque requiere regar los pastos y cereales para su rápido engorde. Las hormonas y sustancias que consumimos por esa vía, también afectan nuestra salud, provocando presencia de tumores  cancerígenos en altos porcentajes de la población.

Mercado de mascotas

Distintos animales se han mercantilizado según las modas y los mandatos de la economía, a niveles absurdos, pasando por encima de sus derechos, al alimentarlos con concentrados artificiales, al encerrarlos en espacios limitados, al vestirlos como gente, al agrandarlos, achicarlos, y caparlos.

La producción de mascotas y toda la parafernalia que las acompaña, son un negocio hiper millonario que tiene serias consecuencias para el ecosistema, y para ellos, considerados como compañía, juguetes o símbolos de prestigio que se pueden manipular a criterio de sus dueños. Una pregunta debida es: ¿qué efecto tiene nuestra relación con los animales para el mundo y para ellos mismos?

Entre la multitud de corrientes ecologistas y ambientalistas que se conocen, la protección de los animales ha estado allí desde hace mucho tiempo. La defensa de delfines y ballenas, de las mariposas, de los conejillos y de los grandes mamíferos, así como la evitación del maltrato a animales domésticos, son acciones importantes que no tendrían que desligarse de la lucha por ponerle punto final a un sistema destructor que no hace nada por evitar los desastres que ya se nos están viniendo encima, y que ponen en riesgo la vida de todas las especies en el planeta.