Después de dos meses de incertidumbre y miedo a que Diego Ariel Stella saliera bien librado después de violarla, hasta hoy pasadas las 10 horas, Verónica Molina se sintió escuchada por la justicia.

Kimberly López/laCuerda

Esta mañana, la jueza Lidia Pérez Figueroa rectificó la decisión que el 1 de junio tomó la jueza Esmeralda Vásquez.

Peréz decidió que Diego Ariel Stella debía ser juzgado por violación con agravación de la pena, sin medidas sustitutivas. Es decir, Stella tendrá que guardar prisión preventiva en el centro penal de Chimaltenango.

Mientras Verónica esperaba a que la jueza Lidia Pérez Figueroa decidiera el rumbo legal de su presunto agresor, lo único que la mantenía serena eran los gritos que sonaban por la voz de decenas de mujeres que llegaron a manifestar el respaldo que la justicia no ha podido darle.

“Es que eso le da tranquilidad, la calma”, decía Alejandra Ramazzini, una de sus amigas de la infancia. Por eso, por la calma y apoyo que Verónica necesitaba sentir, decenas de mujeres gritaban consignas a su favor cada 5 o 10 minutos, sobre la calle empedrada, frente al Juzgado de Primera Instancia Penal en la Antigua Guatemala,

Era la misma Verónica la que pedía a sus conocidas, familiares y amigas que no la dejaran sola, que hicieran todo el ruido necesario porque adentro, frente a la jueza, no se quería sentir sola.

“Siempre somos nosotras, entre mujeres, quienes nos protegemos pero creo que también es importante evidenciar que hay hombres que están aquí, que saben que deben respetar a sus parejas», dijo Beverly Monzón.

El mensaje de su cartel, al igual que el de varios otros hacían alusión a que cuando una mujer dice que no, es no. Otros denunciaban que el delito por el cual Diego Ariel Stella debía ser procesado era por violación, no por otro más leve.

Otros rótulos señalaban como corrupta a la magistrada de la Corte de Constitucionalidad, Claudia Paniagua, quien defendió a Stella en la primera declaración y quien intentó justificar la violación cometida por su defendido. «Dijo que una mujer que se pone en cierta posición está pidiendo ser penetrada», contó Verónica semanas atrás.

«Vemos que están justificando una violación por tener una relación con alguien, mandan un mensaje de que nuestros cuerpos no nos pertenecen, que nuestras parejas pueden hacer con nuestros cuerpos lo que quieran», lamentó Monzón.

Foto: Kimberly López

Frente al juzgado, Mabel Monzón dio un grito de alegría cuando se enteró de la decisión de la jueza. Seis meses atrás, Mabel fue la primera persona a quien Verónica llamó para darle una noticia horrible. Después de llorar y balbucear algunas palabras, que no eran totalmente claras por la conmoción, Verónica le dijo: «Me violaron».

Fue Mabel quien le dijo que debía elegir entre dos caminos, o denunciar, o intentar seguir adelante como si nada hubiera sucedido.

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La decisión de Verónica ya es de conocimiento público. «Sinceramente -dijo Mabel afuera del juzgado- yo no hubiera denunciado, no hubiera tenido el valor. Aunque hoy nos estemos alegrando por esta decisión, aún así considero que ha sido horrible para ella enfrentar todo este proceso».

Sin embargo, todas las conocidas, amigas, activistas y familiares se olvidaron por un momento de lo amargo que ha sido. Sonaron sus silbatos y vuvuzelas y festejaron. «¡Sí se pudo, sí se pudo!», decían en coro.

Según el abogado José Toledo, representante de Verónica, siempre existieron las pruebas suficientes para sustentar el delito de violación agravada. «La jueza tomó el criterio con base en que hubo violencia, falta de consentimiento, se aprovechó de la debilidad física de la persona, es una violación», explicó.

Tras el veredicto, Verónica salió del juzgado en medio de los aplausos y gritos de quienes la acompañaban. En las próximas semanas, anunciaron, las movilizaciones seguirán porque el camino para ella  apenas comienza. Esta fue apenas una pequeña victoria en un largo proceso que no será nada fácil de enfrentar.