Felipe Garrán Jiménez / Periodista 

Sentada en el suelo, Miriam Fuentes presiona play en la pantalla de su teléfono y de una bocina junto a ella comienzan a sonar notas de marimba, acordeón e instrumentos de percusión. Es una canción criolla de Honduras, de Dulce Nombre, Copán, en el noroccidente del país.

Su mirada se mantenía atenta en la plaza. Ahí, seis parejas mujer-hombre; ellas, con faldones blancos; ellos, con sombrero de paja y pañuelo en el cuello de la camisa. Blanca también.

“¡Esto es, El Cascareño!” La grabación que utilizan lleva una pequeña introducción con el nombre de la canción. En cuanto la voz se detiene, las parejas comienzan la danza. Hombres a la izquierda, mujeres a la derecha, desde el punto de vista del espectador. De repente, ellos se quedan en un mismo sitio, dando rítmicos saltos con los pies mientras sostienen las manos por detrás. Ellas, en cambio, avanzan uno, dos, tres, y hasta seis pasos, manteando las faldas, se detienen un momento al frente, y luego retornan, en reversa y sobre las puntas de sus pies.

Por testigo, el Palacio Real, y es que el escenario no es Copán; tampoco Tegucigalpa ni San Pedro Sula. Están en Madrid, capital de España, un país en el que, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) residen 123 mil 333 hondureños. Las estimaciones independientes, que incluyen a aquellos que aún no se registran legalmente, colocan la cifra en más de 137 mil.

El próximo 15 de septiembre, Honduras, así como sus vecinos Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, celebran el bicentenario de su independencia respecto de España, precisamente. 

Fue en 1821, cuando en la Nueva Guatemala de la Asunción se firmó el acta de independencia de América Central, documento redactado por el político y abogado José Cecilio del Valle, oriundo de Choluteca.

No es en ese momento en que nacen las naciones centroamericanas, pero es la referencia de independencia que manejan en el istmo. Este año, al ser el del bicentenario, los festejos se realizan desde varios puntos del mundo.

“La iniciativa nace en Barcelona”, explica Miriam, quien llegó a España en 2010 para estudiar un máster en Alta Dirección; hoy, en cambio se dedica a la limpieza. “Ellos están pidiendo hacer un vídeo (con el acento en la i, a la manera castellana) con cuadros de danzas desde distintos países de Europa”.

Desde la ciudad catalana, Rina Cerna, periodista catracha, dio arranque a un movimiento en el que participa un grupo de hondureños en Suiza, otro en Italia, conformado en su mayoría por gente del pueblo garífuna; el suyo, Balam Ka, de Barcelona, y tres de Madrid.

“Fue debido a la fecha que decidimos unirnos los tres grupos folclóricos que estamos en Madrid”, cuenta Miriam. Entre ellos suman 18 parejas. “Ensayamos los fines de semana porque la mayoría trabaja”. Por ejemplo, José Reyes. 

“¿Cómo llegamos? Pues, prácticamente, buscando una oportunidad mejor, como la mayoría de los hondureños”. Él le atribuye su marcha a la falta de empleo en su país. En Madrid entró al sector de la construcción: “me dedico a las reformas. Trabajo lo que son fachadas de edificios”. Eso durante la jornada laboral, pero en su tiempo libre danza. “Al estar al otro lado del charco, ya que extrañamos nuestra cultura, nuestras raíces, pues decimos ¡venga!”, cuenta Reyes, quien ya en Honduras participaba en conjuntos de danza folclórica. De hecho, antes de pisar tierra en el aeropuerto Adolfo Suárez, hace cinco años, tenía sondeado el panorama artístico para él. “Desde que estaba allá los monitoreé; busqué grupos de baile en Madrid”.

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Mientras las seis parejas se mueven al ritmo de El Cascareño, una chica del Caribe centroamericano capta todo en su cámara. El video debe estar listo para antes del 15 de septiembre. Alguien se adelanta al compás y la fila se desarma. “¡Vamos! Hay que estar concentrados”.

Cuando Reyes explica que en su país ya se dedicaba a la danza, Miriam añade que, de hecho, varias de las personas integrantes de los grupos folclóricos también llegaron a España con un amplio bagaje musical.

Uno de ellos es Edgar Zapata Zelaya, nacido en Tegucigalpa, pero, según él, “orgullosamente de La Esperanza (Intibucá, occidente)”. 

Edgar tiene 24 años. En Honduras era estudiante; en España, trabaja en la construcción. Cuando estaba en su tierra, llegó a formar parte del Ballet Folklórico Oro Lenca, un conjunto que, incluso, entra en el conglomerado de la Marca País como patrimonio nacional y embajador de Honduras en el mundo. 

A pesar de ser el más joven del grupo, su experiencia le concede la voz suficiente para lanzar esa anotación a sus compañeros. “Si no lo estamos haciendo bien, por lo menos lo estamos intentando, y eso es lo importante”.

Miriam detiene la música; las parejas se reacomodan y vuelve a sonar la voz introductoria antes de las notas de la canción criolla.

La independencia respecto de España y el retorno a la antigua metrópoli

“Yo llegué un 12 de octubre. ¡Fecha super emblemática!”. Con el paso de los años, esa fecha ha ido adquiriendo distintas denominaciones: el día de la Hispanidad, el de la Raza, de América… hoy, es la fiesta nacional de España, conmemorando que, en 1492, la expedición de Cristóbal Colón llegó al Caribe cuando el calendario estaba en esa casilla.

También es el día en que Miriam cumple años viviendo en España, un país en el que, para una persona hondureña, es difícil sentirse sola.

Según el INE, Honduras es el décimo país que más extranjeros aporta al censo español. De entre las y los latinoamericanos, solo Colombia (cuarto), Venezuela (sexto) y Ecuador (noveno) tienen más connacionales en España.

Dentro de su informe publicado el 23 de junio de 2021, el ente encargado de compilar las estadísticas en el país europeo concluye que “el crecimiento poblacional de España se debió al incremento de la población de nacionalidad extranjera”. España sumó 61 mil 609 personas, pero fueron las llegadas desde afuera de sus fronteras las que provocaron el aumento (la población española decreció en 87 mil 402).

De esas nuevas mujeres y hombres pobladores de España, 13 mil 833 son hondureñas/os, la segunda nacionalidad con mayor crecimiento porcentual relativo (12.6%). 

Tal dato es para destacar, porque es el segundo año consecutivo en que eso ocurre. En 2019, la población hondureña en España creció un 15.4%; en esa ocasión fue también la segunda nacionalidad con mayor aumento porcentual relativo.

Para muchas de estas personas, dichos grupos de danza pueden llegar a representar más que una mera distracción. “Hemos visto en públicos a gente que tiene cinco, 10 o 15 años de estar acá; ver sus rostros es lo que nos motiva”. Así explica José Reyes esa simbiosis que se produce entre las y los bailarines, y el público. 

Edgar Zapata cambió los estudios universitarios en Centroamérica por convertirse en obrero en Europa, pero las notas de El Cascareño y otras canciones sean criollas o sean indígenas, lo mantienen conectado a la tierra que lo vio nacer.

Miriam Fuentes no ejerce como alta directora, aquello para lo que se preparó, pero se ha convertido en la dueña de la batuta para coordinar a sus compatriotas en Madrid.

Son algunos ejemplos de las miles de personas hondureñas que se marcharon de casa para instalarse en España, el país del que hace 200 años se independizaron, hecho que, precisamente, motiva el video en el que trabajan.

Es sábado por la tarde y la Calle Bailén, frente al Palacio y muy cerca tanto del Teatro Real como de la catedral de La Almudena, se ilumina de tonos bronceados, muy propios de las 20 horas en el verano ibérico. Por ahí se pasean cientos de turistas, centroeuropeos en su mayoría, casi ninguno castellanoparlante, que detienen su andar y levantan los teléfonos para registrar los pasos de esas 12 personas hondureñas vestidas con sus faldones y pañuelos blancos, y sombreros de paja. 

Su objetivo es festejar por el país que les vio nacer. De paso, se convierten en sus embajadoras/es en ultramar. Muchos tienen dejes españoles en el hablar, o han cambiado el “ustedes” por el “vosotros”. Quizás hasta comenzaron a pronunciar la ce y la zeta a la manera castellana. Pero los pasos, los pasos no engañan; El Cascareño lo tienen en la sangre y Madrid se está enterando de ello.