Ilustración: Diego Orellana

Ilustración: Diego Orellana

Aunque se sigue retrasando el camino hacia relaciones más igualitarias sin discriminación ni violencias, con la llegada de Alejandro Giammatei al Ejecutivo y de Shirley Rivera al Congreso, como feministas continuamos en nuestra defensa y exigencia de nuestras libertades. Ninguna proclama de iglesia nos quitará lo que durante décadas hemos ganado como mujeres organizadas en el ejercicio de nuestros derechos. 

Aunque la desigualdad crece con la pandemia del COVID y con la pésima gestión pública adscrita a ideas fundamentalistas, con nuestras convicciones feministas resistimos a la imposición de leyes retardatarias, en tanto el reconocimiento de nuestros derechos como mujeres en un Estado laico se inscriben en una jurisprudencia superior a los decretos gubernativos y legislativos suscritos recientemente (día de la oración, día de la vida y la familia).

Aunque la violación a la libertad de creencias y las arbitrariedades cometidas por funcionarios públicos y empresarios voraces, son acción cotidiana, nosotras feministas en nuestro papel como actoras políticas ratificamos nuestra convicción por construir redes de cuidado y afecto, acompañarnos unas a otras; sanar nuestros cuerpos, desde nosotras y en colectivo, tener presente nuestra capacidad de resiliencia; defender nuestra palabra para decir lo que queremos, para comunicarnos con libertad y confianza, teniendo en cuenta nuestras historias y realidades.

Aunque la represión persiste y las acciones de persecución se han agravado, como feministas insistimos en levantar la voz, en acompañarnos para potenciar nuestra fuerza como sujetos políticos de cambio, tenemos propuestas para construir otro tipo de sociedad, donde el laicismo sea una guía para ejercer  la libertad de creencias, en la cotidianidad se construyan relaciones sin abusos y se derriben las jerarquías racistas y las que el capitalismo-neoliberal impone.

¡Por un Estado laico!

Ciudad de Guatemala, febrero del 2022.