Las personas adultas que sufrieron violencia en su infancia no siempre logran obtener apoyo psicológico, frente a esto y a la posibilidad de que quienes hayan sido víctimas de maltrato y violencia pueden repetir estos patrones con la niñez a su cargo, en la actualidad el Estado propone las Escuelas para Padres como un mecanismo para orientar su educación como responsables de la crianza de sus hijas y hijos.

Mariela Castañón / laCuerda

Fotos: Mariela Castañón y María Jossé España 

Este es el segundo de una serie de reportajes realizados con el apoyo del International Center for Journalists (ICFJ) y de la Organización Mundial de la Salud, en el marco del curso virtual “Prevención de la Violencia en contra de la Niñez”. 

Soy hija de mi abuelo…  

La primera reacción de Laura* es cubrir la cicatriz que tiene en la boca. Observa desconfiada, no le gusta que la vean.  Laura es una joven que vive en situación de calle. 

Es delgada, de tez morena y cabello liso. Tenía 6 años cuando su mamá la castigó al colocar su rostro, manos y pies sobre brasas calientes; y no recuerda las razones de esa agresión.

Entonces vivía en Zacapa, pero debido a la gravedad de las quemaduras fue trasladada al Hospital Roosevelt en la capital, donde estuvo internada para un procedimiento de injertos y reconstrucción de rostro.  “Cuando mi mamá me quemó no podía hablar, ni caminar.  Me sentía indeseable porque no merecía esto, tenía 6 años”, expresa Laura, entre lágrimas.

Después fue enviada a diferentes hogares de protección, de donde se escapaba constantemente. Estando institucionalizada también sufrió maltrato, recuerda que las cuidadoras la castigaban cuando reprobaba las clases sumergiendo su cabeza en una pila llena de agua.  Este y otros fueron algunos motivos por los que abandonaba los procesos. 

En la calle, Laura aprendió a vivir oliendo solvente, también se convirtió en madre en dos ocasiones. A los 15 años dio a luz a una niña y a los 18 a un niño, por decisión propia los dio en adopción y permitió que la operaran para no tener más hijos, porque consideró que “no sería una buena madre”. Laura no ha logrado identificar el círculo de violencia en el que se ha visto inmersa y constantemente se culpa por lo que ella cree que ha hecho mal. 

Laura tiene 20 años, es producto de una violación sexual y víctima de la violencia intergeneracional que sufrió su mamá, quien tuvo dos hijas de su propio padre. La joven no ha visto a su madre desde hace varios años, lo último que supo fue que la capturaron después de que la quemó.  A quien más recuerda es a su hermana mayor, también hija de su abuelo.

Del 2018 al 2021 el Ministerio de Gobernación, a través de la Policía Nacional Civil, ha capturado a 162 personas por el delito de maltrato contra personas menores de edad: 52 mujeres y 110 hombres. Mientras tanto, el Ministerio Público obtuvo 285 sentencias condenatorias por el mismo delito (las sentencias abarcan casos de años anteriores, por eso el número es mayor en comparación con el dato de las personas capturadas que registra el Ministerio de Gobernación). 

* Nombre modificado para proteger la identidad de la joven

Formación contra el maltrato infantil 

En la actualidad los juzgados utilizan las Escuelas para Padres como un recurso para atender y orientar a madres, padres y personas cuidadoras de la niñez, y de esta manera, en algunos casos, evitan la institucionalización. 

La Escuela para Padres está a cargo de la Secretaría de Bienestar Social (SBS), por medio del Programa Educando en Familia, que se imparte por personal del Departamento de Atención y Orientación Especializada a la Niñez y Adolescencia no Institucionalizada y su Familia (PROFAMI), además algunas organizaciones sociales como la Asociación Nacional contra el Maltrato Infantil (CONACMI) también tienen este tipo de escuelas donde imparten talleres.

La mañana del 25 de marzo asistimos a la Escuela para Padres a cargo de la SBS en la zona 2. En esa ocasión Vivi Pineda, encargada de Educando en Familia, se reunió con 23 madres y padres de familia, remitidos por orden de juez. 

La jornada inició y Pineda verificó la asistencia de las personas convocadas. El tema del día fue “Conocer para Quererse”, comenzó con una dinámica de parejas para motivar que las y los asistentes se presentaran.  Pineda también expuso acerca de “el uso de la disciplina asertiva”, y otras temáticas relacionadas con la violencia verbal, la violencia sexual y el ciberbullying que afecta a la niñez. 

Para concluir la sesión, las y los participantes realizaron una dinámica grupal que consistió en hacer una dramatización de un caso de violencia intrafamiliar.  Al finalizar, Pineda entregó la constancia de asistencia y la tarea para la próxima sesión: escribir “diez consejos para formar jóvenes con amor propio”.

Las personas deben participar en 18 sesiones para lograr una certificación requerida por los juzgados o por la Procuraduría General de la Nación (PGN).

De acuerdo con Nancy González, jefa del Departamento de PROFAMI, existen dos rutas de referencia para que una madre o padre asista a este programa: una es la ruta administrativa por medio de la PGN, cuando los casos no son judicializados, y la segunda es por medio de los Juzgados de Primera Instancia de la Niñez y Adolescencia, el Modelo de Atención Integral de Niñez y Adolescencia y los Juzgados de Paz.

Hasta marzo de este año había 1,592 personas inscritas en los talleres, de las cuales 730 estaban recibiendo capacitaciones o charlas. 

González explica que cuando las madres y los padres no asisten a los talleres, la SBS debe dar seguimiento, por medio de una psicóloga, a través de llamada telefónica para conocer el porqué de la inasistencia.  De haber tres ausencias, se notifica al juzgado que lleva el caso para que pueda tomar medidas,  como prolongar la estancia de la niñez en un hogar, buscar un recurso idóneo o familia ampliada. 

#EducaciónSinViolencia

Carmen Estrada y Edgar Granillo reciben el mismo taller en la Escuela para Padres de la SBS, pero sus casos son distintos. 

Carmen es viuda, tiene tres hijos y trabaja para sostener el hogar.  Ella cursó el tercero básico y labora como trabajadora doméstica. Vive con su hermano, su cuñada y sus hijos. 

La PGN la envió a la Escuela para Padres luego de que el año pasado fuera denunciada por golpear con un cincho a su hijo de 16 años, a quien ella pretendía “corregir” porque no hacía tareas por jugar con el teléfono.

Desde junio de 2021 Carmen se moviliza a pie de la zona 3 a la zona 2 para recibir las charlas.  Ese día no labora porque debe participar en la reunión. Cuando se le pregunta a Carmen qué ha aprendido en la Escuela para Padres, responde: “a no usar la violencia”, hace una pausa y limpia las lágrimas que corren por sus mejillas. De niña, “la educaron” con golpes.  Su intención, dice, ha sido “corregir” a su hijo. 

Los mismos mecanismos de “disciplina” utilizaron con Edgar, quien cuenta que su mamá lo golpeaba con un chichicaste cuando mostraba una actitud “rebelde” o lo dejaba descalzo para que no saliera de su casa. 

Edgar vive con su esposa, su hija y sus cinco nietos de entre 4 y 16 años. La razón por la que asiste a la Escuela para Padres es porque un juez se lo ordenó.  Hace un año, el niño que hoy tiene 9 años, abordó un bus de la zona 18 a la zona 1.  Un señor lo encontró en la calle y denunció que el niño estaba perdido; lo dejó en una estación de bomberos.  

Las autoridades iniciaron una investigación que se extendió a toda la familia y de esta cuenta, el año pasado, los cinco niños fueron institucionalizados en un hogar durante nueve meses. Con la condición de que Edgar, su esposa y su hija asistieran a la Escuela para Padres, los niños fueron devueltos a su entorno familiar. Los abuelos reciben los talleres de forma presencial y la mamá de forma virtual por su trabajo.

Edgar concluye que la educación que se impartía en su infancia era diferente a la que se aplica en la actualidad; él reitera que le debe mucho a sus padres, principalmente a su mamá. 

Derechos de la niñez  

CONACMI imparte talleres de forma virtual, híbrida y presencial.  El objetivo es fomentar las capacidades resilientes que propicien la creación de ambientes seguros para las niñas, niños y adolescentes dentro de sus hogares por medio de sesiones formativas para madres, padres o personas cuidadoras de niñas y niños.

 Manuel Balsells es uno de los jóvenes encargados de impartir los talleres. Uno de los primeros ejercicios es contestar un cuestionario de 10 preguntas sobre la forma de educar a la niñez y la denuncia contra el maltrato. En este proceso, las y los participantes reflexionan sobre cuál es la diferencia entre los objetos y la niñez.  A partir de esto, se da paso a la explicación de la Ley de Protección de Niñez y Adolescencia (Ley Pina) y a algunos artículos que abordan el interés superior de las niñas y los niños, la garantía de supervivencia, seguridad, desarrollo integral, igualdad, respeto, entre otros.

Mirian Arrecis, coordinadora de la División Psicosocial de CONACMI, explica que constantemente actualizan los temas que abordan: dinámicas familiares, comunicación afectiva, autoconocimiento, derechos y buen trato, resolución de conflictos, crianza con ternura y resiliencia. 

CONACMI trabaja anualmente con dos cohortes de responsables de niñas y niños, una que asiste de forma virtual y está integrada por 80 participantes que residen en los departamentos de Petén, Santa Rosa, Sololá, Escuintla y algunos municipios y zonas de la capital.  El 61% de estas personas expresaron a CONACMI que fueron referidas por una institución o juzgado y 39% asiste por interés personal.

La segunda cohorte (100 participantes) recibe los talleres de manera presencial (83%), híbrida (12%) y virtual (5% ).  

Hay que hacer más por las niñas y los niños

Las Escuelas para Padres son las alternativas que actualmente se utilizan para evitar la institucionalización de la niñez, sin embargo, Justo Solórzano, especialista de Protección del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), explica que hace aproximadamente cinco años realizaron un estudio sobre dichas escuelas, en el que señalaron, desde el inicio, que el nombre de estas utiliza un lenguaje masculinizado en todo no visibiliza que está dirigido también a las madres y cuidadoras. 

Solórzano además refiere que las personas participantes no nada más necesitan una exposición de los temas que se imparten en los talleres, sino muchas veces requieren de espacios de reflexión individual y grupos terapéuticos o de apoyo para hablar.

El entrevistado indica que durante la elaboración del estudio, uno de los problemas observados fue que las y los asistentes perseguían únicamente el requisito de la asistencia firmada y no se interesaban en las temáticas abordadas. 

De acuerdo con Solórzano, las Escuelas para Padres podrían considerarse prevención terciaria, y que sería oportuno trabajar desde la prevención primaria a través de un concepto de primeria infancia, que consiste en la estimulación a madres, padres y personas cuidadoras para el aprendizaje de herramientas sobre la crianza consecuente, sensata y razonable, sin violencia; como el caso de los Centros Comunitarios de Desarrollo Infantil Temprano del Ministerio de Educación. 

Finalmente, el representante de UNICEF resalta que en la actualidad promueven esfuerzos para que a nivel gubernamental se promueva una política de primera infancia.