Mariela Castañón/laCuerda

Las mujeres lesbianas enfrentan muchos retos en Guatemala. Si bien poco a poco se han logrado cambios gracias al trabajo de los colectivos LGBTIQ+, aún falta mucho por hacer para construir espacios libres y seguros.

Andrea Díaz, es directora de Vidas Paralelas, una organización que trabaja en favor de los derechos de la comunidad lésbica. Para ella uno de los mayores retos es hacerse visibles en los espacios políticos. Considera que muchas mujeres prefieren no exponerse para no ser marginadas.

Fotografía: Tomada del Archivo de Plaza Pública

De acuerdo con Díaz, las mujeres lesbianas han sufrido machismo y misoginia por el hecho de expresar libremente su orientación sexual, un ejemplo es la exdiputada Sandra Morán.

Morán interpuso una denuncia en el año 2016 en la Procuraduría de Derechos Humanos por discriminación por su orientación sexual. Esto, luego que una persona la atacara asegurando que no podía presidir el Foro Parlamentario argumentando que era lesbiana y por ende, “menos mujer”.

Carreras truncadas

Este tipo de discriminación no la enfrentan solo las mujeres lesbianas que han decidido reconocerlo públicamente. Ana*, es una mujer joven que ha sido blanco de ataques que truncaron su carrera deportiva.

Empezó en el atletismo cuando tenía 8 años y siempre procuró no comentar en público su sexualidad para evitar ataques discriminatorios. Sin embargo sus compañeros se enteraron, y al hacerlo comenzaron una campaña de acoso.

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La peor etapa de la discriminación fue en los años 2014 y 2016, cuando ella ingresó al Equipo Nacional de Marcha de la Federación de Atletismo. Uno de los integrantes prohibía que el resto de deportistas  le hablara. En los campamentos la llamaba “lesbiana asquerosa” y, cuando Ana estuvo en la Casa del Atleta, no permitía que le dieran vitaminas, e incluso alimentos.

El odio del atleta era evidente, en una ocasión pasó de la agresión verbal a la física: le escupió. También intentó atropellarla cuando ella caminaba en la vía pública. Ana nunca denunció por temor al escándalo público y porque sigue creyendo que es difícil que las autoridades y la sociedad le crean, tomando en cuenta que su agresor es un hombre reconocido en el mundo del atletismo. Finalmente se vio obligada a dejar el deporte y aún no ha podido sanar las heridas emocionales que la violencia le causó.

*Nombre ficticio para proteger su identidad.

La lucha por ser visibles

Nadie debería negar o esconder su orientación sexual. En la gran mayoría de los casos esto causa heridas emocionales que perduran en el tiempo.

Ángeles Gómez labora como enfermera geriatra desde hace 10 años, es una mujer lesbiana y una activista.  Aunque es cuidadosa al exponer su orientación sexual, para evitar perder su trabajo, procura, en la medida de lo posible, sensibilizar a las familias con las que trabaja.

Gómez cuenta que a las dos familias que les ha explicado que es lesbiana, se los ha dicho porque han demostrado disposición a la escucha. Sin embargo, en una ocasión se enfrentó a los desplantes y a la forma despectiva en que se expresaba la nieta de un adulto mayor que ella cuidaba.

Fotografía: Tomada del Archivo de Plaza Pública

A criterio de Gómez los medios de comunicación juegan un rol relevante para promover el respeto de los derechos de las personas LGBTIQ+ y darles cada vez mayor visibilidad a las personas que deciden expresar libremente su orientación sexual.