verónica sajbin velásquez1/La Cuerda

Es innegable que las mujeres han sido protagonistas en toda la historia política y social de Guatemala. El que no se haya visibilizado sus contribuciones en una justa dimensión, es otro tema. Por ello se hace necesario reconocer sus aportes, mediante distintas manifestaciones, en la resistencia de los últimos 21 días2, promovida por los pueblos originarios de este territorio. Ahí las vemos con encendidos discursos espontáneos, pero bien estructurados políticamente, llenos de tanta luz que permiten que gente “común y silvestre” legitime la lucha colectiva de los pueblos y se sume a ella. 

Mujeres de los distintos pueblos originarios de Iximulew han venido de todos los puntos del país, han dejado sus territorios donde día a día luchan por el respeto de sus derechos humanos, la defensa del territorio, la tierra y sus derechos específicos. Actualmente, en la capital, además de poner y hacer visibles sus reivindicaciones políticas y sociales luchan por un sistema democrático que no las ha representado, ni ha sido garante de su participación en los distintos espacios de elección popular. Se han organizado para estar presentes en las distintas actividades políticas realizadas en el marco de estos días de resistencia. Sus aportes teóricos para la comprensión de lo que ocurre han sido imprescindibles, las demandas que se han hecho no son posibles sin el pensamiento ni la reflexión de ellas, quienes actúan con mucha autonomía. Las cartas presentadas, los paros en las carreteras, las marchas pacíficas o el plantón frente al Ministerio Público, entre otros, no tendrían la legitimidad de la que gozan, si no contarán con el aporte de las mujeres.

Una de las expresiones que quiero reivindicar con este artículo de opinión es la presencia de las mujeres a través de la música, ya sea cantándola o bailándola, honrando de esta manera a la anarquista Emma Goldman cuando expresó: “Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa”, entrelazando dos conceptos que pueden parecer contradictorios: compromiso político y alegría. Y enseñándonos que toda lucha debe ir acompañada de la búsqueda de la alegría comunitaria.

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Recurrir, con alegría, a esta desbandada de esperanza no es frivolidad o falta de seriedad.  Desde estas “nuevas” formas se comunica que la lucha por la democracia es por nuestro bienestar, que se conecta con todas las personas de todas las edades, provenientes tanto de barrios de la ciudad como de la provincia. Es además constatar que las luchas no son sólo sesudos programas de acción sino también incluyen otras actitudes y otras formas. Formas que nos convocan, que nos hacen partícipes y nos hacen querer sumarnos de diversas maneras a quienes residimos en la ciudad de Guatemala.

Nos queda, pues, sumarnos a las acciones promovidas desde las formas y actitudes de las mujeres y sobre todo unirnos a “Defender la alegría como una trinchera, como un principio, como una certeza, como un destino, como un derecho. Defenderla de los miserables, de los ingenuos, de los canallas, de los neutrales y de los neutrones”, como dice Benedetti, para que los cambios que se buscan sean integrales, y en donde los sentimientos y deseos vayan de la manito con las transformaciones políticas y sociales por las que se continúa luchando en distintos lugares de nuestro país.

 

 

 

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[1]  La autora escribe su nombre con minúsculas.

[2] Al 24 de octubre.