Por: Lucía Escobar / Periodista

Algunos estudios han evidenciado que las niñas y niños tienen diferentes tipos de inteligencia, y que igual de diversos deberían ser los métodos con que aprenden. En Guatemala existen algunos proyectos que apuestan por hacer las cosas diferentes, por trazar nuevas rutas no convencionales de acercamiento al conocimiento.

Las semillas imparables de Luis de Lión

Desde San Juan del Obispo, en la casa donde nació el escritor Luis de Lión, funciona una escuela que rebasa los límites de esa palabra. Es un lugar donde niñas, niños y adolescentes se sienten muy a gusto, desde hace décadas. Rodeados de patos, gallinas, conejos, perros, gatos, canarios, libros e instrumentos musicales.

La Academia de música que funciona en la Casa Luis de Lión, está abierta desde 2004. La biblioteca, en cambio lleva medio siglo de existir y atiende a más de 400 niños que mensualmente llegan a hacer tareas e investigaciones escolares. Más de mil niños disfrutan al mes con los talleres de promoción de lectura. Y en la escuela de artes se atienden anualmente entre 150 y 175 adolescentes y niños, con clases de música y pintura.

El grupo de estudiantes de la Escuela circo Bat’z está conformado en su mayoría por mujeres niñas y jóvenes. Archivo Personal.

“A través de la formación artística retomamos la memoria como un elemento importante de la construcción de la paz, en esta grande e interminable era de posguerra que vivimos. Cada vez trabajamos con niños más pequeños porque es en los primeros años que se forman las bases de todo ser humano, ahí se forman los valores”, comenta Mayarí de León, impulsora de esta escuela. Además, orgullosa me cuenta que muchos de sus ex alumnos ahora nutren grupos musicales de marimba o trabajan en otros proyectos artísticos de la zona, vinculados siempre al arte y a la educación. Las niñas que han pasado por la escuela retrasan la edad de embarazos y matrimonios por la oportunidad que han tenido de abrir puertas y ventanas diferentes a lo ya establecido. Cada niño es un embajador en su familia para la transformación social.

Una Waldorf de maíz

En San Marcos La Laguna, en el lago de Atitlán, funciona desde hace doce años, la “Escuelita Caracol”, primera en utilizar la metodología Waldorf en Guatemala. Atienden aproximadamente cien niñas y niños desde kinder hasta sexto grado de primaria. Existen dos diferencias fundamentales, que los alejan de cualquier otra escuela similar; el enfoque pedagógico y la interculturalidad.  El 85 por ciento del alumnado son niñas y niños tz’utujiles y kaqchikeles, el 15 por ciento restante está formado por niñez del resto del territorio guatemalteco y de otros países. El cuerpo de docentes se conforma en su mayoría por personas kaqchikeles y tz’utujiles, provenientes de San Marcos La Laguna, San Juan La Laguna y San Pablo La Laguna, y han recibido formación específica en pedagogía Waldorf dentro de un programa de cinco años, impartido por expertos de renombre mundial en Cuernavaca, México.

Para Juan Diego Arrivillaga, encargado de comunicaciones, la “Escuela Caracol” busca transformar a la comunidad por medio de la educación, sabiendo que ésta no se limita a temas académicos. “Aquí formamos cabeza, corazón y manos de las y los estudiantes, esto significa que buscamos formar seres humanos libres y conscientes, críticos de su entorno, creativos, amantes del conocimiento y pacíficos”.  Arrivillaga considera que poco a poco se ve cómo, no sólo estudiantes sino las familias y la comunidad, involucradas con la escuela, han crecido en estos aspectos, dándole cada vez más importancia a la educación, a la cultura de paz, a la ecología, entre otros temas de gran importancia.  Comenta además que la educación y la estructura dentro de la escuela es totalmente horizontal, sin distinción de género, origen étnico, situación socioeconómica y respetando las creencias y distintas religiones.

En la Escuelita Caracol se centra, según la metodología Waldorf, en la educación de la primera infancia con actividades prácticas relacionadas a la creatividad, la expresión artística, juegos creativos y el desarrollo del razonamiento y la empatía. Archivo personal.

Del Patojismo y su fuerza volcánica

“Los Patojos” nació hace 13 años en la casa de los padres de Juan Pablo Romero, en Jocotenango, Sacatepequez. Lo que comenzó con un pequeño espacio para que la ñiñez de la colonia llegara a hacer deberes en la tarde, no ha dejado de crecer y hoy día tienen 500 participantes, desde los tres hasta los 28 años, en la escuela de Jocotenango y en la sede del nuevo campus experimental en San Miguel Dueñas, que se encuentra en proceso de construcción por el alumnado.

Los proyectos del llamado Patojismo incluyen: salud alimentaria (un comedor), medicina (clínica), proyectos de panadería, repostería y agricultura. El proyecto educativo atiende todos los niveles con programas de emprendimiento, programación, tecnología y el arte, que es muy fuerte.  “Nuestra propuesta es apostar por el emprendimiento social, trabajando desde la dignidad, y que las niñas y niños empiecen a involucrarse, desde sus primeros años de aprendizaje, con narrativas de economías locales y solidarias, pero también de negocio y comercio a través de sus capacidades”, comenta Romero.

La escuela de circo Bat’z

Es un proyecto original de Pancho Toralla, Panchorizo, el payaso más querido de las tablas circenses. Bat´z abrió sus puertas a mediados de 2016, muy cerca del Cerrito del Carmen en el corazón de la ciudad de Guatemala. Debe su nombre a uno de los nahuales mayas, el mono. Es el día que representa el camino del artista, el juego y la alegría. Pero además recuerda también a Víctor Leiva, el Mono, artista y fundador de Caja Lúdica, asesinado impunemente.

Panchorizo me cuenta que actualmente tienen unos 40 alumnos, pero aún no son autosostenibles por completo. En su escuela practican pequeños desde los cinco años hasta jóvenes de 27. Son una tribu urbana nueva que se retan a sí mismos a través del circo, que incluye arte y deporte. “Nosotros vemos el cuidado integral del cuerpo, una pirueta no es simple, incluye una preparación que tiene que ver incluso con la alimentación.  Nos gusta decir que entrenamos la mente para entrenar el cuerpo. Aquí se aprende que todo el que haga una pirueta, debe ponerla en situación artística, de color, de música, todo es integral. Yo pienso que el circo es el octavo arte porque aquí se mezcla todo: pintura, composición, danza, acrobacia, el cuerpo, las historias, la expresión y una investigación personal.”

Actualmente funcionan los grupos de niños, de jóvenes y de danza contemporánea

En escuela Bat´z hay libertad para divertirse, jugar, volar, hacer acrobacia, reírse y darle salud al cuerpo.