La estrategia contrasubversiva empleada por los militares en los años ochenta en Guatemala y perpetuada hasta la actualidad, da evidencias concretas de su existencia y aplicación por parte del gobierno de turno. La estrategia se ha valido de distintos momentos. Inicialmente realizaron una campaña prolongada de construcción discursiva de “los otros/as” como elementos a conjurar. 

Esos “otros/as” hemos sido todas las personas no afines a los sistemas de opresión, quienes defendemos derechos, quienes luchamos por la tierra y el territorio, quienes nos negamos al pacto de corruptos, quienes vamos tras la vida.  

La prensa corporativa les ha servido de difusor de estas ideas, por medio de noticias falsas, donde criminaliza y difama a defensoras y defensores; a través de una agenda cargada de fuentes que generalmente apuntan a esa forma de entender las luchas: quienes defienden derechos se presentan como quienes pretenden desarmar el orden, “su” orden. La subversión de antaño se transformó en el terrorismo de la actualidad. También han servido para este fin las iglesias neopentecostales, desde donde se ha macerado la subjetividad de millones de fieles que interpretan a quienes defenden derechos como los enviados del mal. Pero no les alcanzó con el terreno de las ideas. 

De la negación en el discurso pasaron a la aniquilación de hecho. Hemos presenciado el asesinato de luchadoras/es y defensoras/es incrementar en el último año, sobre todo, en los departamentos y comunidades del país. Van achicando el cerco, trasladando sus lógicas de imposición del terror de Estado, desde los departamentos a la ciudad capital. En las últimas semanas han utilizado la represión policial al grito de “la vía publica me pertenece”, pronunciado por uno de los agentes que dirigía la redada -como en los viejos tiempos-, encarcelando jóvenes cuyo único delito fue estar en la calle por la noche. 

Pero no sólo, además, han asediado juezas y jueces, tanto en la calle como en sus oficinas, quienes ya denunciaron públicamente que no perciben seguridad para desarrollar su trabajo. Y, como si todo esto fuera poco, allanan oficinas de diputada/os de una de las pocas bancadas disidentes de esta legislatura. Mientras tanto, listas incriminatorias circulan en redes manejadas por sus agentes del miedo y sus trabajadores de net centers desde perfiles creados para eso. Y como corolario de las acciones violentas de los últimos días, durante la marcha convocada por el colectivo de Artistas en Acción Contra la Corrupción e Impunidad, el sábado 16 de febrero, un capitán 2º asimilado insultó y golpeó a compañeras que organizaron la jornada. Simple y llanamente porque cree que puede. Es decir, han escalado un paso más, la violencia física directa contra quienes luchan en la ciudad. ¿Cuál será su siguiente escalada? 

Con todas estas acciones simbólicas y directas nos pretenden amedrentar, despliegan a sus hombres armados en la calle, a sus adláteres en las redes sociales para que nos sintamos inseguras. Nos quieren en silencio y obedeciendo. Siguen desplegando acciones para recurrir al miedo y paralizarnos. No le daremos ese gusto. “Su forma de vida” es muy escueta y no cabemos en ella, estamos construyendo un mundo donde haya lugar para todas las personas.