Florencia Goldsman / Periodista argentina, ciberfeminista, investigadora viviendo en Sololá

La violencia contra las mujeres y la cultura de la violación se expande en todo el territorio guatemalteco. En los lugares turísticos, no obstante, estos temas espinosos parecieran quedar ocultos. Le incomoda al sector de comerciantes y hoteleros mirar de frente a la violencia. Las autoridades municipales son esquivas a la hora de asumir que la violencia sexual no perdona espacio ni lugar. 

Sin embargo, la fuerza de las denuncias globales y locales, diseminadas en muchos casos gracias a internet, logran que las mujeres se reúnan y organicen. El evento de Sororidad Panajachelense el pasado 8 de marzo resume acciones que son respuesta a la violencia y la impunidad. A las mujeres organizadas no nos callarán. 

A raíz de los episodios de agresión contra mujeres que han salido a la luz en los últimos meses y del clima general de violencia machista e impunidad judicial que vivimos a diario, las mujeres que vivimos en Panajachel, ese lugar supuestamente idílico del lago de Atitlán, nos organizamos para decir que no estamos solas. 

A partir de las reuniones de nuestro grupo, formado por mujeres independientes preocupadas por las violaciones sexuales impunes en toda Guatemala y especialmente en el lago, decidimos realizar por primera vez una serie de actividades de sensibilización y conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres. 

Las actividades comenzaron a las 9:30 con el foro de debate “Mujeres en movimiento” en el que participaron Maria Mercedes Zeceña, presentadora del canal Antigua; Cindy Lorenzo, fotógrafa colaboradora de National Geographic; Any Puac politóloga indígena de Chichicastenango; Lucía Escobar, periodista feminista, María Chocoi de la organización Defiende e Irma Tzay de la organización MAIA. 

Aquí lo más destacado del foro debate: Ante un público de aproximadamente 150 estudiantes, la conversación versó sobre la necesidad de seguir pidiendo justicia por las 52 niñas, víctimas del incendio del hogar Virgen de la Asunción. También se señaló a Panajachel como un lugar que no da garantías de seguridad a quienes denuncian las violaciones de derechos. 

Escobar habló de ser una madre feminista, la importancia de que las mujeres seamos autónomas económicamente y que podamos desnaturalizar las tareas de cuidado al interior de los hogares que convierten a las mujeres en esclavas de sus familias bajo el concepto del “amor incondicional”. 

Por su parte, Any Ventura expresó la preocupación por el avance de la Ley de Reconciliación Nacional o de Amnistía (iniciativa 5377), la cual contempla dejar libre de todo proceso penal a los violadores de derechos humanos durante el conflicto armado interno, y así cancelar la lucha de las abuelitas que sufrieron la violencia física y sexual por parte del ejército. Ventura afirmó que no existen leyes en Guatemala que exijan la participación política de las mujeres. Propuso preguntarnos cómo es la representatividad de las mujeres indígenas en el sistema político. Observó que, una vez que ellas ingresan en el sistema político, pueden ser absorbidas por los mecanismos de la vieja política, y la necesidad de evitar esto. 

Por último, Cindy Lorenzo, fotógrafa, embajadora en Guatemala de la red de fotógrafas latinoamericanas, relató sus comienzos tomando fotos con una cajita de cartón, a la manera de las cámaras estenopeicas, hasta que la National Geographic publicó una de sus fotografías. Instó así a todas las mujeres a seguir sus sueños.

Desde la calle Santander hacia el mercado: el patriarcado se va a caer

El evento contó con un florido altar que a lo largo de la Santander recordó con imágenes y candelas a las 52 niñas muertas y afectadas por el incendio del hogar Virgen de la Asunción, así como reavivó la memoria de la compañera hondureña Berta Cáceres asesinada también, hace tres años. Hubo stands para crear carteles, puestos informativos y talleres ambulantes que se dedicaron a ponderar los derechos de las mujeres. 

Promediando la tarde, aproximadamente veinte mujeres se reunieron en un espacio seguro para tomar un curso introductorio de auto-defensa feminista liderado por las vecinas auto-organizadas de Panajachel. Algunas de las provocaciones de este espacio: ¿qué estrategias tenemos para ocupar el espacio público? ¿cómo defendernos usando nuestra mirada, nuestra voz y nuestro cuerpo? Luego del taller, la capoeira llenó el espacio de la Santander en continuidad con la demostración de fuerza física y destreza que las mujeres sí tenemos, y que es hora de sacar fuera. 

A eso de las 15:30 de la tarde, un grupo de aproximadamente sesenta personas cargadas de megáfonos, carteles y consignas por el derecho a circular libres por las calles, en contra de la guerra y el acoso callejero, señalando que el patriarcado va a caer, se organizó en una rítmica marcha por las calles centrales hasta el mercado, para bajar por la calle de Los Árboles a pura canción y pasos de baile. La fuerza de las niñas y las jóvenes se hizo sentir (se puede ver videos y fotos en internet que capturan el entusiasmo colectivo), las nuevas generaciones son feministas. 

También se presentó el grupo de teatro Magdalenas Panajachel con la obra “Amén (a menos que…)” en la cual se expresan las diversas violaciones a nuestros derechos a lo largo de la vida, haciendo especial énfasis en los abusos sexuales. La obra, a través del arte y la poesía, busca expresar los obstáculos que se interponen a la hora de denunciar abusos y reclamar justicia. 

El broche final fueron las bandas musicales lideradas por mujeres, Na’ik Madera de Guatemala, así como también Las hierberas (de varios países) y las palabras de Andrea Ixchíu señalando las redes que se construyen desde un feminismo local, comunitario. 

Para concluir, unas palabras del comunicado leído en el escenario: “Las que organizamos el 8M en Panajachel somos originarias y migrantes. Madres, hermanas, amigas, maestras, estudiantes y profesionales, viajeras y activistas feministas. Todas trabajadoras. Somos las que mirando a la cara de la otra nos encontramos y decimos: ¡Nos queremos con derechos! Vivas, libres y alegres, compartiendo nuestras experiencias”. Y seguiremos gritando #YoSiTeCreoPana