Por: Lucía Escobar

Soy el ojo del cuervo

el persistente ojo

recorriendo

fugitivos instantes

de mi tiempo…

Claribel Alegría

 

Fuimos convocadas por la Fundación Claribel Alegría durante tres días para conocernos, leernos, debatir y proponer en el Primer encuentro de escritura de mujeres centroamericanas Ojo de cuervo, que se llevó a cabo la primera semana de julio en San Salvador, El Salvador. Susana Reyes, escritora y editora, así como Tania Pleitez Vela, directora del festival de poesía Otro modo de ser, fueron las responsables de invitar a dos docenas de mujeres que trabajan con la palabra.

Con la conferencia magistral Escritura y autoría de mujeres centroamericanas, a cargo de Pleitez Vela, se dio por inaugurado este encuentro. Después nos fuimos a Los tacos de Paco, un espacio mítico para los poetas de El Salvador ya que lleva 17 años ininterrumpidos de realizar recitales de poesía todos los miércoles. Nosotras participamos en la lectura 779, y por supuesto comimos tacos, patrocinados por el lugar.

Las que veníamos de Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Guatemala y Colombia nos quedamos juntas en una casa al estilo campamento. Fue un gusto compartir un cuarto de literas con la escritora Vanessa Núñez, la dramaturga Margarita Kenefic y la editora de Guaymuras, Isolda Arita. Comíamos en la casa y nuestra alimentación estuvo a cargo de la poeta salvadoreña Mayte Gómez, empeñada en consentirnos el paladar.

El segundo día fuimos al Museo del antiguo ferrocarril en Quetzaltepeque, para un convivio con adolescentes de diversos centros escolares. Conversamos, leímos nuestros textos, se rifaron algunos libros y escuchamos a las estudiantes contar de qué temas les gustaría escribir. Fue importante verlas motivadas y contentas preguntando sobre el mundo de la literatura.

Foto: Lucía Escobar

En la tarde, regresamos a la Casa tomada donde se llevaron a cabo los conversatorios ¿Desde dónde escriben las mujeres? Amparo Marroquín, Liza Onofre, Teresa Andrade y yo, analizamos los espacios de opinión, de pensamiento y de proyección que existen para nosotras. Vanessa Núñez, Carmen González Huguet y Dorelia Barahona tuvieron el conversatorio ¿De qué escriben las mujeres? Y esta última presentó su libro Fuera del Club con el que se abre la colección de Mujeres de Centroamérica de Índole Editores.

Al día siguiente seguimos analizando la escritura de mujeres, pero desde otras perspectivas. Las dramaturgas centroamericanas: Jorgelina Cerritos, Jennifer Valiente, Margarita Kenefic y Zoe Meza, leyeron parte de su producción. En la tarde fuimos a conocer la nueva librería de la UCA, en el centro comercial SoHo Las Cascadas, en donde tuvimos el gusto de participar en una mesa en la que se habló de los libros como patrimonio de la escritura de mujeres, a cargo de varias editoras de la región quienes también estuvieron en una expoventa con la participación de Editorial Guaymuras (Honduras); Eva de Costa Rica, Kalina, Índole Editores y Editorial Delgado de El Salvador y Ediciones del Pensativo de Guatemala.

Foto: Lucía Escobar

Las invisibles se revelan

Entre las conclusiones a las que fuimos llegando, se evidenció, una vez más, la necesidad de recuperar nuestro patrimonio silenciado. Para Tania Pleitez, es necesario fomentar, articular y/o fortalecer un aparato teórico feminista propio y, sobre todo, difundirlo a nivel regional e internacional. Lo mismo con el enfoque de los estudios literarios feministas. Destaca también que es importante seguir comunicándonos, crear espacios de diálogo sostenidos y periódicos, para poder conocer los restos y logros de todas las mujeres que trabajan en el campo cultural. Como co-organizadora, reconoce la urgencia de buscar formas de financiamiento para no seguir conformándose con realizar actividades desde la precarización, dependiendo del voluntariado y sin presupuesto. 

Por su parte, María Clara González dice: “fue maravillosa la oportunidad de oír las voces de poetas y escritoras centroamericanas, de ese compartir de conocimientos y experiencias que nos hermanan. Me sentí feliz de conocer mujeres tan valiosas y de saber que todas estamos comprometidas en construir un puente grande por el que podamos circular, en América Latina, derribando prejuicios implícitos de género y haciéndonos oír”. Dorelia Barahona puntualiza que las palabras claves son “divulgar, comunicar y gestionar todo el trabajo que hacemos en Centroamérica, que suele estar segmentando y menos valorado que el resto”. Ella quisiera que de esta iniciativa salgan nuevas propuestas que se multipliquen como las ramas de un árbol y que den frutos. Guisella López de Guatemala, impulsora de la cátedra Alaíde Foppa y del área del FILGUA para mujeres, destaca que también es valiosa la parte humana de conocerse y construir lazos solidarios.

Foto: Lucía Escobar

Me voy con un montón de nombres nuevos y de historias de mujeres que al igual que yo, encontraron en las letras y los libros, un espacio para crear, inventar, fijar. Pienso también en tantas mujeres silenciadas e invisibilizadas de las que antes no conocía ni sabía de su existencia. En El Salvador escuché hablar por primera vez de escritoras como Prudencia Ayala, Juanita Pavón, Rafaela Contreras, Lucía Sánchez y las invisibles de la generación del 27 en España (llamadas las Sin sombrero por una manifestación en la que participaron). Supimos de ellas, gracias a una investigación excelente que realizó la colombiana María Clara González y que pronto será un libro. Su aporte fue aplaudido por todas, ya que mostró la importancia de la investigación y del recuento genealógico de las que nos precedieron.

La propuesta de la escritora costarricense Magda Zavala, para crear la Red de investigadoras de la literatura de mujeres en América Central, condensa y de alguna manera aterriza, en algo práctico, lo que se sintió y discutió dentro del encuentro. Queda un chat para compartir información, la idea de abrir un blog y una página de internet con una lista de analistas. Y también la invitación a acercarnos a espacios que ya existen, como la revista laCuerda. Sabemos que somos una red, y que no estamos solas ni somos invisibles.

El encuentro concluyó con la maratón de poesía Otro modo de ser, donde por ocho horas seguidas se escuchó la voz de quienes han seguido el camino de Claribel Alegría (una especie de “matrona” del evento) y tantas otras, que han escogido las letras como vocación, profesión y destino.

Foto: Lucía Escobar