El malestar que provoca este gobierno con sus desaciertos, cinismo e incongruencias, por decirlo suavemente, está haciendo estragos en la población que, sin alternativas democráticas, se sume en un pantano de apatía y resignación paralizantes. La compra de unos onerosos juguetes argentinos para el ejército es un insulto y un agravio que en otros momentos habría provocado la ira popular.

Dados los efectos de la corrupción en el Estado, muchas personas ven el futuro del país con desesperanza, a partir del análisis de lo que se nos ofrece para regir el destino de Guatemala, y sobre todo, con base en experiencias de vida propias y de sus familias, que durante decenios han quedado abandonadas por las instituciones que les deben atención.

Felizmente, una porción de la ciudadanía, descontenta con el sistema, elabora sus críticas y propuestas para enfrentar los problemas y construir otras formas de relacionarnos como sociedad. Pese a que el tejido social está lleno de agujeros, hay partes que están reconstituyéndose, volviéndose a tejer:  Existen grupos y organizaciones diversas que intentan superar los clavos heredados del pasado, y hacer las cosas de acuerdo con su contexto y posibilidades, en la búsqueda de mejores perspectivas de futuro. El anhelo de justicia y libertad es inherente a las personas, no se inocula como ideología, es cuestión de sobrevivencia, es lo que impulsa a la gente a luchar por mejores condiciones de vida. La lucha continúa porque los viejos problemas estructurales, siguen exigiendo soluciones.

Sorprende que ante múltiples adversidades, mujeres indígenas, menospreciadas por el racismo y la misoginia imperantes, se atrevan a llevar adelante procesos de búsqueda de justicia, como las mujeres de Rabinal, víctimas de la contrainsurgencia genocida, quienes toparon con el muro de la impunidad, encarnada por jueces de dudosa imparcialidad. A la vez, y superando el miedo, mujeres de distintos ámbitos, edades y culturas denuncian, demandan y luchan contra la violencia sexual de maneras diversas y creativas, como quienes participaron en el Tribunal de Conciencia contra los crímenes de violencia sexual que suceden cotidianamente en el país, celebrado recientemente en la ciudad capital.

La próxima fase electoral muestra claramente el deterioro del sistema: nos vemos frente a una elección sin opción, es decir sin democracia. Todo el proceso ha estado plagado de irregularidades que parecen una burla a la población. Está demostrado que el Estado, influenciado por iglesias, ejército y empresaurios, como pilares fundamentales del patriarcado, no tiene la mínima disposición de dar un viraje en esa dirección.

Nosotras, como muchas personas que nos leen, nos preguntamos hasta dónde va a llegar el aguante, por dónde va a reventarse la pita. Parece extraño que ante los más flagrantes abusos de los servidores públicos y sus secuaces, sigamos adelante en nuestras respectivas cotidianidades, esperando que por arte de magia, algo mejore o se transforme. Nosotras pensamos que es necesario mantener vigentes nuestras demandas, y a la vez, continuar construyendo desde lo íntimo, lo casero, lo local, estructuras para la autonomía, para el respeto, para el cuidado.

Nuestra esperanza es que algún día, ojalá no muy distante, logremos romper con la inercia política y que se extienda por los cuatro puntos cardinales, como realidad social, el bienestar común y la armonía con la naturaleza.