Entre los múltiples problemas que perturban la inteligencia y el corazón de la humanidad, el problema sexual ocupa indiscutiblemente uno de los primeros puestos.

A. Kollontai

 

Por: Ana Cofiño / laCuerda

Para quienes fuimos jóvenes aficionadas al feminismo durante los años de fervor revolucionario de la década de los años 70-80, Alejandra Kollontai fue una referente ineludible. Si buscabas algo escrito sobre las mujeres y el socialismo, era ella quien encarnaba muchas de las características de la “mujer nueva”, además de ser autora de una obra extensa que, inclusive abordaba la sexualidad, poco asumida entonces como problemática digna de atención en  los círculos políticos de la región.

La Kollontai, como le llamábamos, es un personaje de la Rusia Revolucionaria que destaca por sí misma y como partícipe en las luchas multitudinarias que se libraron por establecer el socialismo. Nacida en 1872, en una familia artistocrática de San Petersburgo (Leningrado durante el periodo soviético), creció en el campo, en Finlandia. Se graduó de maestra y cuando estuvo casada, padeció una gran desilusión con el matrimonio, donde se sintió aprisionada; dejó marido e hijo y se marchó a Suiza para estudiar economía.

Para entonces ya conocía el pensamiento de Clara Zetkin, y había leído a Lenin, Kautsky y Rosa Luxemburgo. En 1905 participó en las movilizaciones contra el zar, y en 1914 se unió a los bolcheviques, en pugna por instalar el gobierno de los soviets. Fue la primera mujer en formar parte del Comité Central del Partido Comunista, y después de 1917, ocupó el cargo de Comisaria del Pueblo de Bienestar Social.

Antes que ella, ya la “cuestión de la mujer” se había abordado por parte de los socialistas utópicos Saint Simon y Charles Fourier, quienes hicieron críticas a las instituciones burguesas como la familia. George Sand (Aurore Dupin), escritora francesa, había participado en las movilizaciones revolucionarias de 1848, y como ella, otras mujeres del siglo XIX cuestionaron el papel que la sociedad les otorgaba, hablaron de las opresiones y se involucraron en las luchas por sus derechos.

El manifiesto comunista, publicado por Marx y Engels, ese año, aborda la relación de las mujeres con el matrimonio y la familia. En el texto Los orígenes de la familia, la propiedad privada y el Estado, de F. Engels profundiza más sobre ello, desde perspectivas históricas. Marx discutió vivamente en la I Internacional la relación mujeres y trabajo en el mundo capitalista. En 1870 se publicó La mujer y el socialismo, de August Bebel, libro que según Kollontai, “se convirtió para las trabajadoras en un verdadero evangelio”. En sus conferencias, nuestra autora reconocía a las precursoras revolucionarias: Vera Sasulitch, Vera Figner, Sofía Perovskaia, todas valientes luchadoras que sentaron las bases para que en 1919, con los congresos de la Tercera Internacional, las demandas de las obreras se incorporaran a la Revolución.

Obreras y liberación

A Alejandra Kollontai se le reconoce haber luchado por reformas a favor de las mujeres. Seguramente la experiencia de otras mujeres y la suya (donde dice haber experimentado una “insurrección interior”), la hicieron promover leyes para el divorcio, sobre el aborto, reformas en torno al trabajo doméstico y la transformación de la familia burguesa, de la cual fue una crítica profunda. Igualmente cuestionadora fue de las instituciones, como la religión, razón por la cual promovió la supresión de la educación religiosa para niñas.

En sus múltiples conferencias –dictadas en 1921-, artículos y libros, Kollontai no sólo critica al régimen burgués, sino que busca soluciones dentro de la construcción socialista. Una de sus propuestas es la de la familia como una unión de afecto y camaradería, donde se establecen relaciones amistosas y de apoyo, no como en el capitalismo, donde se implanta la competencia para la acumulación. Sus bastos conocimientos de historia y antropología, y la aplicación de la teoría marxista la llevan a observar y analizar las múltiples opresiones que afectan a las mujeres, no sin caer en un optimismo exagerado que le impide ver la articulación de las opresiones económicas y culturales. Su entusiasmo es desmedido cuando describe los avances de las mujeres en el socialismo: libertad de abortar, derecho al divorcio, a elegir su profesión, a igualdad salarial, a trabajar en el Estado, así como la lucha contra la prostitución. Todo ello, visto desde hoy, son medidas en las cuales se ha retrocedido y por las cuales todavía las mujeres luchan en las calles.

Perder su propio yo

Con las limitaciones de su tiempo y condición, Kollontai tuvo el coraje de abordar la temática de las relaciones afectivas y sexuales no sólo en conferencias, sino en sus relatos novelescos: El amor de las tres generaciones, Las hermanas y El amor libre, de 1923. En dichas reflexiones aborda temas como la dependencia económica, los celos y la posesividad, el desprecio de los hombres hacia las mujeres. Criticó al amor burgués y el riesgo que implica para las mujeres perder su propio yo.

En 1922, asume un cargo diplomático para evitar confrontarse con las posiciones del partido que, a la muerte de Lenin, van a tomar un giro más rígido y reaccionario, sobre todo a partir de la imposición de Stalin. Aún así, en 1926 la vemos aportando propuestas para la modificación a la ley del matrimonio.

Sujeta a burlas, ataques y agresiones por parte de sus camaradas, reduce su nivel de participación y parece asumir la ortodoxia oficial. Al igual que muchas socialistas y comunistas de su tiempo, tuvo posiciones críticas hacia el feminismo burgués. “El proletariado –dice– es una unidad. Es una clase que no tiene lugar para una guerra entre los sexos, y la liberación de las mujeres forma parte de sus objetivos a largo plazo.” Esta posición la adoptó la izquierda local durante años, y todavía hoy hay quienes en Guatemala la repiten al pie de la letra, considerando que son procesos que “pueden esperar”.

Entre los cargos diplomáticos que ocupó, fue embajadora en Suecia y en México, así como representante ante el sistema de lo que hoy es Naciones Unidas. Según sus biógrafos, queda en el olvido en la URSS y muere en 1952.

 

 

 

 

Bibliografía

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Alejandra Kollontai, Mujer, historia y sociedad, sobre la liberación de la mujer, Editorial Fontamara, 1982, segunda edición, Argentina.