Por: Rosario Orellana / laCuerda

 

Un informe realizado por la Oficina del Procurador de los Derechos Humanos (PDH) y el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA)1 revela cifras alarmantes sobre la situación de la juventud en Guatemala. La pobreza, la falta de educación, las limitadas posibilidades de trabajo y los embarazos a temprana edad, son sólo algunos de los mega factores que alteran el desarrollo de la niñez y la adolescencia.

Basado en datos compilados por varias instituciones del Estado, contrastados con reportes del Instituto Nacional de Estadística (INE)2  entre 2014 y 2017, este documento evidencia que en Guatemala al menos el 59 por ciento de la población vive en pobreza, y el 23 por ciento, en extrema pobreza.

Chimaltenango, con 79 por ciento de habitantes en carestía3 , es uno de los muchos contextos convulsos para las juventudes.

En ese marco, la Asociación de Servicios Comunitarios de Salud (ASECSA) ha promovido diversos procesos con el objetivo de fortalecer las capacidades, el empoderamiento, los saberes y pensar de jóvenes de Chimaltenango, enfocándose en el Buen Vivir. “Al no tener recursos económicos suficientes en la casa, a los diez u once años, la niñez ya anda robando, en alcoholismo, y con eso vienen otros problemas. Yo creo que el acceso a los estudios es importante. Más allá de conseguir trabajo, te abre la mente y sabes cómo desenvolverte ante las adversidades de la vida”, comenta Liseth Lool , joven de 19 años, originaria de Sacalá Las Lomas, San Martín Jilotepeque y participante en varios talleres de la organización.

Por si fuera poco, el machismo instalado hasta el tuétano y las creencias religiosas y conservadoras también restringen el desarrollo, especialmente de las mujeres, como lo reflejan las Estadísticas de Violencia Intrafamiliar del INE 2013, donde se detalla que del total de denuncias presentadas por violencia psicológica, física y sexual en casa, en aquel departamento, el 92 por ciento de víctimas son las madres y las hijas. Según el mismo análisis, las jóvenes de entre 15 y 29 años son las más afectadas. “En San Martín Jilotepeque, de donde yo vengo, se escuchan muchos casos de violencia intrafamiliar. Hay mucha violencia física y machismo. Los hombres piensan que las mujeres no pueden hacer nada fuera de la casa y cuando ellas intentan, les pegan”, explica Lesbya Lozano, de 21 años y activa en las capacitaciones de ASECSA.

Esas desigualdades de género también se reflejan en los procesos de toma de decisión en las diversas localidades. “Las mujeres son las que menos participan” asegura Lesbya.  “No solamente pasa en las instituciones, también en la casa. Por ejemplo, a mis papás siempre los cuestionan por permitirme salir a la calle, jugar fútbol o participar en los talleres de ASECSA”, apunta Liseth.

 

Visibilizar para cambiar

Laura Fernández,  procedente de San Miguel Pochuta y participante en los talleres de ASECSA, advierte que pese a la lucha de las juventudes, aún hay mucho camino por recorrer. “No hay oportunidades para trabajar; conseguís trabajo por conecte más que todo. Cuando tenía que encontrar un lugar para hacer mis prácticas [como bachiller industrial y perito en mecánica automotriz] tuve que irme a la capital. Había buscado en ingenios y otros espacios, pero sin conocidos en esos lugares, no te dejan entrar, no importa el promedio, la dedicación, ni nada”, expresa la joven de 19 años. Lool,  por su lado, con título de secretaria bilingüe, ha visto cómo las desigualdades en el plano laboral refuerzan las prácticas machistas en su comunidad: “Algunos familiares pudieron estudiar en un buen colegio y en plan diario, han encontrado trabajos en bancos y telefónicas, pero han desaprovechado esas oportunidades. Si yo las tuviera, las apreciaría”, añade.

Esta misma situación obliga a muchas personas a migrar. “He visto a muchos jóvenes que se desesperan y se van para Estados Unidos, pero ahora, con todos los problemas de las fronteras, regresan peor porque vienen con deudas y buscan formas fáciles de salir de eso”, señala Lozano . “Acá [en San Martín Jilotepeque] no alcanza el dinero y el gobierno en lugar de ayudarnos, nos mete en una peor crisis económica”, agrega Liseth .

Rompiendo esquemas

Lesbya, Laura y Liseth  procuran trasladar los nuevos conocimientos y experiencias a sus amistades y familias. Se han apropiado de temas como derechos sexuales y reproductivos, feminismo, derechos laborales, machismo y desigualdades, entre otros. “Yo lo he hablado con mi mamá, compartimos nuestras opiniones. Me gusta contarle lo que aprendo”, comenta Fernández . “No me quedo callada. Doy a conocer lo que aprendo con mi mamá, mi papá y mis hermanos, además con algunos amigos. Como no saben de estos temas, me ponen atención”, subraya Lozano.

Las jóvenes coinciden en que ni en los hogares ni en los centros educativos se abordan estas temáticas y cómo conocerlos podría construir mejores realidades para las generaciones venideras y grupos diversos. “Existe mucha discriminación en contra de las personas homosexuales y lesbianas, los señalan y les niegan espacio y oportunidades. Mi familia dice que es pecado, pero yo les digo que no”, argumenta Lesbya.  “Yo una vez vi que una pastora avergonzó a un muchacho homosexual en la iglesia. Toda la gente se burló de él y a mí eso me molestó mucho porque nadie tiene derecho a juzgar”, agrega la entrevistada de Pochuta.

Ellas están rompiendo esquemas en sus propios entornos. Creen que el trabajo de ASECSA debe llegar a más comunidades y aldeas para dar oportunidades a quienes no han corrido con su misma suerte.

 

______________________
1. Informe sobre Derechos de la Juventud en Guatemala, elaborado por PDH y UNFA
2. Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) 2014
3. Caracterización de Chimaltenango 2013 – Instituto Nacional de Estadística (INE) 2013