laCuerda

Fotografía: Rosario Orellana

El Índice de Priorización Municipal1 (IPM) revela que la cabecera de Chimaltenango ocupa el puesto once entre los municipios con mayor inseguridad en el país. Este resultado se refleja también en los datos del Departamento de Investigación y Análisis Socio-Delictual de los Observatorios Departamentales2 del Ministerio de Gobernación, los cuales visibilizan que, en Chimaltenango, entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2018, fueron las extorsiones, hurtos, homicidios y robos, los delitos con una tasa más alta, aunque también existen, en menor cantidad, denuncias de violencia intrafamiliar, violaciones y secuestros, entre otros crímenes.

Extorsiones: 66.21

Hurtos: 34.86

Homicidios:14.13

Robos: 13.05

Para colmo de males, según la Alerta Isabel Claudina3 del Ministerio Público, Chimaltenango es el quinto departamento con mayor cantidad de alertas activas, con 77 a la fecha, y las jóvenes de 18 a 20 años, son el segundo grupo más vulnerable.

Por otro lado, en este mismo municipio, el Observatorio de Salud Reproductiva (OSAR) ha reportado entre el 1 de enero y el 3 de julio del año en curso, 79 embarazos en niñas, adolescentes y jóvenes de entre 10 y 17 años.

Al fijar nuestra mirada en estas cifras, es ineludible cuestionar: ¿Cuál es el papel de la juventud en la sociedad? ¿Cuánto se escucha en realidad su voz? ¿Son consideradas personas sujetas de derechos y capaces de transformar la realidad de sus entornos? Todas estas interrogantes se han discutido con las juventudes durante los talleres impartidos por la Asociación de Servicios Comunitarios de Salud (ASECSA). La cabecera de Chimaltenango es uno de los municipios en donde esta organización ha contribuido a fortalecer las capacidades, conocimientos y toma de decisiones de jóvenes con la disposición de convertir sus contextos en espacios libres y justos.

No se trata únicamente de la violencia sistémica y las desigualdades de género, por añadidura el adultocentrismo es otro de los factores contra los que más batallan. “Nuestra realidad es muy decadente. La misma sociedad te estigmatiza, y cree que por ser joven, no podés aportar. Nos creen incapaces”, afirma Kevin Meléndez, representante de la Red de Niñez, Adolescencia y Juventud (RedNaj) del departamento y participante en las capacitaciones de ASECSA. “Vemos muy seguido que jóvenes se involucran en pandillas por los problemas en la casa, la falta de educación y no tener oportunidades para superarte”, complementa Mayra Ajozal, también integrante de RedNaj y partícipe en los talleres de la asociación.

A propósito, persiste el machismo estructural. “En donde yo vivo [San Martín Jilotepeque], la mayoría de mujeres trabaja en la casa y son madres menores de edad. Tengo una vecina de 18 años y es mamá de, al menos, diez hijos”, relata María Glenda Osorio, de RedNaj y activa en ASECSA.

Cuerpos libres de todo mal

Según Ajozal, las mentes más conservadoras y religiosas no permiten el desarrollo integral de las juventudes, al considerar que el abordaje de temas como la sexualidad, el machismo y los derechos humanos, es pecado. “No existe la confianza con los padres. En mi casa no se habla de estos temas porque son muy conservadores. El sistema y la iglesia provocan que los jóvenes nos desorientemos”, señala Meléndez, quien ha encarado a la violencia en múltiples manifestaciones. “La mayoría de padres son alcohólicos, entonces muchos jóvenes se van a la calle porque son violentados dentro de sus casas. Existe también mucha violencia en las escuelas”, acota Kevin.

Asimismo, Mayra advierte que existen muchas agresiones sicológicas en contra de las juventudes, especialmente hacia las mujeres. “Se cree que las muchachas se deben cuidar solas, no les enseñan sobre métodos anticonceptivos y cuando quedan embarazadas, son ellas las que cargan con las críticas; las juzgan y les limitan aún más las oportunidades”, añade. “La sociedad piensa que porque nosotros somos jóvenes no podemos lograr lo que queremos y que no tenemos sueños”, subraya Glenda. “En el municipio de Chimaltenango estamos acostumbrados a ver a esa mentalidad tan cerrada”, dice Ajozal.

Las personas entrevistadas detectaron con facilidad que estas problemáticas desgastan a las y los jóvenes, provocándoles desinterés y apatía. “Hay de todo, pero mucha juventud no está interesada en hablar de estos temas”, manifiesta Osorio. “Les vienen a hablar, lo piensan un poco, pero al salir y volver a sus realidades, hacen lo mismo de antes. Con la mayoría se tiene que hacer actividades que atraigan su atención. A los jóvenes les interesa lo actual”, concluye Meléndez.

Fotografía: Rosario Orellana

 

Construir con denuedo

Queda aún mucho camino por recorrer. Las condiciones no permiten ver con claridad el panorama; no obstante, las y los jóvenes tienen la convicción de seguir resistiendo frente a las diversas manifestaciones del fundamentalismo que entorpezcan su desarrollo. Pareciera que son escasas las voces que se han alzado, pero poco a poco, ASECSA y las juventudes han construido una red políticamente activa y crítica frente a las injusticias y mezquinas desigualdades.

Mayra, Glenda y Kevin buscan alternativas para que se les escuche, para construir nuevas dinámicas de relaciones entre mujeres y hombres, juventudes y personas adultas, sin distinciones, sin prejuicios. “Es necesario llegar a las familias, en establecimientos educativos y con grupos diversos a través actividades que llamen su atención y así hacer que reflexionen. Juntas y juntos podríamos hacer algún cambio”, puntualiza Ajozal.

Fotografía: Rosario Orellana

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1. Permite identificar áreas en las que se deben orientar esfuerzos interinstitucionales para controlar y prevenir la violencia “común”. Fue elaborado como parte del proyecto Infosegura del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos.

2. Datos obtenidos de los informes presentados por Policía Nacional Civil.

3. La Alerta Isabel Claudina permite activar un sistema de búsqueda inmediata cuando una mujer, mayor de 18 años, es reportada como desaparecida.