Por: María Dolores Marroquín / laCuerda

 

Anuna De Wever, de 17 años, viene de una familia típica de clase media, con una historia de activismo ciudadano; aprendió junto a sus amigas y amigos a sensiblizarse frente a dos grandes problemáticas que toca al mundo encarar: la desigualdad y las afecciones del clima.

En su casa, la costumbre es reciclar, moverse en bicicleta y hacer ahorros energéticos para calmar la sobrecarga que el planeta vive actualmente. Sin embargo, hay cosas que sobrepasan este comportamiento ciudadano que pretende colaborar.

Contexto que indigna

Las políticas públicas en Bélgica favorecen al sector privado. Éste, por un lado, tiene grandes beneficios fiscales a pesar de que se ha comprobado que son los grandes generadores de la contaminación ambiental. 

El gobierno ha definido una política ineficiente para atacar los desequilibrios producidos por la contaminación. Ha determinado más de 150 medidas -mientras que en el resto de la Unión Europea (UE) existen entre 50 y 70-, pero los resultados la colocan en los últimos puestos de avances en materia de protección ambiental, en comparación con los otros países de la UE.

¿Por qué? se preguntarán, porque la definición estatal se dirige a enfrentar los efectos, y esas medidas definidas van encaminadas a que la población sea la que cambie sus formas de vida, por ejemplo, que compre carros más caros (se supone menos contaminantes), que recicle, que participe en un sistema de recolección clasificada de la basura, etcétera, pero siguen sin atender las causas de la contaminación ambiental: la industria.

El click que movió a Anuna y a sus amistades

En el verano de 2018, entre los meses de julio y agosto, hubo una fuerte sequía en Bélgica, eso llevó a que el gobierno prohibiera el uso de agua para regar las plantas. Esto, sumado al calor inusual, hizo que casi todos los jardines del área donde vive Anuna murieran, las plantas de su jardín desaparecieron.

Anuna tuvo la oportunidad de acompañar a su madre, Katrien Van der Heyden, a algunas reuniones del Comité de la CEDAW (Convención sobre la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer), donde pudo hablar con una delegada de Indonesia que le contó que la isla donde nació, está desapareciendo porque las mareas han subido mucho por el descongelamiento de los glaciares.

En el acuerdo de París en 2018, el gobierno de Bélgica se comprometió a bajar la emisión de CO2 en un 50 por ciento. Estaba cercana la realización de la COP 24 (celebrada en la ciudad polaca de Katowice del 2 al 14 de diciembre de 2018) y más de 65 mil personas belgas, en distintas acciones, presionaron a su gobierno para que subiera el compromiso en esa cumbre. Pero contrario a la demanda ciudadana, el gobierno belga no firmó un nuevo compromiso, regresando la delegación correspondiente a Bruselas, dos días antes de la finalización de la COP 24.

Para Anuna, esto fue un detonante, y tomando como ejemplo el de Greta Thunberg, quien en Suecia inició una huelga de colegio contra el cambio climático para conseguir llamar la atención de los medios, hizo junto con sus amigas y amigos de la escuela, una acción similar.

Tomar la calle en día de escuela

Las y los estudiantes hicieron un video que divulgaron por redes sociales. En él llamaban a la juventud a hacer un plantón en Bruselas, frente a las oficinas del gobierno de la UE. Esperaban que llegaran unas 50 personas por lo menos, pero su sorpresa fue inmensa cuando a la primera llamada llegaron tres mil jóvenes de diferentes lugares de Bélgica. El segundo jueves, fueron 12 mil 500; el tercero, 30 mil. Ahora hay plantones en diferentes lugares del país, los martes fueron tomados como días de protesta hasta que el gobierno de la UE les escuche.

Sectores conservadores cuestionan estas acciones, pero los argumentos de Anuna son: “Para qué ir a la escuela si no tengo futuro, pronto la humanidad morirá si seguimos con este rumbo”. Y frente a la insistencia de que deben aprovechar el tiempo y estudiar para aportar a su sociedad, ella responde: “si los gobiernos no escuchan a los científicos, de que sirve que estudie ciencias, si no servirá de nada”.

Ahora son un grupo de ocho jóvenes, cuatro mujeres y cuatro hombres, con tareas distribuidas y con la convicción de que “solo los jóvenes pueden movilizar a la juventud”, el Movimiento Jóvenes por el Clima, Youth for Climate, es de los pocos que en los últimos años ha logrado mover a la ciudadanía belga.

Anuna y Kyra Gantois, de 19 años, son las voceras. Su voz ha recorrido la UE y se encuentran haciendo alianzas con otros movimientos de jóvenes. Sueñan con que sus redes lleguen a otros continentes.

Sus propuestas y demandas se dirigen a buscar una transición climática que erradique la pobreza, que beneficie a todas las personas y no sólo a las de clase media.

Esperan tener una fuerte presencia en la Cumbre del Clima, COP 25, que se realizará en Chile del 2 al 13 de diciembre de 2019, donde sueñan haya una delegación de jóvenes grande.

Para el 20 de septiembre próximo, se espera una acción mundial de jóvenes en 130 países, la intención es dar un giro y detener la destrucción del ambiente.