Volvemos a poner en el centro del debate la relación entre territorio-cuerpo y seguridad para las mujeres, a partir de la decisión del gobierno de turno de decretar Estado de sitio en 22 municipios por 30 días. A partir de la decisión del gobierno, dos mil militares fueron movilizados a los seis departamentos, quienes, además, contarán con el apoyo de la Policía Nacional Civil y Ministerio Publico. De tal cuenta, miles de hombres desplegarán con lujo de “fuerza legítima” sus armas y presencia hostil en las comunidades, tal como sucedió durante el conflicto armado interno.
Por eso, es menester (re)pensar dicha relación porque conduce a colocar en el centro de la reflexión las condiciones en que las mujeres que habitan en las comunidades en Estado de sitio, sobrellevarán la situación, cómo afrontarán las narrativas y acciones que vuelven a recalcar el miedo, el cautiverio en el espacio privado y la imposibilidad de moverse por sus territorios. Si bien es cierto que en el continnum de violencia que las mujeres han afrontado históricamente, el constreñimiento de la autonomía ha sido la regla, volver a convivir con el ejército en sus calles, sus comunidades, sus espacios de reunión, es traer al presente los recuerdos de la muerte, abrirle la puerta a la memoria para revivir la violencia sexual, las desapariciones forzadas y las masacres vividas en el marco de la guerra interna.
Este estado de cosas que ha impuesto el gobierno, lejos de garantizar la “paz y tranquilidad a la población de la región”, como aseguran los voceros de este gobierno, les impone a las mujeres el estado del miedo, como manifiesta Rita Laura Segato, porque así como la presencia del ejército en estas regiones les asegura a quienes quieren seguir expoliando el territorio, la disposición plena de los bienes naturales, los cuerpos de las niñas, adolescentes y mujeres quedan, también, a expensas de ese despojo, de los abusos y la violaciones. Porque esa lección la aprendimos de la historia, el control del territorio se expresa en el control del cuerpo de las mujeres.
Este gobierno fascista sigue reproduciendo las únicas lógicas que conoce, las del despliegue de poder y uso de fuerza, las que arremeten contra los cuerpos, las que pretenden destruir las redes de cuidado de la vida que nosotras las mujeres continuamos creando. Y mientras tanto, nosotras seguiremos resistiendo.