Por: Paula Irene del Cid Vargas / laCuerda

 

Como el sexo y todo lo que está en juego en la atracción sexual es un tema tabú, lo que se sabe sobre el olor y su relación con la atracción sexual es reciente y a veces contradictorio y controversial. 

El olor

Una fragancia determinada puede provocar que fijemos un momento de nuestra vida en la memoria. Tiempo después, volver a sentir ese olor, inducirá el recuerdo de ese instante, recreando el placer que se sintió, haciendo que la experiencia quede vinculada a ese olor.

Junto al sentido del gusto, el del olfato cuenta con receptores que son estimulados por sustancias químicas presentes en el aire y las moléculas que se encuentran en los alimentos. Cuando percibimos esas sustancias químicas por el sentido del olfato, se llaman olores y cuando se hace por el sentido del gusto, sabores. El olor de cada cuerpo es único, como una huella dactilar, y al mismo tiempo, es el reflejo de lo que se consume. Cada persona tiene un olor único y también receptores olfativos singulares, así que el olor de una persona puede ser percibido de diferente forma por quienes la rodean. 

La química de la atracción

Los estímulos químicos, presentes en el medio ambiente, pueden ser detectados por tres diferentes sistemas: el olfatorio, el vomeronasal y el trigeminal. De estos tres, va a ser el sistema vomeronasal el responsable de detectar las feromonas, es decir aquellas sustancias químicas que producen otros miembros de la misma especie. Se cree que estas determinarán nuestro sentido de la atracción.

Las feromonas son sustancias químicas, documentadas desde 1959, se liberan a través del sudor y aunque éstas no tienen olor, ni sabor detectable de forma consciente, el cuerpo tiene la capacidad de percibirlas, y lo hacemos a través del órgano vomeronasal, auxiliar del sentido del olfato con neuronas sensitivas, que envían mensajes al hipotálamo, asociado a las emociones.

Además de las feromonas, los científicos han confirmado que en la atracción sexual humana también intervienen los antígenos leucocitarios humanos (ALH), formados por moléculas que se encuentran en la superficie de casi todas las células del tejido humano. Éstas cumplen con la función de diferenciar lo propio de lo ajeno, asegurando que el organismo active el sistema inmune para defenderse de agentes extraños que generen infecciones. 

Las personas que nos atraen, tienen antígenos leucocitarios humanos distintos al nuestro. A través de la saliva, el sudor o el semen, el organismo buscará un ALH distinto al propio, produciéndose el encuentro sexual. Esta diferenciación y selección, parece que se realiza a través de señales olfativas, por lo que el sentido del olfato cobra relevancia en el momento de elegir pareja sexual. Algunas investigaciones han dado como resultado que cuanto mayor es la diferencia entre sus HLA, más aumenta el deseo y la satisfacción sexual. Aunque todavía no está claro cómo, los HLA definen el olor del cuerpo, componentes de éstos se encuentran en los fluidos como el sudor y la saliva.

Con una perspectiva heterosexual, lo sé, existen estudios que indican que la androstadienona, un químico presente en el semen y el sudor, principalmente de las axilas de los hombres, están relacionados con el aumento de cortisol en mujeres. Y otros estudios documentan que tanto la androstadienona o el estratetraenol, su equivalente en la orina de las mujeres va a generar buen humor en aquellas personas que se sientan atraídas por unas u otras substancias. Encontraremos otros estudios que indican que estos componentes en perfumes artificiales no son eficaces para producir atracción sexual.

Experiencia y cultura

Aunque no se tenga conciencia de la percepción olfativa de las feromonas, éstas son detectadas por los receptores olfativos, que estarán influenciados por los recuerdos de experiencias pasadas. Así psicólogos y sociólogos opinan que las feromonas no son tan determinantes en la atracción humana, ya que si esto fuera así, -dicen- los humanos no podríamos controlarnos en espacios públicos. 

La cultura del olfato es diferente en cada sociedad: en occidente se utiliza el perfume como elemento de seducción, es una cultura que opta por los olores de fuera. Por eso, disfrazar el olor con perfumes es una acción que algunos científicos cuestionan porque niegan que sean efectivos y proponen no gastar el dinero en ello, usar tiempo en alimentarse sanamente y seguir normas básicas de higiene, sin exagerar.

Terapeutas sexuales recomiendan incorporar olores cítricos, como el de la flor de azahar, canela o té, para acompañar a los preliminares o al placereado, es decir, cuando se deja a un lado el coitocentrismo y el encuentro pone en el centro, el disfrute a través de caricias mutuas, que tiene como propósito reducir posibles tensiones y mejorar la comunicación y conexión de la pareja, contribuyendo a la relajación.

En asuntos del deseo y satisfacción sexual, parece que la imaginación y la creatividad son la clave, por lo que invitamos a conjugar expectativas, historias, deseos y olores.