Isabel Ruano / Cantautora, activista e integrante de Tallahassee Community Action Committee y la Asociación de Inmigrantes de la Florida

 

Si algo aprendí en más de una década de trabajo en servicios sociales a familias viviendo situaciones de violencia doméstica, es que hay que escuchar, empatizar y abogar por las mujeres.

Se ha demostrado que sólo un pequeño porcentaje de denuncias de abuso son falsas, dilatar servicios para hacer cuestionamientos puede costar la vida. Las mujeres que expresan sufrimiento por la posibilidad de estar siendo abusadas deben ser escuchadas y apoyadas. Reconocer el ciclo de la violencia y denunciarla es un proceso largo y difícil.

Hacer una denuncia de abuso no es fácil. Se duda de una misma, se cuestiona la realidad, a veces se ama al abusador, duele, hay negación, se espera que las cosas mejoren. Para más de algunas puede ser difícil reconocer que está siendo abusada. Puede haber manipulación del abusador que lo hace aún más confuso. Hay culpa y verguenza. A veces toma décadas reconocer que lo que se vivió fue abuso, para entonces, puede ser muy tarde para proceder legalmente, especialmente si nunca hubo una denuncia o registros de algún profesional médico o de salud mental que haya sido testigo del daño en su momento. Para muchas personas puede ser extremadamente desgastante tener que revivir el trauma.

Cuando trabajé con estas mujeres, lo primero que siempre resaltaba era la importancia de documentar todo, de denunciar y tener reportes de lo ocurrido. No es fácil. La víctima no siempre quiere que la persona que ama, y que la agredió en un momento, vaya a la cárcel. En Estados Unidos (que fue donde hice este trabajo), si el daño es severo, el Estado puede poner cargos, aunque la víctima no quiera ser demandante. Las mujeres encaran un sistema judicial dominado por hombres que no siempre tienen el entrenamiento adecuado. He visto casos en los que los registros de terapia se presentan como prueba de violencia, pero el juez se basa en éstos para quitar la custodia de los hijos. En otras ocasiones, el sistema pone obstáculos, cuestiona el estado migratorio o no proporciona intérpretes a la víctima. He sido testigo de muchas situaciones en las que la víctima no hubiera podido hacer una denuncia, sin contar con una profesional que abogara por ella.

La denuncia protege

Todo lo anterior, para ilustrar que existen factores internos, factores inherentes a la relación (cada pareja es un universo), y factores sistémicos que obstaculizan las denuncias formales en los casos de abuso físico, sexual y psicológico.

En el marco del movimiento #MeToo se ha visto un incremento en el número de acusaciones por acoso y abuso sexual. Muchas personas, -mujeres y hombres, pero ciertamente más mujeres- han identificado que es el momento propicio para hacer públicas estas experiencias. Con esto buscan una validación que ha sido negada antes, a veces por ellas o ellos mismos. Gradualmente ha crecido la presión para denunciar con la intención de ayudar a proteger a otras víctimas potenciales de predadores. Ante estas denuncias públicas, hemos visto ataques hacia quienes denuncian por no seguir un proceso legal formal, sin contemplar que, en ocasiones, hacerlo sin el apoyo de organizaciones especializadas, es difícil.

Ante estas acciones, también ha surgido el pánico a los linchamientos en los medios sociales. Siempre hemos vivido en ambientes donde se castiga. Recuerdo bien la época en que la reputación de una mujer se arruinaba por rumores, esto afectaba su vida académica, social y laboral, igualmente se arruinaban vidas de gente de la diversidad sexual o género; esto sin necesidad del Internet. Me pregunto si entonces había tanta gente enardecida en el debate acerca de los linchamientos sociales. Personalmente no recuerdo a nadie preocupado al respecto más que la familia afectada.

Con esto no pretendo justificar la difamación. La persecución y denigración de la integridad no contribuye. Ahora, la denuncia pública de alguien que la víctima considera pudiera ser un riesgo para otras, sí es importante mientras se esclarecen los hechos formalmente. Es por ello que hay quienes toman grandes riesgos, e incluso se someten al linchamiento social al hacer estas denuncias públicas. Recordemos el caso de la psicóloga estadounidense que acusó a un prominente juez de haber intentado violarla 30 o 40 años atrás; esto en el contexto de la nominación del juzgador a la Corte más importante de ese país. La denuncia, se hizo con la intención de proteger la integridad de la Corte, el juez fue elegido para el puesto mientras ella no ha podido regresar a su trabajo en la universidad y vive escondida bajo amenazas de muerte.

Es así que personas trabajadoras sociales y profesionales de la salud que han sido entrenadas para atender víctimas de violencia doméstica y sexual, entienden que ante estas denuncias lo primero es empatizar, escuchar, proteger y abogar. Y es así que comparto mis experiencias, esperando ayudar a forjar una comunidad donde el abuso de poder y de género, sea cosa del pasado. 

#YoSiTeCreo