Según un estudio de la organización Mujeres Transformando el Mundo (MTM), durante la época de la Covid-19, 60 por ciento de las mujeres encuestadas cambiaron su rutina a partir de la pandemia y el 68 por ciento ha tenido cambios de humor por las repercusiones de ésta. Entrevistamos a dos expertas que realizan trabajo con mujeres en las áreas rurales en el país para conocer el problema desde las voces que lo sufren.

Francelia Solano/ laCuerda

La pandemia ha traído cambios para la humanidad, especialmente en la vida de las mujeres. Según el estudio “Guatemala: Mujeres, cuidados y violencia” realizado por MTM, se encontró que el 60 por ciento de ellas ha cambiado sus dinámicas familiares y el 47.3 por ciento  (1,894), tuvo cambios en sus ingresos.

Sobre esto nos hablan Cecilia Mérida, antropóloga feminista que trabaja con mujeres en Huehuetenango y Quetzaltenango e Iliana Beatríz Tzín Quixchán de la Asociación de Mujeres de Petén Ixqik, agrupación que brinda acompañamiento integral a sobrevivientes de violencia. Ambas nos explican cómo se vive (y sufre) la pandemia en las comunidades.

Repercusión en sus vidas

Antes las mujeres de una aldea en Huehuetenango se reunían para hablar sobre temas que les afectaban a ellas y a sus comunidades. Con la pandemia, el grupo se disolvió y la comunicación es casi nula. Estar alejadas las mantiene incomunicadas, sin una red fuerte y vulnerables ante la violencia en el hogar de parte de sus parejas. Cecilia Mérida explica que “ellas no hablan tanto por teléfono, ellas extrañan juntarse porque es la forma en la que salen, hablan y se apoyan”. La mayoría tiene celulares, dice, sin embargo no todas cuentan con saldo, señal o facilidad para comunicarse, por lo que denunciar se hace difícil, y más para las mujeres mayas que no han tenido acceso a información de cómo hacerlo en sus idiomas maternos.

Iliana Tzín  explica “las mujeres pueden tener miedo de su agresor (…) Si no tienen saldo, no saben leer, ni escribir y no han tenido acceso a información es difícil denunciar”.

Según el estudio de MTM, las mujeres encuestadas aseguraron haber sufrido diferentes tipos de violencia por parte de su pareja: 33 por ciento indicó que las hicieron sentir mal; 9 por ciento dijo ser golpeadas; 7 por ciento fueron amenazadas con hacerles daño a ellas o a sus familiares, mientras 27 por ciento dijo adaptarse a su pareja para no sufrir maltratos.

En los últimos meses, la Asociación de Mujeres de Petén Ixqik, donde Tzín es fundadora, ha tenido menos denuncias y menos gestiones. La incomunicación y la dificultad para movilizarse es el factor determinante. Por ejemplo, el pasaje que costaba 25 quetzales ahora se ha duplicado a 50. Así es que para pedir ayuda a la asociación, las mujeres tienen que pagar 100 quetzales para un viaje de ida y vuelta. Tzín asegura que “la violencia dentro de la casa ha aumentado (…) Hemos visto que la violencia sexual en mujeres menores y adultas ha permanecido”.

La carga de trabajo

Pero no solo la hostilidad dentro de la casa ha cambiado, según Cecilia Mérida “hay un aumento increíble del trabajo que hay que hacer, y estando en casa es como que te das cuenta y comienzas a verlo todo. Es una exigencia de que todo tiene que estar limpio, y además, los espacios se reducen.” explica. Al estar todas las personas juntas en casa, hace que haya menos espacio del que había antes, por ejemplo, los comedores de algunas viviendas se vuelven una escuela prácticamente todo el día.

El tiempo de las mujeres ahora más que nunca, está dedicado a la casa. Según la encuesta de MTM, el 25 por ciento de ellas dedica seis horas al día a los cuidados del hogar y el 24 por ciento, cuatro horas. Ambos son los grupos mayoritarios. El 42 por ciento de las madres son las designadas para estas tareas y el 16 por ciento, las hijas mujeres.

Mérida dice que “nosotras tenemos que hacer todo, lavar, planchar y limpiar (…) todo pasó a manos de las mujeres. En el caso del área rural, ellas, además de los trabajos de hogar, se dedican a cuidar sus huertos y a la crianza de los niños”. Concluye que “el trabajo ha aumentado dramáticamente para todas nosotras y con muy poco apoyo de los hombres de la casa”.

Carga emocional

Pero hay aún más motivos para que el 67 por ciento de las mujeres se sienta más tensa durante la pandemia y es que para muchas, según Tzín, los juicios de pensión alimentaria quedaron estancados además de que “entraron en ansiedad y estrés de pensar qué llevar de comer a la casa y el miedo a que se puedan contagiar en algún momento. Es un sentimiento de incertidumbre frente a la situación que se está viviendo”.

El 32 por ciento de mujeres encuestadas por MTM dijo tener una gran preocupación por el riesgo a contraer el virus, y para Tzín es preocupante pues como asociación “hemos visto casos de mujeres que se enferman y no acuden al hospital porque tienen miedo de morir y se siguen quedando en su casa curándose con medicina alternativa”. En algunos casos, debido a que son casos leves se curan, en situaciones graves mueren en sus casas sin ser ingresadas al sistema que registra los casos de Covid-19.