Julia* trabaja en un call center y hace dos semanas comenzó a hacer un perfil en OnlyFans. Dice que hacerlo le generará un dinero extra, sabe que no será mucho, pero igual no es su motivo principal para estar ahí.

Francelia Solano/ laCuerda

Ilustración: Sofía Sánchez

Desde hace ya algún tiempo, Julia quería comenzar a vender fotos que se hacía en lencería. Primero oyó acerca de Patreon, una aplicación que funciona con la compra de membrecía con contenido exclusivo, pero la plataforma no era muy amigable. Este año, con la referencia de una tuitera, oyó de OnlyFans, la página del momento.

OnlyFans es una página inglesa, no tiene aplicación y brinda un modelo similar a Patreon, que funciona con suscripciones mensuales. En ésta los creadores de contenido pueden poner un precio por acceder a su fotos y videos, y se renueva mensualmente, a menos que la persona decida darse de baja. Originalmente no fue creada como una red para difusión y compra de contenido explícito, sino para que artistas pudieran financiar su arte a través de ayuda de los suscriptores. Ahora esto ha pasado a ser una minoría en la página desde que Tim Stokely, conocido también como el Mark Zukenberg del Porno, la comprara. En medio de la pandemia se oye hablar de esta página en todos lados: memes, Facebook, Twitter, Instagram e incluso Tik Tok.

Julia ya tiene una cuenta, pero no ha creado mucho contenido. La tarifa de suscripción la pone cada creadora, quien se queda con el 80 por ciento de lo generado, mientras la plataforma obtiene el 20 por ciento. La entrevistada finalmente sugiere que toda persona que quiera comenzar a producir contenido en OnlyFans lo haga, tras una decisión muy bien analizada, pensando en el aspecto laboral y el familiar.

¿Por qué el auge de OnlyFans?

Julia cree que esto radica en la posibilidad de ver a mujeres comunes y corrientes, y pensar que en cualquier momento podrían encontrarlas en la calle, en sus lugares de trabajo o cerca, genera “morbo”. El auge también se debe a que cuando se suscriben al perfil de una chica o chico pueden conversar con estos, algo que no podría hacerse en un sitio de pornografía gratuita.

La psicóloga e investigadora de violencia patriarcal,  Dina  Elías,  comparte  la  hipótesis  de Julia. Describe el campo de la sexualidad como “muy complejo” y considera que el “éxito” de la plataforma OnlyFans podría estar asociado justamente con “la fantasía de lo que se conoce como la next door girl [La chica de al lado] en Estados Unidos”: una mujer que puede ser conocida y de quien  se  puede  tener  acceso  al  espacio íntimo. En todo esto existe  un estereotipo patriarcal que replica la idea de las mujeres como  objetos  de  placer,  específicamente del placer masculino.

Un riesgo para la niñez y adolescencia

María José* tiene 16 años, mientras revisa su Tik Tok, la plataforma de videos cortos, encuentra uno de una mujer de pelo largo, maquillada y sentada sobre la repisa de su nueva cocina, que asegura logró pagar por el contenido publicado en OnlyFans. Así hay cientos de vídeos a los que tiene acceso María José y otro 20 por ciento de usuarias y usuarios de Tik Tok que tiene menos de 19 años, según los últimos datos dados a conocer por la aplicación.

La promoción de los “beneficios” de OnlyFans llega a niñas, niños y adolescentes. Como psicóloga, a Elías le parece riesgoso que la niñez y adolescencia esté expuesta a este tipo de publicidad. Finalmente explica que OnlyFans ha  sido muy poderosa promoviendo la idea de que “vender nudes [denudos]empodera”, pero para Elías tiene un modelo similar a un proxeneta, ya que cobra una tarifa por lo que publican las mujeres. La entrevistada agrega que al promover la idea de que vender fotos privadas es una forma de “emprendimiento” y de mostrar la autonomía que las mujeres tienen sobre sus cuerpos, las jóvenes, quienes en su mayoría son las creadoras de contenido, podrían pensar que es un acto de liberación sexual.

Elías concluye diciendo que como experta en violencia patriarcal ve OnlyFans como “otra franquicia de la pornografía y explotación sexual” y como producto de un sistema capitalista que comercializa la idea de “la libertad sexual, el placer, el cuerpo y el deseo”.

 

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