La Cuerda entrevistó a una paciente sobreviviente de cáncer de mama, a una mujer que ayuda a su madre a enfrentar la enfermedad y a un doctor responsable de las mastectomías en el Hospital General San Juan de Dios. Sus testimonios nos brindan un cuadro sobre los retos que implica el cáncer de mama y la necesidad de detectarlo a tiempo.

Francelia Solano/ laCuerda

Ser paciente 

A los 36 años Kimberly Woods estaba realizándose un autoexamen cuando se encontró una masita en el pecho derecho. Recuerda que acudió inmediatamente con un doctor especialista en enfermedades mamarias quien le aseguró que no tenía nada y que no debía preocuparse. Sin embargo, un año después el dolor se intensificó y recurrió a otro especialista. Ese mismo día fue trasladada al hospital San Juan de Dios para que le fuera realizada una mastectomía.

Así llegó el cáncer de mama a su vida, hace ya más de dos años. Al mes de la operación Kimberly inició las sesiones de quimioterapia en el Hospital San Juan de Dios, uno de los dos hospitales públicos que tratan el cáncer en el país. Fueron 8 ciclos de quimioterapia y, posteriormente, tuvo que atravesar la siguiente fase, el tratamiento con radioterapia.

Hizo intentos para recibir dicho tratamiento en el Instituto Nacional de Cancerología (INCAN), la institución a la cual se refieren las personas que necesitan este procedimiento en el sistema de salud público. Desde el día en que llevó su papelería para iniciar el proceso, en marzo del 2019, han pasado 19 meses y Kimberly sigue esperando una cita.

Cuenta que solamente se comunicaron con ella en dos ocasiones para realizar un chequeo pero la tercera, para iniciar el tratamiento de radioterapia, sigue pendiente. Ella, entre las demás pacientes, había oído anécdotas de lo lento, engorroso y difícil que era acceder a la atención. Por esa razón, como alternativa también ingresó papelería a la Fundación de Amigos Contra el Cáncer (Fundecán), donde apoyan a pacientes proveyéndoles recursos económicos para costear el tratamiento completo en una entidad privada. Así logró recibir su terapia.

“Mis últimos exámenes salieron libres de cáncer, me siento bien, aunque con secuelas como fatigas o mareos. Los medicamentos que debo tomar en los próximos 5 o 7 años me causan mareo, pero son síntomas a los que me puedo adaptar”, comenta.

Reconoce que el tratamiento en el sistema de salud pública no le costó dinero y fue de gran ayuda, sin embargo, le hizo mucha falta la atención psicológica, la cual califica como un “apoyo vital” para sobrellevar los momentos que tuvo que enfrentar. Ella como estudiante de psicología esperaba recibir atención en esa área, pero para su sorpresa solo recibió 3 terapias de menos de 5 minutos en lo que estuvo en el hospital San Juan de Dios porque una persona atendía todos los casos. El enorme apoyo que recibió de su familia fue lo que le permitió superar la enfermedad.

La familia 

Magda Ruano es enfermera y trabajó en un hospital atendiendo pacientes con cáncer hace unos años. Por su experiencia, cuando le dieron el diagnóstico de su mamá, sintió “que el mundo se le venía encima”. Petrona Alvarado, su mamá, ya había tenido una experiencia cercana pues su hermana gemela murió a causa del cáncer de seno.

Cuenta Magda que al tener los resultados positivos le preguntó a Petrona “¿usted quiere luchar?” y su mamá le respondió que sí. Ambas sabían lo agotadora que era esa enfermedad, pero decidieron continuar. Fue sometida a una mastectomía y posteriormente debía realizarse una serie de estudios para poder continuar con las sesiones de radioterapia. El costo de los mismos oscilaba entre Q 60 y Q 80 mil en entidades privadas mientras que en el INCAN descendía a Q15 mil, pero la lista era larga. Las sesiones debían comenzar en octubre, sin embargo, la cita más próxima en esa institución era en febrero del siguiente año. Por eso Magda decidió no esperar, sabía que un tratamiento a tiempo era la diferencia entre la vida y la muerte de su mamá.

“Para cubrir el tratamiento y los medicamentos, nosotros (ella, sus 5 hermanos y demás familia) hicimos préstamos y pedimos liquidación laboral”, explica Magda, quien además, consiguió un bono de Fundecán por Q15 mil que le ayudó a completar los fondos que hacían falta.

Al año de haber superado el cáncer, apareció otro tumor. Como se había estado realizando los chequeos médicos, lograron detectarlo a tiempo y extraerlo con relativa facilidad.

“Ahora estamos pasando con ella un proceso difícil, porque en abril de este año tuvo una obstrucción intestinal, lamentablemente le detectaron un tumor en el colon y la volvieron a operar el 3 de agosto, pero esta vez no se pudo hacer nada, porque tomó órganos vitales y no lo pudieron quitar”, comenta. El cáncer está en etapa 4 y ya no se puede detener.  Su mamá está recibiendo quimioterapias paliativas para que el dolor no sea tan grave y para que el tumor no siga creciendo.

 Petrona está dispuesta a seguir viviendo a pesar del diagnóstico médico que solo le auguró tres semanas de vida: “voy a morir con el escudo y el casco puesto y voy a luchar hasta el final”, expresa decidida. En tanto su familia la llena de amor y la hace feliz.

Ser médico 

Sergio Ralón es el Jefe de la Clínica de Enfermedades Mamarias y Cáncer de Seno del Hospital San Juan de Dios, fue el médico que realizó la mastectomía a Kimberly y a Petrona.  Explica que si bien el hospital ofrece los primeros tratamientos, no cuenta con radioterapias y tampoco facilita el proceso a las pacientes para sus traslados ya que los trámites para referir casos a otras entidades o a ONG es engorroso.

En esta época de pandemia es más difícil, enfatiza, porque los apoyos financieros que habían para pacientes con cáncer se han ido alejando. Las fundaciones están recibiendo cada vez menos ayuda, lo que no permite que todas las mujeres tengan acceso a su tratamiento a tiempo. Según el médico, el 68% de pacientes no tiene los recursos suficientes para pagar los tratamientos y la sobresaturación de las ONG lo hace más difícil.

“Es por eso que en este momento, más que nunca, es necesario realizarse el autoexamen —explica Ralón— porqué la detección temprana ayuda a que una mastectomía sea suficiente para no pasar por quimioterapia y radiación”.

Recuerda que ser mujer es el principal factor de riesgo y que atrás quedó el mito de que solo a las mujeres mayores les puede dar la enfermedad.

Concluye que las mujeres que tuvieron su menarquia a edad temprana, no tienen hijos, tuvieron menopausia tardía, estuvieron en tratamiento hormonal o tienen un factor genético, son las más propensas a sufrirlo. Es por ello que el autoexamen a los 20 y las mamografías anuales desde los 40 años, son la clave para prevenirlo.

Información sobre tratamientos y prevención: 

Mamografías- Tecniscan: 

PBX: 1723.

https://www.tecniscan.com/contactenos/

 

Radioterapias – INCAN: 

Tel: 2417 2100

https://www.facebook.com/IncanGT/

 

Radioterapias – Hospital Universitario La Esperanza:

Tel: 2415-9000

https://hospitalesperanza.com/

 

Ayuda económica para terapia – Fundecán

Tel: 2228-6202

https://fundecan.org/