En este territorio que llamamos país, estamos sumidas en un pantano de corrupción que ha ido creciendo y profundizándose en los últimos lustros. Las redes que viven del robo al Estado y por ende, a la población, constituyen hoy un sector infectado, numéricamente considerable de la sociedad.

Involucrados en estafas, tráfico de drogas, armas y personas, hay grupos que se amplían en ramificaciones que cubren distintos estratos de la pirámide económica. Quienes se benefician con el blanqueo de dinero, por ejemplo, van desde las grandes empresas, diputados vendidos, funcionarios conchabados, periodistas comprados, parientes, amantes, novios/as y ahijados/as. Vincularse a la corrupción es una vía de ascenso económico, por lo mismo, caer en la trampa del pisto fácil es una tentación y una alternativa peligrosas.

La corrupción como forma de vida, acarrea consigo ambición desmedida, competitividad, traición, falta de escrúpulos, uso de violencia. Es así porque tiene como objetivo la acumulación de poder y se basa en el engaño. Si observamos las imágenes que proyectan quienes encarnan la corrupción, si escuchamos lo que dicen, se evidencia su incapacidad política, su falta de valores y conciencia. Ejemplos nos sobran, desgraciadamente.

Combatir la corrupción cuando está instalada en la ideología dominante y en las prácticas cotidianas, significa oponerse a un poder que ha enajenado a las multitudes a través de una cultura que enaltece el machismo, la sumisión, la fuerza bruta. Nuestras herramientas como feministas, que a la vez son propuestas de transformación y de vida, son: la ética inherente al pensamiento matriz de distintas corrientes feministas que buscan justicia, la herencia histórica de nuestras ancestras, y el deseo compartido por diversos movimientos sociales en el mundo, de vivir en armonía con la sociedad y la naturaleza.

Con compañeras feministas hemos venido compartiendo sueños para materializarlos en propuestas políticas de transformación. Estamos convencidas que todas las personas podemos vivir con dignidad y con condiciones que lo garanticen. Sabemos que Iximulew, la tierra que nos cobija, puede recuperar su abundancia y belleza natural, si le prodigamos el cuidado que necesita.

Desde allí, nos adherimos a quienes defienden las instituciones de justicia, los procesos democráticos, la transparencia y nuestros derechos colectivos.

Honramos a compañeras luchadoras en espacios diversos, damos nuestro apoyo y solidaridad a las personas criminalizadas por defender los territorios, la libertad de expresión, nuestra soberanía, el futuro. Demandamos justicia para la colega Anastasia Mejía y para la lideresa Petrona Siy, ambas acusadas de sedición y robo agravado en un proceso irregular y sucio.

Instamos a la población a resistir organizadamente ante el embate de los grupos de la impunidad que quieren implantarse en un Estado al servicio de las mafias.

Hacemos un llamado a tender puentes entre personas y organizaciones que luchan por justicia y bienestar colectivo. Fortalezcamos nuestros vínculos y coincidencias.

¡Impidamos el hundimiento en el pantano de la impunidad!