Resiliencia de las hondureñas: Covid-19 y violencia sistémica

laCuerda

El 15 de marzo, el gobierno de Honduras dirigido por Juan Orlando Hernández (JOH), decidió cerrar las fronteras con la excusa de evitar la propagación de la Covid-19. Esta medida de contención, que cabe destacar poco funcionó para el control y mitigación de la pandemia, se replicó en varios países de Centroamérica. Por desgracia, las medidas tomadas por los Estados no contemplaron nunca las diversas realidades y mucho menos un enfoque de género, entre tantas otras falencias; por tanto, las mujeres fueron doblemente vulneradas en los distintos territorios porque el confinamiento y las múltiples violencias acarreadas en este contexto, se añadieron a las débiles estructuras de protección para las niñas, adolescentes, jóvenes y adultas, con las que se enfrentan en el día a día.

La corrupción, la criminalización y el asesinato de defensoras y defensores de territorios cuerpo y tierra, el hostigamiento y persecución a las miradas y voces críticas, los fundamentalismos religiosos, además de las precarias condiciones de vida, son solamente algunas de las aristas que constituyen la sombrilla bajo la cual se analiza un panorama inestable.

Regina Fonseca, feminista, psicóloga e investigadora integrante del Centro de Derechos de las Mujeres de Honduras, comparte cifras inquietantes que visibilizan cómo las lógicas heteropatriarcales se adueñaron de las nuevas dinámicas para establecerse sin interpelaciones1. Advierte que la zozobra sociopolítica, la represión y el poco acceso a información, entorpecen los procesos comunitarios para definir líneas de acción que garanticen el Buen Vivir de todas las personas. Pese a ello, los pueblos originarios se han podido coordinar para resguardar sus vidas desde los conocimientos ancestrales.

Durante el primer semestre del 2020, el Sistema Nacional de Emergencias (911) reportó un total de 58 mil 688 denuncias vinculadas a violencia. De éstas, 658 correspondían a violación y tentativa de violación. Del total de casos, solamente en el 24 por ciento los atacantes eran desconocidos y en las restantes tres cuartas partes, la agresión fue perpetrada por un familiar o persona cercana. De acuerdo con la especialista, los indicadores reflejan una baja en las denuncias de violencia sexual y no que el delito ha dejado de ser cometido. Explica que durante el aislamiento, para muchas se hizo más difícil alzar la voz por diversas condiciones, entre las que destacan horarios de atención reducidos en el Ministerio Público, el poco acceso a transporte y la compañía permanente de los agresores. El silencio también es una respuesta de la sociedad, considera, por la impunidad imperante en el sistema de justicia.

Fonseca también señala cómo los grupos antiderechos, afines a la gestión de JOH, han aprovechado para distorsionar el funcionamiento de las instituciones, “no es fragilidad, es una distorsión estatal que responde a los intereses de unos pocos”, dice con firmeza. Finalmente concluye que frente al panorama hostil y que expele a sus propios connacionales, queda seguir  resistiendo, organizando, luchando y transgrediendo todo aquello que niega una vida plena a niñas, niños, adolescentes, jóvenes y adultas, porque la voz de las mujeres no se apagará.

 

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1.Datos investigados y compartidos por Regina Fonseca durante el foro: “Violencia sexual en Honduras: entre el silencio y la impunidad”. Explicó que debido al contexto es

difícil validar las cifras socializadas.

 

Ni silencio ni miedo Mujeres de Nicaragua siguen luchando por su emancipación

Rosario Orellana / laCuerda

La crisis social, política y económica en la que está sumergida Nicaragua desde hace varios años, y que se ha recrudecido desde abril de 2018, ha permitido a colectivos feministas visibilizar cómo la normalización de una cultura machista y misógina vulnera doblemente a las niñas, adolescentes y mujeres frente a un Estado que se niega a garantizar el cumplimiento de los derechos humanos. Este año, para colmo de males, se sumaron las problemáticas acarreadas por la Covid-19, obligando a muchas a buscar “alternativas de ingresos en las redes de explotación y comercio sexual, matrimonio temprano y la dependencia económica con agresores y abusadores”, señala Blog de la Denuncia*. “Solo durante el tiempo de la pandemia, 16 mil mujeres obreras de las maquilas han perdido sus puestos laborales, quedando sin oportunidades para contener su situación”, explicó la entrevistada.

En tanto, entre enero y julio de 2020, el Observatorio por la Vida de las Mujeres1 reporta un total de 51 denuncias relacionadas con delitos sexuales como violación, explotación sexual, hostigamiento e intentos de violación, entre otros; reporta además 39 femicidios y 41 femicidios frustrados. Tan solo en el ocho por ciento de los casos, se ha iniciado un proceso legal.

Una de las denuncias que por décadas han hecho las feministas en Nicaragua, hace referencia a las condenas y como éstas no garantizan tranquilidad para las familias, porque en la mayoría de casos, los agresores son beneficiados con medidas sustitutivas y liberados antes de cumplir las penas impuestas. Ello evidencia que los “acosadores y femicidas operan con absoluta impunidad”, ratificando un pacto patriarcal que violenta sistemáticamente a los grupos que han permanecido bajo las sombras de la desigualdad y la represión.

Frente al espinoso contexto, las organizaciones y agrupaciones de la sociedad civil, de mujeres y feministas no han cesado en la demanda de justicia, democracia y libertad como “sus principales banderas en las que se ha inscrito la resistencia”. De acuerdo con Blog de la Denuncia, el movimiento feminista ha evidenciado “la estructura de desigualdad, explotación y presión hacia las mujeres, sobre todo de las más desprotegidas, provocada por la complicidad y el concubinato entre el sector privado y el Estado”, mandatos que no están dispuestas a aceptar.

Foto: EFE/Jorge Torres

Los diversos colectivos, en respuesta al oficialismo autoritario y corrupto, se encauzan a la construcción de condiciones dignas, a la emancipación y autodeterminación de las mujeres y sus territorios-cuerpo, con el propósito de resolver las múltiples crisis que desafían principalmente a las nicaragüenses, a través de acciones que orienten propuestas en beneficio de la población y la articulación sostenida que de valor a las voces plurales.

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*Nombre solicitado por la entrevistada para ser identificada en el texto.

1. El Observatorio por la Vida de las Mujeres aclara que los números reportaron no representan la totalidad de casos de violencias contra las mujeres.