Hace 7 años la voz de Anastasia Mejía salió por primera vez al aire a través de la frecuencia 93.5 FM. Ese fue el inicio de una trayectoria como periodista comunitaria. Desde entonces, han sido muchos los obstáculos que ha tenido que enfrentar. Desde limitaciones económicas hasta restricciones de parte de las autoridades locales. laCuerda conversó con ella para recordar su trayecto y su sentir ante uno de los momentos más difíciles de su carrera.

Kimberly López/laCuerda

“La información es poder”. Esa es la consigna bajo la cual Anastasia Mejía comenzó a ejercer como periodista comunitaria k’iche’. Desde 2013, junto a su esposo y algunos colegas, fundó la radio Xolabaj en Joyabaj, Quiché. Al principio, con la intención de preservar los valores de la cultura maya, pero pronto otras problemáticas locales tomaron protagonismo.

“Nos fuimos empapando de información: cuánto es el presupuesto para la municipalidad, cuánto recibe el municipio de Joyabaj, en qué se invierte el dinero. Así nos dimos cuenta de lo importante de informar en qué se invierten nuestros impuestos”, dice Anastasia, directora de la radio.  Después de seis días de haber recuperado su libertad, conversó con laCuerda, desde la cabina de Xolabaj Radio, en donde continúa ejerciendo su trabajo como periodista.

La inquietud por fiscalizar el gasto público en Joyabaj nació al tiempo que, en Guatemala, la Plaza Central de la ciudad se volvía sede de manifestaciones semanales para exigir la renuncia del binomio presidencial en 2015. En ese mismo tiempo ella y su equipo empezaron a cuestionar públicamente el uso de recursos y a realizar investigaciones para saber a dónde iba el dinero de las comunidades.

Sus investigaciones culminaron en denuncias presentadas a la Fiscalía contra la Corrupción en 2016, por anomalías cometidas por las autoridades locales. Los expedientes, dice Anastasia, no han reportado mayores avances.

Antes de emprender un proyecto propio de periodismo comunitario, Anastasia trabajó para un medio corporativo en Quiché. La experiencia, según cuenta, no fue grata. Enfrentó censura y condicionamientos que limitaban su trabajo. “Me decían que mis mensajes eran muy fuertes”, cuenta.

En ese momento se planteó la posibilidad de comenzar un proyecto en el que no tuviera que responder a lineamientos o restricciones. Así nació Xolabaj, un medio que ha ido creciendo con pequeños patrocinios a nivel comunitario.

Antes de eso, con ayuda económica de una familia que decidió apoyarla, Anastasia salió del país con rumbo a Costa Rica para estudiar el bachillerato. Al volver, llegó con una certeza: Tenía ganas de aportar a su comunidad de alguna forma.

Empezó formando un comité cultural con la intención de rescatar las costumbres y valores de la cultura maya y también formó un grupo de danza en Joyabaj. Uno de sus programas más reconocidos es Así cuentan los abuelos, cuya temática se enfoca en los valores, costumbres y tradiciones del pueblo maya; y es transmitido en español y k’iche’.

Del arte dio un salto a la fiscalización del poder local.

Fotografía: Gilberto Escobar/Prensa Comunitaria

Los obstáculos para un esfuerzo de periodismo comunitario

El 22 de septiembre, Anastasia fue detenida en Joyabaj tras haber participado en una manifestación violenta en la que mobiliario, documentos y equipo del palacio municipal fue incendiado y destruido. Como pruebas, la Fiscalía presentó las transmisiones realizadas por ella misma. Ella sostiene: “Yo solamente acudí al llamado para informar lo que estaba pasando”.

Su caso ha sido catalogado como un ejemplo de criminalización al trabajo periodístico. Sin embargo, no es la primera vez que se enfrenta a esto. Según relata, los bloqueos e intentos por obstaculizar su labor comenzaron desde el primer momento.

“Cuando me capturaron, algunos decían que yo fui capturada por promover las radios piratas. Eso no es así. Los medios corporativos se presentan para trabajar a cambio de dinero. Nuestro trabajo como periodistas comunitarios no es ese y somos una radio legal”, sostiene.

Como periodistas comunitarios, reflexiona Anastasia, se debe enfrentar a todo tipo de ataques, desde la difamación hasta la criminalización.

“Estamos expuestos a toda la comunidad, a cualquier peligro y a personas malintencionadas que tienen el fin de lastimarnos y desprestigiarnos, pero nadie es dueño de ningún lugar, nadie puede callarnos ni debería intimidarnos”, dice.

Ser mujer indígena

De 2016 a 2019, Anastasia fue parte del Concejo Municipal de Joyabaj. Su paso por la municipalidad, asegura, fue quizá la época más triste de su vida. En un espacio ocupado por una mayoría de hombres, se enfrentó a la exclusión y la discriminación.

“No laboré, no asumí mi papel como tal porque fui excluida. Es triste saber que no soy la única mujer que ha vivido algo así. Otras compañeras han estado en mi lugar y el sistema patriarcal excluyente nos condena”, comenta.

Para ella, el acompañamiento entre comunidades y entre mujeres es la mejor forma de enfrentar la exclusión y el rechazo.  También ejercer el derecho de denuncia. Ella, por ejemplo, ha denunciado a miembros del Concejo Municipal por violencia contra la mujer. Estas continúan en investigación y no han tenido mayores avances.

En medio de todo, Anastasia intenta confiar en la justicia.

“Confío y esperamos que en todo este proceso se esclarezca la verdad. Confío en que quienes tienen en sus manos la investigación puedan encontrar el camino, la ruta jurídica.

Esperamos que la justicia cumpla su papel”, anhela.

Noches y días largos en prisión

Anastasia, junto a Petrona Siy, estuvo en prisión durante 39 días. Fueron detenidas y enviadas al centro penitenciario ubicado en Quetzaltenango. Una cárcel administrada por la Policía Nacional Civil. Aunque la Constitución Política de Guatemala establece que una persona, al ser apresada, debe ser escuchada por un juez en un plazo de 24 horas, Anastasia esperó más de un mes para ser presentada ante un juzgado, escuchar cuál fue la razón para detenerla y dar su declaración.

“Fueron días muy largos, noches muy largas, noches oscuras en donde nos preguntamos de dónde vino todo, quién fue la persona que provocó todo esto”, recuerda Anastasia, desde la cabina de la radio Xolabaj.

Esa sensación de incertidumbre; sin embargo, comenzó desde un tiempo antes de su captura. “Desde lo que pasó, empezaron las amenazas en mi contra, las llamadas que me decían: Ya la van a capturar, ya van a ir por usted”.

Desde prisión preventiva, los sentimientos eran varios: temor, tristeza y muchas dudas. El conteo de los días se volvió tormentoso para ambas. “Pasaba un día, dos días, para nosotras fue eterno”, cuenta. Y en medio de todo, surgía una pregunta tras otra. ¿Qué fue lo que en realidad sucedió? ¿De dónde viene todo esto?

El 28 de octubre, Petrona y Anastasia fueron trasladadas a Santa Cruz del Quiché para rendir su primera declaración. Tomadas de la mano, esposadas y custodiadas por guardias del Sistema Penitenciario, ambas caminaron hacia el juzgado, en medio de una multitud que aplaudía y las llenaba de rosas y canciones de lucha. Anastasia apenas pudo articular algunas palabras: “Gracias hermanos por acompañarnos”. Estaba llorando.

Recordar esta escena, para ella es motivo suficiente para soltar algunas lágrimas. Pero se esfuerza por retenerlas un poco. “Cuando escucho nuestra música me inspiro, me hace decir palabras que no sé de dónde vienen. En ese momento, como no podía hablar, mis ojos se llenaron de lágrimas”, dice.

Ella misma reconoce que, si en algún momento pasó por su mente paralizar su trabajo periodístico, en ese momento las dudas se disiparon: “Tengo que continuar, hay que seguir, mientras el abuelo sol brille, seguiremos caminando”.