La Revuelta

Somos un colectivo de y para mujeres que busca nombrarse y reconocerse dentro de la escena cultural, política y social. Nuestro propósito es recontar la historia por nosotras al crear un espacio interseccional y descentralizado.

Proponemos una revuelta para recuperar espacios y voces que fueron silenciadas en el canon de la historia, al utilizar como herramienta el arte de la posibilidad. Informamos, denunciamos y activamos las curadurías comunitarias que recuperan el tejido social a través de las mujeres, en referencia a que somos diversas e hilos de muchos colores. (Cabnal, 2010).

La Revuelta es una comunidad de y para mujeres que se antepone a la escasa presentación de las mujeres en un arte predominante masculino y blanco. Es también, una plataforma que reconoce todo esfuerzo artístico de mujeres, individuales o colectivos, como teorías feministas y estudios de género. Nuestros pilares de trabajo son la información, la denuncia y la acción; no obstante, partimos del amor y la empatía.

Buscamos nombrar en voz alta y sin miedo cada una de las violencias a las que las mujeres nos enfrentamos, puesto que reconocemos que los mecanismos de desautorización y de invisibilización han crecido junto a nosotras. En consecuencia, nos enfrentamos constantemente a nuestros propios prejuicios y limitaciones para desaprender todo aquello que no nos permita acuerpar y apoyar a las demás mujeres.

Respetamos cada proceso y la autoidentificación de cada mujer que participa dentro y fuera del colectivo, valoramos las diferencias políticas y sociales, por lo que proponemos herramientas y estrategias de incidencia desde un feminismo y un ejercicio curatorial comunitario.

Somos cinco mujeres que actuamos desde el cuerpo y cuestionamos cómo se define y escribe la historia del arte. Esto implica, como diría Maya, abandonar toda imposición y discurso paternalista que aborde a las mujeres en el campo artístico como adelantadas a su época, sino que buscamos discursos que nos representen y dignifiquen.

 

No se hace nada de nosotras sin nosotras

Maya Juracán

Cuando el mundo hizo silencio, las encontré y me encontraron. Mis desahogos en redes sociales eran la voz de otras y las voces de otras eran mis quejas; entonces, nos comunicamos y entendimos que la consigna era que el trabajo de una enriquece el trabajo de todas. Nos cansamos de ser mujeres libres, porque la libertad es entender que estamos en constante pie de lucha para obtenerla y que las voces unidas se escuchaban más que una voz cansada. No teníamos muchas ideas y estábamos cansadas de investigar, escuchar y ver a hombres dominando las escenas culturales.

Jimena lideraba una investigación sobre mujeres artistas en Guatemala, y Renata regresaba, recién graduada como curadora, a un país en donde los curadores en puestos de poder son hombres. Teníamos conversaciones largas y cortas, Jimena hizo un PDF con muchísimos textos, éramos fans de Guinta y entre las tres pensamos en un proyecto cuya única aspiración era su propia existencia y solo lo podíamos construir entre mujeres.

De Christa ya había escuchado, al igual que de Shishu, dos artistas de la gestión cultural y el diseño gráfico; alguna vez coincidimos en la escena punk, ya saben, ese espacio lleno de machos que nos hicieron creer más de alguna vez que ser “Bad Boy” era la onda.

En las conversaciones compartimos violencias, relaciones, referencias y sabíamos que las cosas tenían que ser diferentes. Sabíamos por qué y nos inventamos el cómo: una niña que da la vuelta completa en el columpio y regresa el tiempo.

Emancipación artística colectiva

Jimena Galán Dary

Maya  me  acompañó  a  descubrir  qué  quiero  hacer en esta etapa de mi vida y en qué tipo de profesional me quiero convertir. La conocí en una pasantía que realicé en el proyecto pedagógico de la Bienal de Arte Paiz y en ese momento todo parecía tomar un camino adecuado, puesto que estábamos organizando talleres y conversatorios sobre la importancia de la mujer en el campo artístico de la región. Así fue como encontramos a Andrea Guinta y a su propuesta del feminismo historiográfico y curatorial.

Toda esta labor se vio afectada por el coronavirus. La pandemia nos obligó, de alguna manera, a manifestar todas nuestras inconformidades con la situación actual desde una pantalla. Irónicamente, tuvimos que seguir luchando por nuestra participación en el espacio público desde lo privado y el encierro. En ese transitar nos dimos cuenta, una vez más, de la falta de espacios físicos y digitales en donde podemos desarrollarnos en el arte sin ser vistas como intrusas o extrañas.

Coincidimos con una mujer que estaba regresando de estudiar su maestría en curaduría y que estaba interesada  en  los  espacios  de  reivindicación  para las artistas: era Renata. Juntas, desde entonces, nos organizamos y quisimos crear un espacio público que facilitara el acceso al mundo del arte y la construcción de un conocimiento colectivo. Sin embargo, nuestras manos resultaron pequeñas para recoger todas las problemáticas que atraviesan a las mujeres guatemaltecas.

Un  lunes,  conocimos  a  dos  grandes:  Christa y Andrea (Shishu), que cofundaron y manejan la plataforma digital feminista Resisters, la cual favorece los diálogos y la visión crítica a través de contenido pedagógico. Para el viernes de esa semana ya nos habíamos reunido y creado un colectivo.