Lily Muñoz / Socióloga feminista

¿Qué es la violencia sexual?

La Colectiva Actoras de Cambio la define como “Una de las formas más perversas mediante las cuales se reproduce el esquema de relaciones de  poder  y  dominación  impuestas  por  la sociedad contra las mujeres, la cual se basa en creencias de superioridad de los hombres y en la potestad o poder de estos, sobre sus cuerpos y sus vidas”1.

La violencia sexual suele ser una experiencia común para niñas, adolescentes y mujeres en todas las sociedades, a lo largo de la historia del patriarcado en el que vivimos desde hace más de cinco mil años. En 1988, la autora feminista Liz Kelly, propuso la categoría contínuum para mostrar que la violencia sexual tiene un amplio abanico de manifestaciones, entre las cuales, las más comunes en nuestro contexto son: el acoso sexual (en la calle, en la escuela, en el trabajo, en la iglesia, en las redes sociales, etc.), la violación sexual (por la pareja, por conocidos o por desconocidos), el incesto (por el padre, padrastro, tío, abuelo, hermano), la desnudez forzada y/o el abuso sexual (por conocidos o desconocidos), la pornografía infantil, la trata con fines de explotación sexual, la esclavitud sexual, el matrimonio forzado, el voyeurismo, el exhibicionismo, la difusión no consentida de imágenes íntimas y un largo etcétera.

Efectos de la violencia sexual en niñas, adolescentes y mujeres

Los  actos  de  violencia  sexual  suelen  marcar negativamente las vidas de las sobrevivientes, condenadas  a  cargar  con  el  trauma  y  sus consecuencias, el resto de su existencia. Los efectos  físicos  más  evidentes  de  la  violencia sexual son el sangrado y las lesiones vaginales, el dolor pélvico, los embarazos no deseados, las   infecciones   urinarias   frecuentes   y   las infecciones de transmisión sexual -incluyendo el VIH-. A nivel psicológico, los efectos de la violencia sexual son múltiples, predominando los siguientes: sentimientos de culpa, vergüenza, impotencia, miedo, depresión, autoagresión, hostilidad, inseguridad, baja autoestima y pérdida del sentido de la vida.2

En el plano comunitario y social, la violencia sexual también tiene consecuencias para las sobrevivientes, siendo las más frecuentes: la discriminación, la estigmatización, el rechazo comunitario, la exclusión del sistema escolar, el matrimonio forzado3, la maternidad forzada, entre otras.

En el caso guatemalteco, la violencia sexual contra niñas, adolescentes y mujeres, tiene una dimensión  histórica  muy  importante,  dado que se utilizó como estrategia militar durante el conflicto armado interno, contra miles de mujeres de todas las edades, principalmente en los pueblos indígenas que sufrieron la violencia genocida de esa época. En este sentido, además de  los  efectos  comunitarios  y  sociales  antes mencionados, la violencia sexual ha tenido una alta incidencia en la ruptura del tejido social.

Mujeres sanando y transformando sus vidas

Hace pocas semanas, la Colectiva Actoras de Cambio  publicó  un  cuaderno  metodológico para acompañar a sobrevivientes de violencia sexual,  que  se  titula  “Mujeres  sanando  y transformando sus vidas”, el cual sintetiza el camino  que  la  organización  ha  recorrido  a lo largo de varios años “para la sanación de mujeres sometidas a violencias y violaciones en contextos de guerra y/o de la vida cotidiana”. La publicación presenta una serie de herramientas y terapias que han sido útiles a la Colectiva, para   el   acompañamiento   de   procesos   de sanación a grupos de mujeres sobrevivientes de violencia sexual, en distintos lugares del país.

El contenido de la publicación constituye una amalgama de “conocimientos, sabidurías y alquimias energéticas que proceden de la cosmovisión maya, los feminismos,  terapias  energéticas  ancestrales, transpersonales y psicocorporales”. Por ello, desde una perspectiva genealógica, el cuaderno reconoce los aportes de la Asociación Maya Saq’be y de la Asociación de Mujeres Mayas Kaqla; los caminos que abrieron el Grupo Guatemalteco de Mujeres (GGM), Tierra Viva y otros espacios feministas centroamericanos y mundiales; así como las contribuciones de terapeutas centroamericanas y mexicanas, a través de terapias energéticas como la bioenergética, la psicología budista, la psicología transpersonal y la psicología corporal emocional, entre otras.

Esta genealogía brevemente esbozada en la publicación, nos permite observar que a lo largo de la historia, han existido distintas propuestas para sanar los efectos de la violencia sexual en las sobrevivientes. Dichas propuestas han surgido del seno de filosofías orientales de la antigüedad, de conocimientos locales ancestrales, de la ciencia psicológica moderna, de las teorías feministas y de enfoques terapéuticos contemporáneos y con un espíritu más bien cosmopolita.

En  este  eclecticismo  radica  precisamente el potencial de la propuesta metodológica de la Colectiva Actoras de Cambio, particularmente en una época histórica en la cual se pone de manifiesto la necesidad apremiante de abordar la multidimensionalidad de los problemas sociales que afectan de manera colectiva a las niñas, adolescentes y mujeres -como la violencia sexual-, a través de métodos holísticos que consideren su integralidad, pero que a su vez, les provean de   herramientas   para   transitar   de   víctimas a sobrevivientes y, finalmente, a su propia construcción como sujetas políticas, históricas y sociales.

“En el centro de […esta] propuesta [colectiva] de sanación está la vida y las vidas de las mujeres. A  partir  de  esta  valoración  fundamental  se indaga hacia la construcción de los significados de emancipación, libertad y autonomía. En esta búsqueda es indispensable recuperar las vidas con memoria histórica, desde las perspectivas de las mujeres, movilizándonos hacia la acción política transformadora para dignificarnos integralmente”.

 

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1  Méndez, Liduvina. (2012). Guía teórica sobre violencia sexual. Guatemala: Colectiva Actoras de Cambio.

2  www.svet.gob.gt

3  Josse, Evelyn. (Marzo, 2010). “Vinieron con dos armas”: las consecuencias de la violencia sexual en la salud mental de las víctimas mujeres en los contextos de conflicto armado. International Review of the Red Cross. No. 877.