Francelia Solano y Diego Orellana/ laCuerda

En Guatemala cada año miles de menores sufren violencia sexual. Su edad les dificulta defenderse, huir o buscar ayuda y lamentablemente en muchos casos se ven obligados y obligadas a crecer junto a su agresor.  Quienes denuncian se encuentran con la incredulidad de los adultos. El Estado tampoco está haciendo mucho por protegerles y quienes dicen defender la vida terminan influyendo en las decisiones públicas que limitan el derecho de miles de niñas a buscar ayuda y reconstruir su futuro.