Mientras se acerca a Guatemala la tormenta Iota, los estragos de la tormenta Eta todavía son visibles. Esto es un recuerdo de cómo está la población de Quejá, la comunidad más afectada y de lo que vio un grupo de voluntarios que llegó a las zonas aledañas a entregar comida.

Jody García / laCuerda

Niñas y niños llorando por el hambre. Mujeres y hombres angustiados porque lo perdieron todo y no hay certeza del futuro. Ausencia del Estado, comunidades organizándose y voluntarios repartiendo comida. Ese es el panorama en la región Nor-Oriente de Guatemala, donde la tormenta Eta causó una semana de lluvias intensas que dejó comunidades inundadas y una aldea entera soterrada.

El último recuento que la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) hizo sobre Eta, detalla que se registraron 639 mil 526 personas afectadas, 382 mil 520 damnificadas y 97 mil 82 más albergadas en sitios oficiales y no oficiales.

Quejá, en San Cristóbal Verapaz, Alta Verapaz, es uno de los lugares que no se ha recuperado y que tampoco cuenta con apoyo de un plan municipal o estatal para salir de la crisis. Allí el pasado 29 de octubre un derrumbe soterró alrededor de 150 viviendas y dejó a 6 personas fallecidas y 50 más desaparecidas.

Las y los pobladores se quedaron sin hogares y actualmente están divididos en grupos albergados en diferentes comunidades. Gerardo Lem Caal es integrante del Consejo Comunitario de Desarrollo (COCODE) de Quejá y explicó a laCuerda que un grupo de familias está en la aldea Chicux, otro en Chicamán y uno más albergado en la iglesia de Santa Elena, en San Cristóbal.

Ya pasaron casi veinte días desde el deslave y ahora empieza a discutirse un plan para que la población de Quejá encuentre un nuevo espacio para rehacer su vida. Las labores de búsqueda de los desaparecidos también se detuvieron y fueron los mismos vecinos quienes se organizaron para seguir por un tiempo más. Encontraron los restos de un desaparecido y abandonaron el lugar por la inestabilidad en el suelo. Entre el duelo, la necesidad de ver al futuro es clara.

Dos mujeres avanzan entre los escombros que dejó la tormenta.

“Nuestra intención es instalarnos en un nuevo punto, pero todavía no tenemos el terreno. Estamos buscando un espacio temporal mientras el gobierno nos dice cuál será el plan permanente”, explicó Lem Caal.

De acuerdo con el representante del COCODE, el pasado jueves 12 de noviembre la CONRED inició a crear listados con los nombres de las personas afectadas. Ese sería el primer paso para abrir un expediente y crear un proyecto de vivienda. Más allá de ese acercamiento no han tenido comunicación con el gobernador de Alta Verapaz ni con autoridades municipales.

El gobierno del presidente Alejandro Giammattei tampoco ha presentado un plan de reconstrucción o reubicación para Quejá, por lo que ahora, su estadía en comunidades vecinas que recibieron a la aldea en solidaridad, no tiene una fecha para terminar.

Sobre la llegada del nuevo huracán Iota, Lem dijo que los albergados en Quejá no han recibido ninguna información oficial y que iban a esperar.

“Si eso es lo que dios quiere pues tenemos que enfrentarlo”, cerró Lem.

Abandono total

Sofía Letona es directora de la organización Antigua al Rescate y vio de cerca la necesidad de las comunidades que fueron afectadas con la depresión tropical Eta. La madrugada del martes 10 de noviembre esta entidad viajó a diferentes lugares a entregar víveres recolectados a través de las redes sociales. En el momento de la entrevista se encontraba en San Cristóbal Verapaz, en Alta Verapaz.

Una de las primeras dificultades que percibió fue el idioma. La mayoría de la población en  las zonas afectadas por la tormenta Eta hablan q’eqchi´y para establecer comunicación con las lideresas y los líderes, era necesario el apoyo de traductores voluntarios. No había ningún enlace estatal o municipal. A eso se suma los riesgos por el aumento de contagios por Covi-19, ya que en los albergues no hay espacio para practicar distanciamiento social.

“En las zonas más afectadas nadie tiene mascarillas. Todo el mundo está concentrado en reparar lo que hizo el agua y no tienen idea de que viene otro fenómeno en camino”, describió Letona, quien también detalló que pese a que al momento de su visita ya existían alertas del Centro Nacional de Huracanes de EEUU sobre la formación del nuevo huracán Iota, la población no recibió ninguna comunicación oficial.

La ausencia estatal es el denominador común en los municipios afectados por la tormenta Eta.

Aún pueden observarse las marcas de los deslizamientos de tierra. Debido a la carga de agua en el suelo, aún hay riesgo de otro derrumbe.

“Estamos viendo un caso donde el pueblo salva al pueblo porque no hay ninguna autoridad presente. Son los negociantes y empresarios de cada comunidad los que están apoyando a su propia gente. Del Estado no hemos visto nada”, dijo.

Los daños que causó Eta no solo son en la infraestructura de las aldeas o en la red vial. La salud física y mental de la gente fue duramente golpeada.

“Las personas están afectadas mentalmente, todos presentan una especie de estrés postraumático, no pueden dormir, hay problemas estomacales, de nervios, dolores de cabeza. Se está combinando el hambre con el agua hasta la cintura”, relató la directora de Antigua al Rescate.

Con ese panorama, la preocupación más grande, además de la proliferación de enfermedades respiratorias y estomacales, es la falta de certeza que tienen las personas para rehacer su vida.

“Me preocupan las comunidades que no han sido evacuadas y que no conocen el riesgo de este nuevo huracán. Me preocupa el hambre que van a tener porque las personas no están produciendo alimentos. Me preocupa qué va a pasar cuando se muera la noticia. Van a seguir igual, sin nada”, cerró Letona.

Al momento de cierre de esta nota, el Centro de Huracanes de Estados Unidos calificó a Iota como un huracán de categoría 1, uno que todavía representa peligro y riesgo de desastres catastróficos.

CONRED informó que se convertirá en depresión tropical y recomendó a las comunidades evacuar las zonas de riesgo, especialmente a las que están asentadas cerca de los ríos Motagua, Polochic, Chixoy, Usumacinta, La Pasión y Paz.

Se estima que Iota tendrá impacto en Petén, Izabal, Alta y Baja Verapaz, Zacapa, Chiquimula, Jalapa, Huehuetenango, Quiché, Escuintla, Santa Rosa y Guatemala.