Una de las sensaciones colectivas que compartimos como sociedad, es que nos sentimos insultados por las desautoridades, porque creen que nos están engañando. Son tan burdas las maniobras, tan obtusos los discursos y tan evidentes sus malas intenciones, que al gobierno ya no se le puede creer, y más bien se ha ido constituyendo en blanco de mofa pública.

Cada paso que dan, el presidente y sus secuaces, es más absurdo que el anterior. Ahora, con su declaración en contra del derecho a elegir de las mujeres, basándose en su origen supuestamente moral y su formación religiosa, desbarra nuevamente, no sólo poniéndose como referente individual del Estado, sino contraviniendo la Constitución que lo caracteriza como laico, es decir, libre de prácticas, creencias e influencia de instituciones religiosas.

Nuevamente, vemos al gobierno utilizando el fantasma de la matanza de fetos, como pretexto para obstaculizar el libre acceso a información en materia de educación sexual; cómo recurre al miedo para distraer la atención de la gente, para que no se de cuenta de las barbaridades que hacen, en su afán por apropiarse de manera ilícita del Estado y sus instituciones.

Es notorio el interés que tienen las mafias en los tres poderes del Estado por impedir unas elecciones transparentes para magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Es vergonzosa la manera en que compran voluntades, dejan pasar desfalcos, apoyan a personajes señalados de corrupción, ignoran las demandas de la gente. El robo y desaparición de millones de quetzales, son vistos como muestras apenas de lo mucho que se están embolsando. La nula rendición de cuentas, la opacidad de los manejos, son ahora formas aceptadas de conducta avaladas por la cultura de impunidad.

Las feministas en todo el mundo luchamos por el respeto a nuestros cuerpos y nuestras vidas, lo que significa en la práctica que el Estado, las iglesias, la sociedad no interfieren en nuestras decisiones. La maternidad es vista y asumida como una opción, no como un destino ineludible. Ser mujer es ser persona libre. El aborto es un recurso al que acuden millones de mujeres que no desean continuar un embarazo ni ser madres. Es la interrupción de un proceso, no es un asesinato.

Si la población, especialmente la niñez y la juventud, contara con acceso libre y gratuito a información, atención y condiciones adecuadas, podrían gozar de sexualidades sanas y evitar embarazos no deseados producto de violencia sexual. En esa medida, la sociedad podría ser más armónica.