Texto y fotos: Asier Vera
Nancy Paola Reyes, de 28 años, era una mujer independiente que desde siempre tuvo claro que quería una vida mejor para ella y su familia. Nacida en la pequeña aldea Granados, en el municipio de Nuevo San Carlos (Retalhuleu), estudió Perito en Administración de Empresas, pero Guatemala no le daba la oportunidad de progresar.
Tras trabajar seis años en un supermercado en Xela, tomó la decisión de viajar 8 mil 600 kilómetros para establecerse en España, donde vivió dos años y tres meses realizando trabajos domésticos en casas y cuidando a ancianos. La última vez que vio a sus hijas de 7 y 4 años fue el 12 de junio de 2018 cuando las dejó a cargo de sus padres, con la firme promesa de que iban a viajar los cuatro en marzo del próximo año a conocer el país que la había adoptado, después de que por fin fuera a conseguir un permiso de trabajo a principios de 2021 a la espera de que se resolviera su solicitud de asilo político.
Cada día, hablaba por llamada o video llamada con su madre Prudencia Emérita García y con sus dos hijas. Nancy Paola incluso convenció en octubre del pasado año a sus dos hermanos de 22 y 33 años para que también emigraran a Ciudad Real, en el centro de España, donde ella se había establecido y así no estar tan sola.
Con sus dificultades, pero todo iba marchando poco a poco y la joven había logrado enviar dinero cada mes a sus hijas y sus padres, lo que les permitió construir el corredor y cambiar el suelo de la casa situada junto al río Ixcucuá en medio de un paisaje rodeado de árboles. En este bucólico paraje las dos hijas de Nancy Paola corretean con sus muñecas junto a sus primas, cuya madre también emigró hace unos meses a Estados Unidos en busca de una vida mejor. Hoy, a la entrada de la aldea Granados, se recuerda a Nancy con una moña negra y dos grandes emoticones llorando, que los vecinos han colocado en el cartel que da la bienvenida a esta tierra de “hombres trabajadores y mujeres hermosas”.
El pasado 19 de agosto, fue la última vez que la joven habló por teléfono con su madre.
Coincidió con un viaje que había hecho a la ciudad de Santander, al norte de España, con su pareja, un colombiano de 28 años, con quien llevaba saliendo ocho meses, tras conocerle de casualidad en un autobús urbano de Ciudad Real, cuando ella estaba buscando un nuevo cuarto para alquilar. Él dijo que la ayudaría y meses después se fueron a vivir juntos, tal como relata la madre de Nancy, quien lamenta que su hija conociera a quien meses después la asesinaría y la descuartizaría, repartiendo su cuerpo en siete bolsas que tiró junto a unas vías del tren en Santander, y que fueron halladas el 17 de septiembre.
“Le cortó la vida a una tierna edad”, señala la madre de la joven, quien aún está esperando a que el cuerpo de su hija sea incinerado en España para poder enterrarlo en el cementerio de Granados. Su asesino se encuentra en prisión preventiva a la espera de un juicio que no termina de llegar y en el que Prudencia confía que sea condenado a la máxima pena para que nunca más vuelva a salir a la calle a asesinar a otras jóvenes.
Nancy Paola regresará en una “cajita pequeña”
“No merece estar suelto, porque nosotros estamos pasando una situación muy dura y muy difícil porque nos ha dejado dos niñas y ella era padre y madre para sus hijas con quienes era muy responsable y nunca les negó nada”, asegura esta mujer de 50 años, quien reconoce que lo más duro ha sido explicar a las pequeñas que su madre ya no está viva, pero que sí que regresará pronto en una “cajita pequeña” para que se puedan despedir de ella.
Prudencia se extrañó de que “de la noche a la mañana ya no me llamó Paola desde el 20 de agosto, tal como hacia cada día para hablar con sus hijas”, por lo que avisó a sus hermanos que vivían en España para que intentaran comunicarse con ella. Sin embargo, les fue imposible contactarla y a los pocos días, la madre recibió un mensaje de texto del teléfono de su hija en el que le dijo “mamá ahora le llamo”. “Fue escrito por ese hombre malvado, porque ella nunca me mandaba mensajes de texto”, recalca, al tiempo que revela que su hija no le había dicho que tuviera problemas con su pareja: “ella era muy feliz en España y todos los días me comentaba que pedía a dios que nosotros pudiéramos ir con sus hijas a conocer”.
Tras pasar una semana sin tener noticias de Paola, su hermano Denilson Rodolfo Reyes, de 22 años, que vive en España desde octubre de 2019, interpuso una denuncia en la comisaría de Policía de Ciudad Real. Pocos días después, el asesino de la joven denunció también su desaparición en una comisaría de Madrid, donde fue detenido gracias a la denuncia que había interpuesto el hermano de la joven. No obstante, el cuerpo continuaba sin aparecer, por lo que Prudencia decidió llamar a la madre de quien fuera pareja de su hija 13 días después de su detención, para preguntarle si sabía algo.
Ella se limitó a responder que Paola “estaba muerta”, aunque no le dio más detalles. Un mes después, hallaron el cuerpo descuartizado de la joven guatemalteca, a quien su madre recuerda como alguien con “un espíritu muy vivo y toda animada y positiva en todo”, como reflejan las fotografías que cuelgan de las paredes de la casa de Granados donde se ve a Nancy Paola siempre con una gran sonrisa en España, donde soñaba con una vida mejor que fue truncada por una violencia machista que no conoce de fronteras.
“Fue puro cobarde haberle quitado de manera tan cruel la vida a mi hija y me gustaría enfrentarme a este hombre y preguntarle por qué le puso la mano a Paola”, concluye Prudencia, quien tiene la esperanza de viajar junto a su marido a España para asistir el día de la sentencia contra este “mal nacido”.